Clarín

El laberinto de la unidad peronista

- Ricardo Kirschbaum

Del dicho al hecho hay una considerab­le distancia. El intervento­r del PJ, Luis Barrionuev­o, dijo dos cosas. La primera que debería ser obvia pero que no lo fue en la historia argentina: “Macri ha ganado y tenemos que respetarlo y sostenerlo”. La segunda, no menos importante para los planes futuros, fue: “Como hizo la oposición (el miércoles) en el Congreso, tenemos que unirnos.

La palabra unidad y la voluntad para lograrla en el peronismo han sido recurrente­s y un fracaso en el plano teórico. Está históricam­ente demostrado que el impulso ordenador por excelencia en el justiciali­smo es su identifica­ción y disciplina con aquel que puede llevarlos de nuevo al poder. Los insólitos argu- mentos de la jueza Servini de Cubría al ordenar la intervenci­ón partidaria no garantizan que la gestión Barrionuev­o tenga mucha vida futura. Pero cualquier decisión de la Cámara a la apelación de las anteriores autoridade­s podrá retrotraer en términos políticos lo que la resolución judicial disparó.

La unidad a la que aludió Barrionuev­o en el Congreso fue un fallido intento de realizar una sesión especial para discutir sobre los aumentos de tarifas. La intención se frustró pero pegó en el palo: un diputado cercano al macrismo se levantó a tiempo e hizo caer la sesión. Sin embargo, ese mecanismo de encontrar un eje para golpear los flancos más débiles del gobierno de Macri, como lo son los de las tarifas, puede ser eficaz para tratar de minar la base electoral que lo sustenta, pero no para elegir a un peronista capaz de discutirle la elección de 2019.

¿Cómo se imagina la intervenci­ón del PJ que logrará la unidad? Con todos adentro. Bueno, no todos: Cristina se quedaría afuera. El argumento formal sería que no podría participar porque pertenece -y fue candidata - a Unión Ciudadana.

Está claro, sin embargo, que Cristina Kirchner es una realidad que, a la luz de esta estrategia, afecta el objetivo de cambiar las relaciones de fuerza. No desconocen que la ex presidenta es una de las figuras que mejor mide pero, también, que la que más recha- zos cosecha. Y que la polarizaci­ón ha sido y volvería a ser en 2019 la palanca que Cambiemos quiere usar para repetir el triunfo.

Los que describen la estrategia hablan de estimular una competenci­a en las PASO entre Urtubey, Randazzo, De la Sota (si compite) y Sergio Massa.

El jefe del Frente Renovador prefiere por ahora seguir con su partido. Si aquel razonamien­to sobre que Cristina ha dejado de pertenecer al PJ es sostenido, a Massa le cabrían las generales de la ley. Fue candidato de otro partido y, más aún, verdugo en el momento crucial: su triunfo en 2013 terminó con el sueño de Cristina Eterna. Todavía Massa es uno de los candidatos que más mide, detrás de CFK.

¿ Quién puede decidir quién está adentro y quién afuera del peronismo? Muy difícil.

La suerte del nombramien­to de Barrionuev­o recién se conocería en tres semanas. Todavía la apelación no llegó a la Cámara Electoral y el tiempo se consume en trámites previos que ponen a prueba los nervios de los apelantes. El apoderado de la anterior conducción trató de recurrir en queja a la Cámara, pero fue disuadido. Hay quizá en ese tiempo una ventana política en que la negociació­n suplante los argumentos sumamente frágiles de la decisión de la jueza. Hay un dato contundent­e: la última elección interna del peronismo se celebró el 9 de julio de 1988. Hace ya treinta años. Demasiado tiempo.

La última elección en el peronismo fue Menem contra Antonio Cafiero, hace treinta años.

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