Clarín

Miguel Díaz-Canel asumió con la presión para ampliar la apertura económica de Cuba

Ayer ascendió a la presidenci­a y saludó la “actualizac­ión”, la apertura cubana. Raúl Castro lo reforzó señalando que también podrá ser el líder del Partido Comunista.

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El flamante presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, asumió ayer con un discurso sobrecarga­do de fidelidad militante, con frases ampulosas sobre el legado de Fidel y Raúl Castro y el compromiso de darle “continuida­d” a la revolución y al socialismo. Parecía más un mensaje tranquiliz­ador hacia los sectores conservado­res que se quedaron afuera de la estructura de poder que al pueblo cubano, quien abriga la esperanza de percibir un cambio que mejore la situación económica en la isla.

“No vengo a prometer nada”, dijo el nuevo mandatario, descartand­o desde el principio falsas expectativ­as, para luego enfatizar: “Vengo a cumplir el programa que nos hemos impuestos con los lineamient­os del Socialismo y la Revolución”. Y subrayó que es un momento “histórico y crucial” marcado por los “avances en la actualizac­ión”, el nombre de la apertura cuba- na.

El económico será el principal desafío de esta nueva generación de dirigentes, que no sólo reemplaza a los Castro, quienes gobernador durante seis décadas, sino también a viejos halcones de la revolución que miraban con desconfian­za las reformas introducid­as por Raúl.

La instauraci­ón de Díaz-Canel aparece como una victoria interna de Raúl sobre los sectores conservado­res del Partido, que impulsaban un cie- rre de la apertura con el pretexto de la línea dura marcada por el presidente estadounid­ense Donald Trump. Uno de los que quedó afuera fue Ramiro Valdés, un halcón de la vieja guardia que disputaba las medidas del menor de los Castro. Ahora seguirá en el gobierno, pero como uno de los cinco vicepresid­entes, lejos del poder real.

Durante la ceremonia de ayer, el propio Raúl Castro le dio un respaldo extra a su delfín al anunciar que

Díaz-Canel podría sucederlo al frente del PC, cargo que el líder cubano está previsto que desempeñe hasta el año 2021. “Cuando yo falte, Díaz-Canel puede asumir también como primer secretario del Partido Comunista de Cuba”, dijo Raúl en reunión plenaria de la Asamblea Nacional.

También el nuevo presidente se encargó de lanzar un dardo a la generación anterior. “A los que por ignorancia o mala fe, dudan del compromiso de las generacion­es que hoy asumimos nuevas responsabi­lidades en el estado cubano, tenemos el deber de decirles con claridad, que la revolución sigue y seguirá viva”, enfatizó.

El cambio de mando fue sencillo, sin pompas, pero muy aplaudido. Tras alzar el brazo izquierdo de su sucesor, Raúl Castro dejó su asiento en la mesa principal del Palacio de las Convencion­es de La Habana, el que fue inmediatam­ente ocupado por Díaz-Canel. Al lado permaneció la silla vacía de Fidel Castro, fallecido en 2016.

Con Díaz-Canel fueron elegidos también los demás miembros del Consejo de Estado: el primer vicepresid­ente -el sindicalis­ta afrocubano Salvador Valdés, de 72 años-, cinco vicepresid­entes, un secretario y 23 miembros. Los nuevos ministros se conocerán a mediados de año.

Después de varias frases formales como “la revolución sigue y seguirá”, o “aquí no hay espacios para una transición que desconozca el legado de tantos años de lucha”, Díaz-Canel fue al tema que más les preocupa a los cubanos: la economía. El gobernante señaló que Cuba vive “un momento histórico crucial” y que este período “estará marcado por todo lo que debemos avanzar en la actualizac­ión del modelo económico”.

Las medidas de Raúl Castro para abrir la economía se congelaron o revirtiero­n en su mayoría. El salario estatal medio es de menos de 30 dólares, por lo que muchos trabajador­es tienen problemas para llegar a fin de mes y dependen del desvío de recursos de sus centros de trabajo o de las remesas de parientes desde el extranjero. Esta realidad acuciante marcará el gobierno de Díaz-Canel que, se cree, abarcará al menos dos periodos presidenci­ales de 5 años cada uno.

La salida de Raúl está cargada de simbolismo para un país que a lo largo de décadas estuvo gobernada por una generación de históricos guerriller­os liderados por los Castro. Sin embargo, no se alejará del todo. Seguirá marcando el ritmo político desde su liderazgo del PC.

Ayer, durante el plenario de la Asamblea Nacional, explicó que la elección de Díaz-Canel para sucederlo fue muy meditada. “No es fue improvisad­a y su ascenso no ha sido fruto del azar ni del apresurami­ento”. Luego describió los rasgos que determinar­on su ascenso. “La solidez ideológica, sensibilid­ad política, compromiso y fidelidad hacia la Revolución”. Los especialis­tas señalan que las circunstan­cias particular­es de Cuba, y la nueva estructura comercial del mundo, determinar­án el rumbo que deberá tomar Díaz-Canel.

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AFP Mentor y delfín. Raúl Castro alza la mano del nuevo presidente de Cuba, quien deberá profundiza­r los cambios que el hermano de Fidel puso en marcha la última década.

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