Clarín

Les Herbiers, el sorprenden­te finalista de la Copa de Francia

- Historia de fútbol Waldemar Iglesias wiglesias@clarin.com

Uno de los asombros más grandes de la historia del fútbol sucedió hace casi dos décadas, en 2000. El Calais Racing Union Football Club -entonces un equipo sin sueldos fijos ni premios, pertenecie­nte a la tercera categoría- llegó hasta el partido decisivo de la Copa de Francia, nacida en 1917, permite estas historia factibles para el mítico programa de Ripley, aquel que retrataba situacione­s increíbles. La Copa, la más importante para los galos, en la que compiten más de ocho mil equipos de cuatro continente­s. Antes y después hubo un puñado de casos afines: Nimes en 1996; Amiens en 2001; y Quévilly en 2012. Pero ninguno tan impactante como aquel Calais. Todos cayeron en la final. Hasta ahora...

La magia vuelve a suceder. Cambió de nombre y se corrió de ubicación. Más al oeste, en Les Herbiers un equipo que lleva el nombre de esa localidad que tiene 17.000 habitantes (la mitad, por ejemplo, que el barrio de Agronomía) y que cuenta con un estadio con capacidad para 5.000 espectador­es (más chico que la cancha de Sacachispa­s) jugará el 8 de mayo la final de la Copa de Francia frente al París Saint Germain, el equipo que más invirtió en el último mercado de pases de Europa y que cuenta con los argentinos Angel di Maria, Javier Pastore y Giovanni Lo Celso. La Galia de Asterix y Obelix contra el Imperio Romano en plena expansión.

Parece inverosími­l, pero así acontece: se arma un equipo como se puede. Es cuestión de imaginar: se llama al que hace el reparto en el almacén, que es joven y dicen que juega bien. Y que anda en bicicleta todo el día. Lo convocan al profesor de matemática del colegio secundario, el mismo al que los alumnos suelen invitar a sus picados del pueblo. Al entrenador - que no se sabe si terminó el curso o si alguna vez lo hizo-le cuentan que el mecánico de su auto es un arquerazo y que alguna vez probó suerte en un equipo profesiona­l. Y lo cita para participar. Del médico, que es grandote, todos imaginan que será un excelente marcador central. Entonces, se juntan y se arma un equipo para representa­r al club de la periferia, que fue fundado hace casi un siglo (en 1919) y que nunca trascendió más allá de la mínima geografía del barrio. Y ahí está el plantel, listo. A jugar. O algo así.

Así fue toda la vida de Les Herbiers, que transitó -y transita- la temporada 17/18 aferrado a una prioridad: evitar el descenso a cuarta. Ahora, el club cuenta con un presupuest­o de un millón y medio de euros. Una cifra de escándalo para su pasado de migajas. Un vuelto respecto de su rival para la final, el PSG, que le paga ese monto a Neymar cada dos semanas. Por eso, el sólo hecho de haber llegado a las semifinale­s resulta un campeonato económico: se garanti- zó poco más de 800.000 euros.

El recorrido de Les Herbiers fue arduo y encontró en los sorteos y en algunos tramos el abrazo del azar. En las semifinale­s, le tocó el Chambly, otra historia de ensueño, un club familiar de un pueblo de 10.000 personas. Otro asombro de esta competició­n y de esa instancia previa a la final: en el Stade de la Beaujoire, en Nantes, había 34.653 hinchas que llenaron cada rincón de cada tribuna. Suma sencilla: había más gente que la que habita en las dos localidade­s sumadas, Chambly y Les Herbiers.

La final se disputará en el Stade de France. El diario L’Equipe señala que será el partido del año para el fútbol galo. Hace 18 años, aquel indombale Calais de amateurs quedó a un suspiro del milagro. Fue imprescind­ible en el último rato un penal de esos que hoy necesitan VAR para que el sueño terminara roto.

Ahora, los muchachos de Les Herbiers van por la revancha de los rezagados. Nada menos

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