Un recorrido literario por el Delta
Se impone el río, el gran manto marrón sobre el que el sol pega todavía algunos latigazos. Y están los bloques de hojas formados por casuarinas viejas, altas y elegantes, intercaladas con ramas ya casi peladas. Manchas tupidas rojizas y ocres, atravesadas de vez en cuando por rectas tajantes.
La naturaleza de las islas en Tigre –la isla, como le dice la gente de esta ciudad– ofrece ahora, en otoño, esas vistas que son cuadros, escenarios de cuento, soñados. Así que no hace falta nada más para visitarlas. Sin embargo, hay una invitación tentadora para recorrer parte de esa maravilla mañana: un paseo literario a bordo de una lancha tipo colectiva.
El abanico de opciones para una aventura así es muy amplio, incluso sin contar a artistas de otras disciplinas, como el extraordinario pintor, creador de lenguajes, Xul Solar (1887-1963). Su casita, ubicada a metros de la confluencia del río Luján con el canal Villanueva, se convirtió en el Museo Li Tao (nombre que él inventó).
Es que el Delta cobija decenas de historias de escritores y de obras. Alegres y trágicas. Antiguas y contemporáneas. Entre ellas, el homenaje de los guaraníes al “¡colibrí lanza relámpagos!”, rescatado de la tradición oral, precioso. Y las memorias de las fiestas que Oliverio Girondo y Norah Lange dieron en la década de 1930 en su caserón La Recalada. O el final de Leopoldo Lugones -quien describió al río “color de león”- al tomar un frasco de cianuro en el recreo El Tropezón.
“En las islas hay que tener pasión por la libertad bucólica que nace de la fraternidad con la tierra y el árbol”, pensaba Roberto Arlt (190042), cuyas cenizas fueron esparcidas en el río Sarmiento y el Abra Vieja, como él pidió.
Arlt y sus textos de Los problemas del Delta y otras aguafuertes serán parte de la recorrida guiada de mañana, aunque no existe un espacio físico suyo propio a visitar.
Desde Turismo del Municipio de Tigre, que organiza la movida, cuentan a Clarín que la propuesta también contempla viviendas–museo. Entre ellas, la de Sarmiento (1811-88), quien introdujo el mimbre y las nueces pecán para transformar a la isla, “a simple vista, una masa de verduras” por su forma “caprichosa e in- descriptible” -según escribió en La Tribuna de Buenos Aires en 1875–, en un espacio productivo. También, Aymará, de César Bruto (1905-84), seudónimo de Carlos Warnes, humorista irónico, guionista de Tato Bores, que usó las faltas de ortografía como uno de sus sellos. Su antigua cabaña, que guarda documentos suyos, está ubicada detrás de las de la hostería y restaurante de aires tiroleses Alpenhaus (donde el strudel, con la receta de su dueña Susana, es una delicia). Y la de Haroldo Conti (1925-1976), donde recibió a Rodolfo Walsh, quien también tuvo casa en la isla. Ambos desaparecieron en la última dictadura militar.
Otra “parada” clave –ojo: no se baja en todas– es El Tempe Argentino, de Marcos Sastre (18081887), quien con ese mismo nombre publicó en 1858 un ensayo sobre la zona, cuya lectura en las escuelas ayudó a convertir en bestseller. Se trata de una exploración de características del lugar, con metáforas y comparaciones, al menos, sorprendentes. “He preferido el estudio del camuatí –una especie de avispa–, por lo mismo que yace oculto e ignorado, como se encuentra la virtud entre el tumulto de la sociedad humana”, escribió, por ejemplo.
En este recorrido, también entre juncos, camalotes y muelles custodiados por perros, siempre hay algo por redescubrir, como estas ganas de quedarse a contemplar, sin hacer nada; de desenchufarse y dejarse aquejar por eso que los isleños llaman, con poesía propia, “el mal del sauce”. ■
La 6° edición del Paseo de los Escritores arranca a las 14, dura unas 4 horas e incluye la participación de las autoras Debora Mundani y Claudia Aboaf en el espacio Un Lugar en el Arroyo. Y merienda. Valor: $450. Informes e inscripción: 15-3488-5931 o info@guiastigreydelta.com.ar