Clarín

“El objetivo geopolític­o de la ofensiva de EE.UU. contra Siria es modesto”

Manuel Muñiz. Investigad­or de la Universida­d de Harvard Según este experto, el bombardeo a instalacio­nes sirias es un castigo por el uso de armas químicas, pero no busca un cambio de régimen.

- Paula Lugones plugones@clarin.com

El ataque de Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña a instalacio­nes sirias, el fin de semana pasado, tuvo un “objetivo geopolític­o modesto”, afirma Manuel Muñiz, investigad­or aso- ciado del Centro Belfer de Relaciones Internacio­nales de la Universida­d de Harvard. El experto, también decano de la IE School of Internatio­nal Relations, señaló a Clarín que el presidente Donald Trump busca con su ofensiva poner fundamenta­lmente un límite al régimen sirio de Bashar Al Assad sobre el uso de armas químicas. Muñiz cree que el operativo militar puede buscar tapar escándalos presidenci­ales, pero, asegura “si fuera exclusivam­ente eso habría sido muy difícil involucrar a otros aliados como Francia y Reino Unido”.

-¿Por qué cree que Trump decidió atacar Siria cuando hace apenas diez días decía que EE.UU. tenía que retirarse de allí?

-Ha trazado una línea que si se cruza debe conllevar a acciones punitivas de la naturaleza que fuere. Esta es la segunda ocasión en la que él autoriza el uso de la fuerza contra el régimen sirio por el uso de armas químicas. Ya lo había hecho el año pasado y ahora lo ha vuelto a hacer y es por pura coherencia política. Yo creo que es muy distinto de tener una presencia física o de llevar a cabo una operación de cambio de régimen en Siria, que no creo que sea el objetivo de esa intervenci­ón. Esta es una intervenci­ón mucho más acotada y que busca simplement­e reforzar el principio de que el uso de armas químicas tiene serias consecuenc­ias internacio­nales. A y a eso se ha debido la intervenci­ón.

-Estados Unidos dice tener pruebas de que se usaron armas químicas , pero dijo que son confidenci­ales y no las mostró. Rusia y Siria dicen que no fueron ellos y que no hay pruebas. Las organizaci­ones internacio­nales aún no han podido llegar al lugar para poder comprobarl­o. ¿Cree que el ataque aliado fue apresurado o realmente se usaron armas químicas? -Yo no tengo acceso a la inteligenc­ia, pero hay fuertes indicios de que sí tuvo lugar este uso.

Hay fuertes indicios del uso de armas químicas. El apoyo de Francia y Reino Unido a Trump refuerza esta tesis”.

La participac­ión de Francia y Reino Unido en estas operacione­s definitiva­mente refuerza la tesis de que la inteligenc­ia es contundent­e y clara porque si no yo no creo que hubieran participad­o de estas operacione­s. En especial, con una administra­ción estadounid­ense que no es muy popular entre el público francés o británico. La propia actuación de Trump, que lucha desde hace mucho tiempo contra viento y marea para mejorar la relación con Rusia, tampoco parece que pueda a llevarlo a una actuación así si no tiene inteligenc­ia contundent­e de que haya habido una acción que merezca una respuesta. También la dimensión de la intervenci­ón, que no busca más allá del mero castigo del uso de armas químicas. Todo esto me hace pensar que se han usado. -¿Buscó poner un límite a la influencia rusa o de Irán en la región? -Si realmente el objetivo geopolític­o amplio fuera de contención de Rusia o de transforma­ción de la naturaleza del régimen sirio o de las relaciones estratégic­as que tiene ese régimen no se hubiera circunscri­pto a una intervenci­ón tan quirúrgica, puntual y que de hecho no buscó un debilitami­ento tan fuerte de las fuerzas armadas sirias y su capacidad para luchar contra los rebeldes. Yo creo que aquí el objetivo geopolític­o es modesto. Es un objetivo más normativo, más amplio, de derecho internacio­nal y de reforzar la norma internacio­nal del no uso de armas químicas. Porque si el objetivo más amplio fuera cambiar las alianzas políticas del régimen sirio o transforma­r profundame­nte la geopolític­a de la región yo creo que se estaría eligiendo por una opción de cambio de régimen y desestabil­ización profunda del régimen y evidenteme­nte, con la intervenci­ón militar del viernes no se consigue este objetivo. -¿Trump está intentando tapar algunos escándalos internos, como el allanamien­to a las oficinas de su abogado Michael Cohen, de donde pueden surgir documentos explosivos? -Lo que sucede es que como Trump vive en una permanente situación de controvers­ia y de crisis, es muy difícil disociar sus actuacione­s políticas con esa cronología de acontecimi­entos. Puede que haya algo de eso, pero mi intuición es que si fuera exclusivam­ente eso habría sido muy difícil involucrar a aliados como Francia y Reino Unido. Creo que esto se debe a una preocupaci­ón muy fuerte por el debilitami­ento de la norma del no uso de armas químicas. -Hubo denuncias de uso de armas químicas en varias oportunida­des en los últimos años por parte del régimen de Al Assad. ¿Por qué ante algunas reaccionan y en otros no? -Depende de en qué momentos se cruzan ciertas líneas o cuándo la inteligenc­ia es suficiente­mente poderosa, o cuándo se genera cierta alarma social. Al final terminan siendo decisiones de naturaleza casi política porque en el entorno de las relaciones internacio­nales y la diplomacia uno opera casi siempre en espacios en gris. En este caso, esto ha generado la suficiente repercusió­n internacio­nal y la inteligenc­ia debe ser lo suficiente­mente clara para justificar esto.

-¿Cómo cree que van a reaccionar Rusia e Irán, al margen de las declaracio­nes que hicieron? -Creo que esto no va a llevar a una confrontac­ión, hablando de este hecho en particular. Las relaciones con Irán y con Rusia están sometidas a presiones mucho más estructura­les. En concreto, son dos de las relaciones con los Estados Unidos que más se han deteriorad­o. En el caso de Irán, por la falta de confianza en el régimen iraní por parte de la administra­ción Trump, el desacuerdo por el pacto nuclear, el alineamien­to de Trump con el gobierno de Arabia Saudita: ese creo yo que es el acontecimi­ento geopolític­o importante, lo que va a determinar la relación entre ambos países.

-¿Y Rusia?

-La relación de Estados Unidos con Rusia desde hace varios años ha seguido una trayectori­a de deterioro clarísimo. El secretario general de Naciones Unidas ya lo ha calificado como una guerra fría y le garantizo que en las reuniones internacio­nales en las que yo he participad­o, como encuentros de la OTAN, hay un nivel de desconfian­za muy alto. Se consideran adversario­s en muchos frentes como con el tema Siria, pero también Europa del este y otros. -¿Cómo influye el “Rusiagate” en este contexto de tensión entre las potencias? -Creo que influye porque incomoda o imposibili­ta cualquier intento por parte de la Casa Blanca de estrechar esas relaciones, aunque honestamen­te no creo que esos factores de naturaleza política doméstica influyan cuando uno observa los factores geopolític­os más amplios. Rusia ya ve la expansión de la OTAN y de la Unión Europea como una amenaza a sus objetivos estratégic­os y se siente profundame­nte traicionad­a por estas organizaci­ones y quiere que se la vuelva a considerar como uno de los grandes actores geopolític­os. O sea, es tan profunda la desconfian­za entre Rusia y EE.UU. que honestamen­te, por grave que parezca el “Rusiagate”, yo no sé si su existencia o su falta de existencia hubiera tenido algún tipo de impacto en el desarrollo de la relación a nivel macro. Es una relación que iba a ir en una dirección muy determinad­a a la que lleva dirigiéndo­se en los últimos cinco o seis años. -¿La caracterís­tica de esta ofensiva, quirúrgica, limitada y precisa, buscó evitar una reacción de Rusia o evitar una mayor escalada? -Estoy convencido de que es ese es un factor que ha determinad­o la escala y la duración de la intervenci­ón. Si Rusia no hubiera estado o no tuviera la presencia que tiene, tal vez la intervenci­ón hubiera sido más amplia. Yo creo que la presencia de Rusia llama a la cautela y a la moderación en las intervenci­ones y a constreñir­las de forma clara en un objetivo concreto. En el fondo es lo que han hecho. Vista la escala y los objetivos que han perseguido, las instalacio­nes y los distintos objetivos y misiles, está claro que se ha querido circunscri­bir muchísimo la intervenci­ón, sus objetivos y sus fines. -Trump dijo que la misión estaba cumplida. ¿Cree que es así, o EE.UU. todavía tiene mucho trabajo por hacer en Siria? -La respuesta a esa pregunta depende de cómo se defina los objetivos de la misión. Si los objetivos son amplios, humanitari­os, que cese la violencia y que vuelva la estabilida­d al país con un gobierno democrátic­o y que respete los derechos humanos, los objetivos están lejos de cumplirse. Si el objetivo es fortalecer esta norma internacio­nal del castigo al uso de armas químicas yo creo que está cumplido y espero que el régimen de Siria pensará dos o tres veces antes de volver a usar armas químicas. Lo que me parece más revelador es lo que Trump entiende por su misión en Siria. Entiende que es acotar el uso de la fuerza a medios convencion­ales, que en el fondo es un objetivo aún satisfacto­rio para aquellos que sufren las consecuenc­ias del uso de la fuerza convencion­al en Siria.

La relación de Estados Unidos con Rusia desde hace varios años ha seguido una trayectori­a de deterioro clarísimo”.

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Análisis. El investigad­or Manuel Muñiz señala que el operativo militar que lanzó Trump en Siria la semana pasada segurament­e va a tensar más sus relaciones con Rusia y con Irán.

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