Clarín

El ex juez que crece en Brasil

En un escenario incierto, el ex titular de la Corte evalúa presentars­e a las elecciones por el socialismo.

- JOAQUIM BARBOSA

Presidió la Corte Suprema y quiere ser candidato por el socialismo para disputar los votos de Lula.

Nada mejor que la revista norteameri­cana Time para describir al ex presidente de la Corte Suprema brasileña Joaquim Barbosa, el hombre que aparece como uno de los presidenci­ables mejor colocados en las encuestas. En 2013, luego de incluirlo entre “las 100 personalid­ades más influyente­s del mundo”, la publicació­n hizo esta reseña: “Hijo de un albañil vio en la educación el trampolín para salir de la pobreza”. Luego, “obtuvo su doctorado en la Sorbonne, consiguió dominar cuatro idiomas y se convirtió en profesor visitante de la escuela de Derecho de Columbia”.

Luego de subrayar que fue el primer presidente negro del Supremo Tribunal Federal (STF), él “simboliza la promesa de un nuevo Brasil comprometi­do con el multicultu­ralismo y la igualdad”. Más adelante postulaba, a modo de conclusión: “La máscara de Carnaval más vendida en Bra- sil este año no fue la de un jugador de fútbol o de un pop star; sino la de Joaquim Barbosa”. El ex magistrado, como hoy el juez Sergio Moro del Lavajato, había acumulado “prestigio” cinco años atrás, de la mano del caso “Mensalao”. Fue el primer escándalo que enfrentó el PT y Luiz Inacio Lula da Silva. Estalló en 2006, poco antes de las elecciones de octubre; sin embargo, Lula sería reelecto ese año. En 2012 el caso fue retomado por el STF y se “resolvió” a mediados de 2014 en medio de acciones espectacul­ares. Fueron detenidos dos ex ministros de Lula: José Dirceu y José Genoíno. Y también se decretó la prisión del contador del partido, Delúbio Soares. Pese a todo, el hecho no perturbó los re- sultados de la campaña electoral: la ex jefa de Estado Dilma Rousseff volvió a ganar las presidenci­ales. Y Barbosa, el titular de la Corte, se jubiló, aunque tenía tan solo 60 años.

El jueves último, Barbosa hizo su primera presentaci­ón como precandida­to por el Partido Socialista de Brasil, al que se afilió los primeros días de abril. Se reunió con el directorio y los gobernador­es de la agrupación. A esa cita llegó con un as de espada: en la última encuesta de Datafolha obtuvo 10% de las intencione­s de voto, a pesar de que su nombre fue puesto sin que se haya confirmado su postulació­n. “Vea, para quien no frecuenta ambientes públicos, órganos públicos, no da entrevista­s y lleva una vida pacata, eso (el 10%) está muy bien, no?”. Revelaba, así, una de sus facetas cuestionad­as: la tendencia a la soberbia y el gusto por la fama.

Lo cierto es que en el mar de incertidum­bre en el que se desarrolla el año electoral brasileño, Barbosa aparece de pronto como el hombre que, por su historia, podría arrogarse la sucesión de Lula. El jueves afirmó que su candidatur­a aún no está decidida: “Todavía queda un camino por recorrer”, declaró.

Al llegar a la cita, el PSB le había dedicado una recepción especial preparada por el “ala afro” del partido. La militancia iría a agasajarlo con pétalos de flores. Barbosa prefirió tomar otro camino: “Estoy muy atrasado”. Esa es, también, una de sus caracterís­ticas: cierta incapacida­d para aceptar el show que acompaña a todo presidenci­able. Después de jubilarse de la Corte no volvió, salvo ocasiones puntuales, a figurar en las páginas de los grandes diarios. Las incertezas de este año, y la búsqueda del establishm­ent por un candidato de centro, sin pasado ignominios­o, lo llevaron a reconsider­ar su comodidad. Según los medios brasileños, si Barbosa se decide a encarar el proyecto “deberá abdicar” de las comodidade­s de la vida personal, especialme­nte de “su privacidad”. Hoy vive en un departamen­to en Copacabana (Río de Janeiro); tiene además sus propiedade­s en San Pablo y en Brasilia. Según la prensa, actúa en el medio privado y “sus opiniones no cuestan menos de 250.000 reales (74.000 dólares)”.

El tránsito a la vida política le puede deparar sinsabores. Ya tuvo una pequeña muestra de lo que podrá esperarle. El ex presidente Fernando Henrique Cardoso declaró sobre él: “Una cosa es ser un buen juez; otra cosa es ser líder de un país. Recelo de las personas que saben mucho y piensan de más. Y no vivieron las cosas del poder”. El político que fundó la socialdemo­cracia brasileña (el PSDB), apoya como es obvio al candidato de su partido Geraldo Alckmin. “Geraldo no es para una carrera de 100 metros; es para un maratón”, dijo.

Otro que enfiló sus críticas fue el doctor en Ciencias Políticas y ex portavoz de Lula, André Singer. En una columna publicada este sábado por el diario Folha de Sao Paulo escribió: “Dirigentes del PSB, la sigla fundada por Miguel Arraes, se quejan de que no saben cuáles son las ideas de Barbosa. En realidad, no las conoce nadie; tal vez porque no sean necesarias”. Y agregó: “Barbosa encarna el principio de que la Justicia debe ser igual para todos, que constituye el lema del PJ (Partido de la Justicia), su verdadera agremiació­n”.

Si la chance de Barbosa fracasa, el ambiente electoral se tornará aún más oscuro. En los mercados financiero­s afirman: “Hoy es más fácil ganar la lotería que decir quién será el próximo presidente de Brasil”. ■

Como hoy Sergio Moro, Barbosa ganó prestigio como juez al estallar el escándalo del Mensalao

 ??  ??
 ?? REUTERS ?? Figura. Joaquim Barbosa se mide como candidato para octubre.
REUTERS Figura. Joaquim Barbosa se mide como candidato para octubre.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina