Clarín

El “golden boy”, de Menem a los Kirchner

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Hijo de una familia de clase media que se esforzó para que pudiera estudiar en colegios privados como el Lincoln y San Andrés, Martín Redrado llegó siendo muy joven a la tapa de los diarios. En 1992 un artículo de The Washington Post lo caracteriz­ó como el “Golden Boy” por los resultados de su trabajo en la Comisión Nacional de Valores.

Carlos Memen lo ponía de ejemplo en el equipo económico pero sus roces con el súper ministro de la época, Domingo Cavallo, lo eyectaron del cargo. Volvería mucho después a la función pública cuando Eduardo Duhalde lo convocó como director de Relaciones Económicas Internacio­nales de la Cancillerí­a.

Néstor Kirchner lo llamó en 2004, cuando Roberto Lavagna era aún su ministro de Economía. Y lo nombró como el sucesor de Alfonso Prat-Gay en el Banco Central. En los círculos kirchneris­tas el nombre de Redrado nunca fue digerido.

“Cristina no era una persona que entendiera de economía, realmente ni siquiera, como a veces ocurre en nuestros hogares, se ocupaba de la economía familiar, con lo cual llegó de no administra­r nada a administra­r la Presidenci­a de la República. Ella tenía una visión muy ideológica, las conversaci­ones siempre terminaban en “traeme un papelito” y el papelito yo sabía que después a la noche iba a verlo con Néstor”, cuenta ahora.

“Por suerte siempre tuve una relación profesiona­l. Algunas veces le preguntaba­n a Néstor Kirchner: ¿cómo tenés a Redrado en el Banco Central? Y bueno, lo tengo porque sabe, tráiganme otro que sepa, respondía”, amplía Redrado.

La relación con la Casa Rosada se deterioró y llegó al punto de quiebre cuando Cristina decidió comenzar a pagar la deuda con reservas del Central. Redrado se opuso y eso terminó con su salida luego de resistir en la misma sede del Central y bajo el amparo de la Justicia. Era enero de 2010.

“Vengo de un hogar de clase media, soy nieto de inmigrante­s. Mis abuelos eran españoles. Mi padre nació en Argentina en 1928 y fue un hombre que se hizo a sí mismo, producto de la escuela pública”, describe sobre sus orígenes. Su padre fue profesor de Bellas Artes en la Prilidiano Pueyrredón y se dedicó a la publicidad.

A sus primeros pasos como economista los dio en verdaderos laboratori­os. Así, le tocó de la mano de Jefferey Sachs asesorar en la Bolivia de Paz Estenssoro. El país padecía en ese momento hiperinfla­ción y los precios aumentaban al 22.000% anual.

En los últimos años, irrumpió en la prensa del corazón por su romance con la modelo Luciano Salazar. Redrado habla ahora de una vuelta de página y dice que su única prioridad y preocupaci­ón son sus dos hisjos, de 22 y 16 años. En el piso d e la Fundación Capital que dirige se destacan dos cuadros abstractos en las únicas paredes que no son de vidrio. Fueron pintados por la artista Beatriz Rodríguez Gauna, su madre.

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