Clarín

El gasto en subsidios a la luz y el gas llegará este año a los US$ 4.300 millones

Desde 2016 se hicieron recortes por US$ 8.000 millones. Por las metas fiscales, en 2019 bajarán a US$ 2.000 millones.

- Martín Bidegaray mbidegaray@clarin.com

Aun con cambios y modificaci­ones, la reducción de subsidios públicos a las tarifas de luz y gas se transformó en una de las principale­s políticas de la actual administra­ción. Desde que arrancó su mandato, el presidente Mauricio Macri le encomendó al ministro de Energía, Juan José Aranguren, la eliminació­n de las subvencion­es a esos servicios, ya que los hogares de mayor holgura resultaban los más beneficiad­os, por poseer la mayor cantidad de equipos que consumen energía.

Macri en persona está atrás de la baja de subsidios. El presidente entiende que son recursos que engordan el déficit fiscal, que alejan al país de ser “normal”. Su meta es llevarlos a lo mínimo que se pueda hacia diciembre de 2019.

En 2015, cuando el kirchneris­mo se despedía del poder, los subsidios a la energía -que provocaban precios artificial­mente bajos en el gas en todo el país y la luz en Buenos Aires- alcanzaban los 12.000 millones de dólares. Para este año, la previsión del presupuest­o es que las erogacione­s para “tarifa social” y otras políticas de esas tarifas ronden los US$ 4.300 millones. En lo que va de su gestión, el Go- bierno estaría logrando disminuir el rojo fiscal en casi US$ 8.000 millones.

Si bien todavía no es explícito, la idea del Poder Ejecutivo es seguir ese sendero de disminució­n y que el presupuest­o de 2019 asigne algo más de US$ 2.000 millones en subsidios. De esa forma, dicen los funcionari­os, se habrá menguado el “populismo energético” que Cambiemos le endilga al ex Frente para la Victoria.

Antes de los aumentos de tarifas, una factura de luz en la ciudad de Buenos Aires o el conurbano era 16 veces inferior a lo que se cobraba por ese mismo servicio en las ciudades de Uruguay y Brasil. Ahora, que el im- porte del consumo eléctrico se multiplicó por más de 15 en Buenos Aires - porque en el interior ya quintuplic­aba los valores porteños-, los valores de las facturas en el país se van pareciendo a los de países vecinos.

Durante la gestión de los presidente­s Kirchner, los subsidios energético­s superaron los $ 475.000 millones. A un dólar promedio de $ 4,50, son más de US$ 105.000 millones. La misión que le encomendó Macri a Aranguren fue la reducción de esos montos a su mínima expresión. Cuando termine el mandato, en diciembre de 2019, Aranguren espera que la provisión de luz y gas en el país sea como la de la mayoría de las economías desarrolla­das.

Los aumentos de gas -que acumulan más de un 1000% desde 2016- fueron más complicado­s para el Poder Ejecutivo. Un incremento decidido en 2016 fue rechazado por la Corte Suprema de Justicia, que forzó a la implementa­ción de audiencias públicas. Las boletas de 2017 fueron refinancia­das durante el invierno, como sucederá este año.

Los mayores precios a hogares e industrias también provocaron el interés de los inversores. Subió la capacidad eléctrica del país por varios grupos que desembolsa­ron miles de millones con ese objetivo y el Gobierno cree estar enviando “señales” para que las petroleras extraigan mayor cantidad de gas. En Vaca Muerta se supone que hay enterrado gas para cubrir 400 años de la demanda argentina de ese fluido.

En el Gobierno, existe un sector político que no pierde ocasión de deslizar críticas al ministro Aranguren. Le reprochan que no viene de la política, sino que llegó tras su paso por Shell, donde se enfrentó con el ex secretario de Comercio, Guillermo Moreno más que casi todos los funcionari­os actuales.

Pero el presidente Macri en persona está atrás de las medidas que toma Aranguren. Las conversaci­ones entre ambos los encuentran con varios denominado­res en común: ingenieros de formación, fanáticos de Boca y más cómodos desde lo técnico - cómo se construyen los procesos y la eficiencia- que de la rosca política, que ambos experiment­an como una suerte de mal necesario. ■

Los valores de las facturas en la Argentina se van pareciendo a los de países vecinos

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