La réplica de un lector por las obleas de discapacitados
Escribo por las críticas que recibió mi carta, “Muchos autos se aprovechan con el cartel de Discapacitados”, publicada el jueves 19, y abarcaba varios temas. El eje central era que, en mi diario transitar por la calle Paraguay he comprobado que muchos autos, sin ninguna identificación de minusválido, estacionan libremente. Algunos son comerciantes de esa calle que estacionan en la puerta de sus comercios. Lo he hecho notar varias veces a agentes de policía y patrulleros, sin ningún éxito. Cada día se ven más autos estacionados con diferentes obleas o carteles colocados en el parabrisas. Como algunos autos tienen hasta tres obleas, no hay uniformidad en colores y tamaños y los carteles difieren notoriamente, y hacen sospechar que su origen pueda ser trucho.
No se entiende cómo la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, con su notorio afán de recaudar, ha hecho una gran inversión en remozar el Macrocentro, pero no manda a sus agentes de tránsito a controlar a quienes estacionan. Habiendo recibido varios mails (tanto a favor como en contra de mi carta), acepto que puedo haber ofendido, sin ninguna intención, a quienes sí padecen una disminución física. Por el contrario, al expresar que “se van caminando sin demostrar ningún tipo de deficiencia física”, lo hice refiriéndome a los que puedan tener identificación trucha.
Si, como dicen algunos lectores, se ha descentralizado el otorgamiento del Certificado de Discapacidad, pasando los mismos a ser otorgados por cada municipio, no se ha previsto el unificar los formatos y diseños, tal como se hizo con las licencias de conductores en Provincia. Entiendo que esta apertura puede hacer más fácil conseguir un permiso con todas las de la ley, aunque a veces puedan otorgarse a quienes no corresponda.
A quienes disienten con mi carta, les digo que si se erradicasen a truchos y a los que no tienen ninguna identificación, pero igual estacionan, habría más lugares para quienes justificadamente necesitan hacer uso de ellos. No tengo aversión ni problemas con los genuinos derechos de los discapacitados. No son el objetivo de mi carta. Tomás Fernandez Iramain tfi@fiberel.com.ar