Clarín

Femicidio y suicidio en Nordelta: la hija halló los cadáveres

La víctima tenía 51 años y el agresor, 54. Afirman que él la hostigaba por sus celos “enfermizos”. Le dio dos disparos.

- Julieta Roffo jroffo@clarin.com

El hombre le disparó y después se pegó un tiro en la cabeza.

Desde adentro, alguien cerró la puerta de la habitación matrimonia­l con llave. Florencia, una de las hijas de la pareja, buscó una copia de esa llave en la casa familiar y abrió: encontró los cadáveres de su mamá y su papá. Fue ayer al mediodía en Nordelta, en la vivienda que la familia encabezada por Rosana Migueles y Horacio González vivía hace unos quince años, según contó a Clarín un vecino. La hipótesis que investiga la fiscalía -y lo que interpretó Florencia apenas tuvo que enfrentars­e a la escena- es que González asesinó a su esposa y después se suicidó. Técnicamen­te, dijeron fuentes de la investigac­ión, se trató de un femicidio.

Rosana tenía 51 años y su esposo, 54. Vivían en una casa en el barrio Barrancas del Lago, uno de los veinticinc­o que componen el complejo Nordelta. Según detallaron fuentes de la investigac­ión, tanto las dos hijas del matrimonio como otros dos familiares contaron que la relación en- tre Migueles y González estaba caracteriz­ada por violencia verbal y celos por parte de él, que incluso algunas veces la ha perseguido por la calle. “Era una relación enfermiza”, habría dicho una de las hijas del matrimonio, y contó que discutían a diario.

Fuentes judiciales confirmaro­n a Clarín que no existían denuncias de Migueles por violencia de género. Esas mismas fuentes confirmaro­n que la carátula de la causa es homicidio calificado por el vínculo seguido de suicidio, y que esta tarde se harán las autopsias de ambos cuerpos, a la vez que los barridos electrónic­os en las manos de Migueles y González para buscar rastros de pólvora.

Según precisaron, el cuerpo de ella recibió un disparo en el centro del pecho y uno en el abdomen, cerca de la zona pélvica. El cuerpo del presunto asesino tiene un balazo en la sien derecha: González era diestro y el rastro que dejó la pólvora en el lugar de acceso coincide con la distancia que deja un disparo suicida. Fuentes del caso afirmaron que se investiga si el ataque se produjo el domingo

por la noche, cuando la pareja había quedado sola en su casa.

Una de las versiones es que González discutió con el novio de una de sus hijas y lo echó de la casa el domingo alrededor de las 19.30. La chica se fue con él y regresó alrededor de las 22.30. Al día siguiente se fue sin volver a ver a sus padres, por eso ahora se investiga esa ventana de tiempo.

El cadáver de Migueles fue encontrado tirado a un costado de la cama matrimonia­l, y el de él, en el pie de la cama, en el primer piso de la casa que

compartían. Los datos fueron recabados por la UFI de Benavídez, a cargo del fiscal Jorge Fitipaldi.

Fuentes policiales confirmaro­n que se secuestró un revólver calibre .38 en la escena del crimen, una casa en el lote 48 del barrio Barrancas del Lago, en Nordelta. Allí las viviendas rodean un lago artificial y los lotes tienen unos 700 metros cuadrados .

Desde Nordelta confirmaro­n que ni Migueles ni González formaban parte de la comisión directiva del barrio en el que vivían. Dentro de la casa que compartía el matrimonio había cámaras de seguridad.

Migueles y González eran dueños de Delta Hogar, una mueblería en la zona de Los Troncos del Talar, en Pacheco. Ambos trabajaban allí, así como otros integrante­s de la familia. El conmutador que atiende el teléfono de esa mueblería, en la que ayer Clarín no pudo comunicars­e con nadie, antes de poner a quien llama en espera, dice: “Sea usted feliz”.

Según trascendió, la hija que se fue ayer a la mañana de la casa le comentó a su hermana Florencia que había poco movimiento y le pidió que se acercara a ver qué pasaba. En ese contexto Florencia, de 29 años, encontró a sus padres muertos y, según fuentes policiales, dedujo que su papá había matado a su mamá para luego pegarse un tiro. Para llegar a un resultado concluyent­e, la fiscalía contará con las autopsias, sus informes complement­arios, y las pericias sobre la pólvora que pueda haber en los cuerpos, no sólo en los orificios de ingreso de las balas, sino en las manos.

Si los peritajes confirman la hipótesis de que González asesinó a su esposa, no habrá a quién imputar. Se trataría de uno más de los casos de femicidio que la Corte Suprema no contempla en sus estadístic­as de violencia de género por no existir una persona física a la que se le pueda imputar ese homicidio. ■

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Juntos. Rosana Migueles y Horacio González eran dueños de un local de venta de muebles y artículos del hogar en Pacheco. Tenían dos hijas.
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El lugar. El ataque se produjo en una casa del barrio Barrancas del Lago.

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