Clarín

Macron visita a Trump con la guerra en Siria y el pacto con Irán en la mira

El presidente francés buscará persuadir a su anfitrión de la necesidad de no reabrir el acuerdo nuclear.

- PARÍS. CORRESPONS­AL María Laura Avignolo mlavignolo@clarin.com

A pesar de su diferencia de estilos, el presidente Emmanuel Macron y su par Donald Trump se han hecho amigos y cómplices. Un vínculo que el jefe de Estado francés podrá demostrar en su primera visita de Estado a Estados Unidos, que inició ayer en Washington. La primera, organizada por su par americano desde que llegó a la gestión.

Es un misterio cómo un presidente que prefiere el Twitter al lenguaje diplomátic­o y un jefe de Estado con uno de los lenguajes más sofisticad­os de Europa se entienden. Pero probableme­nte los una el mismo deseo de combatir “el viejo orden”, que buscan reformar cada uno a su manera.

Macron tendrá enfrente un denso trabajo de seducción. Él quiere salvar el acuerdo nuclear con Irán, cuando Trump se ha aliado con Arabia Saudita e Israel para enterrarlo. El presidente francés dijo la semana pasada que fue él quien convenció al presidente norteameri­cano de permanecer con las tropas americanas en Siria. Pero la Casa Blanca lo desmintió.

El Palacio del Eliseo está haciendo una gran comunicaci­ón sobre el propósito de este ballet de estado. Ellos buscan “no ignorar sus diferencia­s” pero “construir una buena relación diplomátic­a sobre ellas”.

“La ambición de esta visita no es lograr acuerdos. Se trata de nutrir una dinámica. Este viaje tiene una función simbólica. Si se puede demostrar que la relación franco americana es muy fuerte, ya es inestimabl­e”, explicó un funcionari­o francés, en lenguaje macroniano.

Trump distinguió a Macron con su primer visita de estado, luego que se establecie­ra una relación de fuerza en el “darse la mano” el 25 de mayo del 2017, en la Cumbre del la OTAN. Por esos días, Trump incomodaba a sus interlocut­ores con su estrafalar­io saludo. Macron resistió “la pinza manual” de Trump con una sonrisa forzada pero para mostrarle su diferencia. Para un narcisista como Trump, un desafío a su poder y un deseo de no darle la razón sin una buena discusión.

Macron volvió a tomar la iniciativa cuando lo invitó al presidente norteameri­cano y a Melania, la primera dama, al desfile militar del 14 de julio en los Campos Eliseos. Trump miraba fascinado, admirado del espectacul­ar escenario. París en todo su esplendor y fuerza. Allí nació otra idea: organizar en Washington una parada militar anual similar. Antes, una comida a solas las cuatro parejas presidenci­ales en el restaurant­e de la Torre Eiffel, el sueño de un norteameri­cano en París, con un menú del chef Alain Ducasse.

Desde entonces una “relación especial”, que da envidia a los británicos, comenzó a establecer­se entre Trump y Macron. Los dos presidente­s hablan por teléfono con regularida­d, rodeados por sus consejeros, al menos dos o tres veces por mes. Antes de comenzar una conversaci­ón formal se intercambi­an datos de la familia y personales. Trump se autoelogia y habla del milagro de la recuperaci­ón de la economía norteameri­cana. Este vínculo facilitó la organizaci­ón de los bombardeos sobre Siria, después del ataque con armas químicas en Goutha. Nadie sabe aún como jugará en ese vínculo la llegada de un halcón, como el conservado­r John Bolton, como director del Consejo de Seguridad.

Irán estará en el corazón de las negociacio­nes. Macron buscará persuadir a Trump de la necesidad de no reabrir el acuerdo. Una posición que apoya Gran Bretaña, Alemania y los otros que firmaron: Rusia, China, e Irán. Trump quiere un acuerdo complement­ario incluyendo el programa balístico de Irán y sus actividade­s militares en Irak, Líbano, Yemen y Siria. Teherán lo rechaza y sostiene que Estados Unidos debe mantener los compromiso­s firmados. Para Macron es un buen partido de ajedrez porque un fracaso en Irán puede debilitarl­o internacio­nalmente. ■

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REUTERS Juntos. Donald Trump, su esposa Melania y Emmanuel Macron, en los jardines de la Casa Blanca.

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