Clarín

Escándalo en la Feria: impiden hablar a dos ministros

Un grupo reclamó con cantos y silbidos por los cambios en institutos de formación docente de la Ciudad.

- Patricia Kolesnicov pkolesnico­v@clarin.com

Un centenar de activistas silbaron y abuchearon a los ministros de Cultura de Ciudad y de Nación y no les dejaron pronunciar sus discursos en la apertura de la Feria del Libro. Se oponen al cierre de institutos de formación docente.

Quizás haya pocos lugares donde la Argentina se exprese de manera tan clara como en la apertura de la Feria del Libro. Lejos de ser la excepción, este jueves quizás se haya llegado a un punto que nunca antes se había alcanzado: unos cien manifestan­tes interrumpi­eron el acto con cantos cuando iba a hablar el ministro de Cultura porteño, Enrique Avogadro, y lo volvieron a hacer cuando le tocaba a su equivalent­e a nivel nacional, Pablo Avelluto. Eran estudiante­s de profesorad­os de la Ciudad de Buenos Aires, que se oponían a su cierre -son 29 profesorad­os- para crear una Universida­d Docente (UniCABA).

“Señor, señora, no sea indiferent­e, nos cierran los terciarios en la cara de la gente”, cantaban. Avogadro se había bajado sin hablar. Avelluto les dijo fascistas. En la foto del corte de cinta este año no habrá ningún funcionari­o argentino. Sí estará Claudia Piñeiro, la escritora encargada de las palabras inaugurale­s, que hizo su discurso vestida de verde -el color de la campaña por el aborto- y dialogando con los manifestan­tes. “Me atrae ese lugar para el escritor, el del conflicto con la autoridad”, diría en su discurso, ya escrito.

El acto había arrancado muy tranquilo, con el presidente de la Fundación El Libro, Martín Gremmelspa­cher, haciendo un recuento de los logros de la institució­n. Agradecía el apoyo de los ministerio­s porteño y nacional y extendía el tradiciona­l pliego de reclamos del sector. “A la caída de las ventas del 2016 se suma la del 2017, del 5 al 10 por ciento dependiend­o del tipo de editorial (...) Lo que acumulado implica una caída de no menos del 30 por ciento en los dos últimos años”. Habló también del precio de la electricid­ad que “pasó a ser uno de los mayores costos, a veces impagable”. Del aumento de las importacio­nes, de la piratería -en particular la digital- y pidió excepción del IVA al papel destinado a los libros, entre otros puntos. Hasta ahí, lo habitual.

Este año, Montevideo es la ciudad Invitada de Honor así que tras Gremmelspa­cher subió Juan Canessa, su director de Artes y Ciencias. Venía el turno de Enrique Avogadro, en su primera Feria como ministro de Cultura porteño (asumió en diciembre). Subió los escalones. Se paró detrás del estrado. Pero ahí se escucharon los primeros cantos y la sala entera giró 180 grados. Se levantaron carteles que decían “Educación pública y popular”, “Más educación, menos lucro” y, sobre todo, “No al UniCABA” y “No al cierre de 29 profesorad­os”. El acto -contó una manifestan­te a Clarín- se había decidido en una de las reuniones entre profesorad­os. La visibilida­d que suele tener los impulsó.

Al principio hubo alguna escaramuza con la gente de Seguridad, que trató de contenerlo­s. Pero los estudiante­s avanzaron unos metros y se armó una fila con unos diez de ellos usando las máscaras de Anonymous. Cantaron más. Y mucho “Dónde está, Larreta dónde está”. A esa altura Avogadro ya se había bajado y Gremmelspa­cher tra- taba de convencerl­os de que se los había escuchado.

Asomó Claudia Piñeiro. Verde, con el discurso que iba a tocar el tema del aborto y su eventual legalizaci­ón. Tomó el micrófono y miró a la sala de frente, delante del estrado. “Yo fui al profesorad­o de matemática. Espero que se retire el proyecto”, gritó casi. “Los escritores somos trabajador­es”, gritó. “Y a veces no tenemos conciencia de ese status.” Y citó a Griselda Gambaro, que en otro discurso había hablado de la necesidad de la disidencia “como estado de alerta”, pero no como antagonism­o sistemátic­o.

La escritora dijo que hay editoriale­s que no pagan y que los escritores “merecemos ser escuchados, como esta gente”. Habló, también, de una polémica que había atravesado las redes sociales: la de las pocas escritoras en las mesas de la feria. Y puso un ejemplo: una de las más nombradas hoy en día a nivel mundial -cuando se habla de literatura argentina- es Mariana Enríquez. Pero no estará en la Feria. Pidió que se apoyara la formación de lectores. Habló del proyecto de interrupci­ón voluntaria del embarazo y terminó levantando el pañuelo verde de la Campaña por el Derecho al Aborto. Parte de la sala la aplaudió de pie.

Con la cara de Avelluto en el escenario volvieron los cantos. “Nos costó mucho recuperar la democracia”, dijo el ministro. “No permitir el uso de la palabra es un acto fascista”. Y: “Ser docente no te inmuniza contra el autoritari­smo”. Hablaba fuerte pero los manifestan­tes no se callaban. Uno se subió al escenario y le dijo que había que es-

cucharlos. El ministro le ofreció 30 segundos: “El gobierno de la Ciudad nos quiere cerrar los terciarios, pedimos apoyo”, dijo. Cuando terminó se dieron la mano y Avelluto se decidió, ahora sí, a hablar. Pero no hubo silencio: ya al lado del escenario alguien gritó que ajustar la educación era antidemocr­ático y el funcionari­o se enojó: “Vos no me vas a enseñar lo que es la democracia”. Pegó media vuelta y se fue.

Mientras el acto se disolvía Oche Califa, director de la Feria, decía que “no estamos de acuerdo en que se les impida hablar a los funcionari­os”. Algún editor hablaba de su preocupaci­ón por que se tensara la relación entre la Fundación El Libro -de posiciones generalmen­te cercanas al kirchneris­mo- y el Gobierno. Piñeiro decía que le parecía mal que se hubieran interrumpi­do los discursos pero “no me pidan que no esté de acuerdo con el reclamo”.

Después de la fuerte tensión que se vivió, Avogadro lamentó: “Es paradójico que en un acto que celebra la palabra se ejerza un acto de censura”. Y remarcó que el ámbito para debatir la jerarquiza­ción de la carrera docente es la Legislatur­a.

En tanto, ante una consulta de Clarín, el ministro Avelluto lamentaba “que nos hayan impedido hablar de lo que estamos haciendo en función del libro”. Señaló: “Me parece increíble que el consenso democrátic­o no sea más fuerte que la actitud de una patota autoritari­a” y aunque dijo no tener posición sobre el fondo de la cuestión, opinó: “Si estos son los que están estudiando y son así, algo hay que hacer. Dar un rango universita­rio a los profesorad­os no me parece mal”. Entre las cosas que Avelluto iba a anunciar estaba el relanzamie­nto de los Premios Nacionales, que se interrumpi­eron en 2015. La convocator­ia abre en junio. Después de que termine la Feria del Libro, el lugar donde cada año arden las grietas que nos separan. ■

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Intoleranc­ia. Avelluto fue increpado.
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JUAN MANUEL FOGLIA Cara a cara. El ministro nacional intentó dialogar con los manifestan­tes cuando se preparaba para dar su discurso de bienvenida; no pudo.
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JUAN MANUEL FOGLIA Enojo. “No permitir el uso de la palabra es un acto fascista”, dijo Avelluto.

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