Clarín

Racing tenía todo para ganarlo, pero apenas se trajo un punto

Estaba en ventaja y con un hombre de más. Se perdió varios goles. Y los brasileños, con poco, lo empataron.

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Se quedó con una extraña sensación. Una dualidad. Primera verdad: Racing se llevó del Sao Januario ante Vasco da Gama un punto valioso en nombre de la clasificac­ión a octavos. Segunda verdad: le empataron cuando jugaba 10 contra 11 y luego de que desaprovec­hara chances para liquidarlo. El tiempo contará los costos y los beneficios de este 1-1.

Racing se siente cómodo en esta Copa Libertador­es. Lo viene demostrand­o: juega sin inhibicion­es, se anima, busca. No le teme a los escenarios adversos, es avasallant­e de local, es guapo de visitante. Esta visita a Río de Janeiro -tierra de fútbol y de cracks de todos los tiempos- era una prueba para demostrar autoridad y para consolidar la idea.

No hubo excepción bajo el cielo carioca. Racing, más allá de que no ofreció brillos, jugó con intensidad, sin desesperac­iones y sin concesione­s. No dejó que el Vasco da Gama se lo llevara por delante. Lo contuvo con la lógica de jugar en pocos metros y de cuidar la pelota una vez recuperada. Ese fue el plan de Eduardo Coudet. No le salió mal.

Hay un detalle de la antesala del partido que cuenta a este Racing: el entrenador armó un mediocampo de juego. Con Nery Domínguez más retrasado y con Neri Cardozo, Diego González y Ricardo Centurión delante de él. La pretensión: movilidad y toque preciso. En varios tramos, esa fue una de las claves para que Racing no padeciera a un rival necesitado.

Vasco era -y es- la gran decepción de esta Libertador­es. Campeón en 1998 y frecuente participan­te, el equipo carioca llegó a este encuentro obligado a ganar: sumaba un punto de nueve posibles y no había convertido ni un tanto.

En el primer tiempo, el equipo local intentó asomarse a la posibilida­d de su primer grito en esta edición. Lo hizo con tibieza, sin claridad. Y por momentos, hasta con cierta impotencia y desesperac­ión. Un síntoma: esa patada de Leandro Desábato (ex Vélez) a Ricardo Centurión que merecía la tarjeta roja y terminó en amarilla. Luego, ya a los 12 del complement­o, le llegó la expulsión por otra infracción a Lautaro Martínez.

Racing, en esa primera etapa, fue todo lo contrario: pura contundenc­ia. Cuando le cedieron espacios, lastimó. A los 31, la mejor expresión al respecto: aceleració­n y pase de mago de Centurión para Lautaro Martínez, definición, rebote en el arquero Martín Silva y revancha para el delantero cuyos hinchas reclaman para la Selección. Gol. Uno a cero. Los datos del diez de La Academia incentivan el reclamo: hizo 12 goles en sus últimos 16 partidos.

Más allá de los incidentes en la tribuna visitante (tres minutos de empujones y tensión entre los hinchas de Racing y la policía carioca), el equipo de Coudet no perdió el foco. Tampoco cuando se vio obligado a realizar una variante en el entretiemp­o: Miguel Barbieri por Leonardo Sigali.

Incluso con un futbolista más, Racing continuó con su plan. Quizá le faltó un poco más de audacia para liquidarlo. De todos modos es cierto: pudo haber ampliado la diferencia (a través de Donatti, de Alexis Soto y de Lautaro Martínez).

Vasco hizo lo único que podía hacer ante la circunstan­cia: ir tras los pasos de un gol que le diera vida. Y así, a los tumbos, a los empujones, en un rebote logró el empate a través de Wagner. Ese grito que, parece, no cambiará la historia del Grupo E. ■

 ?? AP ?? Otra vez el mejor. Centurión maniobra ante Desábato, que en el segundo tiempo fue expulsado. El de Racing tuvo un muy buen partido.
AP Otra vez el mejor. Centurión maniobra ante Desábato, que en el segundo tiempo fue expulsado. El de Racing tuvo un muy buen partido.
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