Clarín

“Teníamos que tomar unas vacaciones de Catupecu”

Con su banda originaria en stand by, hoy lanza “Vanthra”, el primer álbum de su nuevo trío, que lleva el mismo nombre, al que describe como “una meditación que no tiene tiempo”.

- Marcelo Fernández Bitar

Especial para Clarín

Vanthra es una palabra inventada, basada en “mantra” pero con ve corta y una hache intermedia. Surgió como nombre de un flamante grupo de rock que viene haciendo las cosas a su modo, casi de manera opuesta a lo habitual. No tiene batería sino bombo legüero, suma sonidos electrónic­os y tiene la caracterís­tica guitarra y voz de Fernando Ruiz Díaz, que puso en pausa a su popular banda Catupecu Machu y ahora tiene toda su energía puesta en este proyecto.

En este inesperado y fascinante viaje lo acompañan Charlie Noguera y Pape Fioravanti. Juntos, bien podrían patentar el sonido de “power malambo”, con energía arolladora y ritmos que recuerdan al tradiciona­l baile folclórico con golpes de botas y tacos. Hacen canciones poderosas, contundent­es, adictivas e hipnóticas, capaces de armar un arco musical que va de King Crimson al hardcore, con frases como “ver no es solo con los ojos” y “suspiro en vez de llorar”.

Fernando está más que entusiasma­do. Abre las puertas de su casa, muestra su estudio casero y cuenta que durante meses ese espacio se convirtió en la sala de ensayos de Vanthra, hasta que decidieron cambiar la bucólica vista de un patio verde por las sierras de Córdoba, donde grabaron el disco, y luego mudarse al paisaje igualmente verde del pasto y árboles de Maschwitz, donde realizaron la mezcla.

“Me di cuenta -dice- de que teníamos que tomar unas vacaciones de Catupecu. A mí me gusta dar el 120% y en un momento vi que estaba estresado por un montón de cosas. Todo iba recontra bien, pero me encontré tocando covers de Catupecu; la gente se iba refeliz y yo no tanto. Muchos me preguntan si Catupecu se separó o si vuelve. Yo digo que Catupecu no se puede separar porque no me puedo separar de mí. Jamás separaría a Catupecu porque es mi vida, es mi casa. Pero no podría haber hecho esto con Catupecu”.

-Por la forma que hicieron las cosas, tampoco daba para reinventar a Catupecu y seguir adelante con otro sonido.

-Lo que me pasó con Vanthra fue que en un momento me encontré componiend­o cosas que no eran para Catupecu. Porque siempre com- puse y quedaban cosas afuera, pero los temas de Vanthra no son descarte de Catupecu, sino que fueron canciones que en un momento me puse a componer de otra manera y sabía que no eran para Catupecu. Yo hablo mucho, salgo de noche y todo, pero después vivo una vida muy solitaria y estoy acá en casa, en los estudios o en los hoteles, escribiend­o mucho.

-¿Cómo se les ocurrió guardar el disco que tenían listo hace mucho, sacar los temas de a poco y salir a tocar a lugares chicos, casi en “modo guerrilla”?

-Desde que empezamos, todo en Vanthra se fue dando así. El comienzo fue cuando un amigo me regaló un ukelele increíble de calidad tremenda y pensé en hacer algo tocando solo y con secuencias. Otro me regaló un charango que trajo de otro país y ahí arranqué con eso. Empecé sentado, e iba a ser como un laboratori­o que disparara sonidos, y de ahí fue preguntarl­e a Charlie si quería sumarse a esta aventura. Al poco tiempo empezó a sonar cada vez más fuerte y se me ocurrió llamar a Pape. La historia siguió creciendo y al terminar el disco se lo mostramos al productor Roberto Costa, que nos escuchó tocar en la sala y dijo que estaba tan bueno que le parecía que la gente lo tenía que escuchar primero en vivo, como las tribus y antiguas civilizaci­ones que veían y vivían la música. ¡Nos mira-

mos todos y nos pareció que estaba más loco que nosotros, que ya veníamos haciendo todo al revés! Se dio así. No fue siquiera una estrategia de marketing. -¿Se daban cuenta de que habían logrado algo muy nuevo y original?

-Es muy difícil hablar de uno mismo, pero realmente me siento muy contento. Hace poco nos fuimos doce días de gira a México y todos nos decían que era algo muy diferente. ¡Pensá que para alguna gente en la Argentina les suena exótico el bombo legüero, así que imaginate en México! Entonces les explicábam­os que no había batería ni hi-hat, y les mostrábamo­s el set. Y ahora, cuando tocamos en la ceremonia de las nominacion­es de los Premios Gardel, volvimos con Marilina Bertoldi en el auto y escuchamos todo el disco juntos. Recién ahí, como una epifanía, caí en lo que es el audio del disco de Vanthra. Me puso muy feliz sentirlo tan intenso e interesant­e. -A pesar de tener mucha historia y convocator­ia con Catepecu, esto parece un intento de recuperar la inocencia de los comienzos de tu carrera. -Exactament­e. Para mí, un gran sig

no fue que mis amigos me decían que había que estar loco para arriesgars­e a hacer otro grupo, y yo no me daba cuenta. Después empecé a tomar conciencia de eso. Me quedé pensando por qué llamaba tanto la atención, y al tiempo caí,

A dos puntas El sonido de Vanthra propone una mirada hacia el futuro en conexión con la raíz profunda.

cuando ya estábamos en los escenarios. Creo que Vanthra tiene, antes de que salga el disco, muchísimos momentos de “¡Misión cumplida!”.

Yo siento una gran responsabi­lidad con la música, y desde los ocho años sentí que había una misión en

esto. Y es alucinante que me haya pasado esto y con ellos dos, que también salen del riñón de Catupecu. Por eso el disco se llama Vanth

ra, porque cualquier otro título le hubiera quedado chico. Es como si se llamara “This is Vanthra”. Es complejo entender el por qué de cada paso de Vanthra, pero queríamos que el disco estuviera completo, y así estuvimos tantos meses y cada uno aportó algo muy importante. Y por eso está pasando lo que sucede también. -La sensación es, por un lado, “misión cumplida”. Y por otro, “Esto recién comienza”. -Lo que está pasando ahora es justamente eso. El otro día, cuando terminamos el show en los Gardel, dije: “Si esto es la base, ya está”. El próximo paso será el 8 de junio en La Trastienda, y está buenísimo largarlo ahí y pasar ahí nuestro primer show “para afuera”, con el disco editado, porque ya tenemos una base y esto es felicidad. Está muy lindo estar pensando en preparar ese show. Quizá nos acostumbra­mos mucho a esta época que todo era como un puntapié inicial. El viaje vánthrico es como si estuvieras festejando una noche que está buenísima como una sinfonía, y después viene el amanecer mirando la playa y te vas a desayunar y no te querés ir a dormir. Es el estado ideal. El viaje vánthrico es algo así: una meditación que no tiene tiempo.

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GERMÁN G. ADRASTI Power malambo trío. Una definición que acorde a la propuesta encabezada por Ruiz Díaz (centro), en la que es acompañado por Pape Fioravanti y Charlie Noguera.
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