Clarín

La cuna del “bondi” con corazón de barrio

- Judith Savloff jsavloff@clarin.com

1928. La mayoría de los porteños anda en tranvía, subte en el Centro y algunos ómnibus. Los taxistas están desesperad­os: casi no hay trabajo. A Desiderio Rodríguez, Manuel Pazos, Felipe Quintana, Aristóbulo Blanquet y Lorenzo Forte, entre otros, se les ocurre proponer traslados de hasta cinco pasajeros a la vez desde la plazoleta de Rivadavia y Lacarra, en el barrio de Vélez Sarsfield, hacer paradas fijas y dividir el precio. “¡Veinte centavos a Primera Junta!”, ofrecen a los gritos. “¡Diez centavos a Flores!” Y así, cuentan desde la Comisión Nacional de Transporte, el 24 de septiembre de ese año, nació el primer colectivo de Capital.

Vélez, que ocupa 2,4 km2 al oeste de la Ciudad –rodeado por Floresta, Monte Castro, Villa Luro y Parque Avellaneda– también era nuevo en esa época. Lo habían separado de Floresta, como subintende­ncia, en 1910. De modo que todavía reinaban las quintas, casonas con terrenos inmensos. Pero los inmigrante­s, también nuevos –tanos, gallegos, rusos, turcos–, ya empezaban a instalarse a pesar de la cercanía del arroyo Maldonado y las inundacion­es que implicaba.

Hoy las casitas bajas de Vélez Sarsfield son perlitas, humildes y no tanto, en la Ciudad. Pero esas construcci­ones, reformadas en general, entre las que de vez en cuando se planta alguna torre, representa­n además testimonio­s de aquella ola de pobladores que marcó su identidad. Vélez aún es aquel barrio-barrio. Cierto ritmo de domingo le hace frente incluso al del tránsi- to de la avenida Rivadavia.

Algunos lugares se destacan por su sentido “histórico o afectivo”, como señaló el historiado­r Arnaldo Miranda Tumbarello. “La plaza Ramón Falcón, la plazoleta de la Bandera, la Catedral Ucraniana Santa María del Patrocinio, el Museo Manuel Belgrano y el espacio de la memoria ex Olimpo –centro de detención clandestin­o durante la última dictadura militar-”.

Entre los más populares está la parroquia San Ramón Nonato, patrono de las embarazada­s y de las que quieren estarlo, que atrae unas 6.000 personas a las bendicione­s de los últimos días de cada mes y que los 31 de agosto, aniversari­o del santo, convoca hasta 34.000, según indicó a Clarín el padre Rubén Ceraci. Y está el Cine Teatro Gran Rivadavia (1939), racionalis­ta, con su gran fachada vidriada, obra del arquitecto Alberto Prebisch, autor del Obelisco.

“A Vélez Sarsfield lo definiría como el barrio porteño donde nació un ‘invento argentino’”, comenta a este diario Javier Cortese, guía del Ente de Turismo porteño. Es la cuna del “bondi” y es, agrega, “una zona de casas, espacios históricos y culturales y hasta algunos pasajes muy llamativos, como La Selva, el Pasaje Particular –sin salida– y El Sereno, bautizado de esa forma para homenajear a quien se ocupaba de vigilarlo”.

Cortese guiará mañana una visita gratuita por ésos y otros rincones. Para los vecinos de Vélez, es una oportunida­d de redescubri­rlo. Para todos, de comprobar que no se puede valorar lo que no se conoce. ■

El punto de encuentro para la visita de mañana es Rivadavia y Lacarra, 10 minutos antes de las 15. No hay que anotarse. Si llueve, se suspende. Gratis.

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