“La Argentina es un psiquiátrico gigante”
Músico, escritor, conductor o quién sabe, habla de drogas y excesos, y de mucho más que eso.
Andy se toma una raya como un vaso de agua, arma un porro gigante y en la primera pitada asegura que el dealer es más importante que su vieja…
¡Mentira! ¡Estupidez! ¡¡Estereotipo!! ¡¡Vagancia profesional!! Eso es lo que trata de decirnos cuando dice algo así como que el periodismo es una fábrica de pereza en estado de ordinariez permanente. “En la Argentina hablé de drogas antes que muchos otros y ustedes creen que soy un tipo que vive drogado”.
Vive en España, pero volvió a Buenos Aires a raíz de la reciente muerte de su padre y de un espectáculo de “soliloquios” –detesta lo de “stand up”- llamado El hombre nada. Se presentará el domingo a las 20 en la Sala Caras y Caretas (Sarmiento 2037).
-Hablame de tu actualidad psíquica y profesional.
- Amén de que ahora estoy sumergido en un inmenso dolor por la muerte de mi padre, mi actualidad psíquica se define con el nombre del espectáculo que estoy haciendo: El hombre nada. Hace tiempo que no me siento ni argentino ni español, ni músico, ni escritor, ni actor, ni hincha de River. Por lo demás estoy tranquilo. Hoy, con que no pase nada, es suficiente para mí. La felicidad radica en no ser molestado... Eso y un poquito de clonazepam. -David Foster Wallace, el escritor, decía que el consumo de ciertas pastillas le hacía perder genialidad... -Yo genialidad no creo que pierda porque no tengo, pero sí puedo asumir un sobrante de ansiedad. Esto me pasa en la Argentina más que en España. La Argentina es un psiquiátrico gigante. Llego a Ezeiza y me pongo eléctrico. En España hago deporte, camino por las montañas. Y cuando me medico es para estar normal. A mí no me interesa verme ansioso. -”Chango Feroz”, tu sección en “Duro de domar”, estaba buenísima... -En la tele somos todos muñecos. No hay seres humanos. Los dos años que estuve en Duro de domar me quemaron la cabeza. De hecho llegué a España y borré el disco duro. Yo sé que puedo trabajar en ese mundo, pero me siento completa- mente ajeno. Formé parte de la televisión. Estuve muy metido y no me interesa ser recordado por eso. -Hablando de "Duro de domar", ¿Pettinato sí es de tu mundo? -Roberto es un hombre bastante distante. No llegué a conocerlo ni me hice amigo. -¿Te pasa algo con todo lo que se dijo de él últimamente?
-Yo no estaba en el país, no puedo opinar. El asunto de los acosos me deja un poco perplejo, pero prefiero no hablar de casos individuales. Es un tema delicado.
-¿Creés en las denuncias mediáticas? -Me considero feminista, pero tampoco me gusta el exceso y la crucifixión gratuita. Y me parece tremendo que se entre en una censura y no te permitan ni siquiera hablar en paz. O que las cruzadas se lleven a extremos. Con esto me refiero al hecho de que Jorge Rial se haya transformado en abanderado de la causa. Es lo más loco que vi en mi vida.
-Fuiste el antecedente menos careta que tuvo el discurso sobre la legalización de la marihuana. Te expusiste en favor del consumo recreativo sin caer en el golpe bajo de la legalización a partir del cannabis medicinal...
-Acá todos abortamos y todos fumamos porro. Me parece absurdo que las leyes vayan por detrás de lo que va pasando. Las leyes tienen que acompañar. Si la ley no acompaña, no hace más que negar la realidad. Lo del uso medicinal de la marihuana sólo me alegra por los niños con epilepsia o, si realmente funciona, por el tema del Parkinson. Me alegro muchísmo por ellos, pero en cuanto a su legalidad, ese logro me parecería muy pequeño. La marihuana es completamente inocua. Yo fumo desde los 13 años y puedo decirte que es la sustancia más sana que he conocido en toda mi vida. -¿Te sentís frustrado por no poder vivir de la música?
-Lo superé. En un momento fui una joven promesa con auspicio de Warner, pero de golpe la estrella de rock se estrelló contra las rocas. ■