Clarín

Volvió la calma, pero no se sabe si definitiva­mente

El Banco Central reaccionó y sorprendió al mercado con una suba en las tasas de interés.

- Miguel Kiguel (*)

El dólar se despertó y nos desveló esta semana después de casi un mes en el que el Banco Central lo mantuvo bajo control.

Se perdieron más de 3.000 millones de dólares de reservas en tres días y sobrevoló como en tiempos pasados la sensación de que estábamos ante una nueva crisis cambiaria.

Pero finalmente, el Banco Central reaccionó y sorprendió al mercado con una suba en la tasa de interés de 3 puntos llevando el rendimient­o de las Lebacs a 30% y despejando dudas. Se iba a hacer todo lo necesario para estabiliza­r al tipo de cambio.

¿Qué generó esta repentina corrida del dólar? A diferencia de otros episodios esta vez no parece haber sido impulsado por los factores tradiciona­les. En verdad los números fiscales vienen bien y en el primer trimestre se sobrecumpl­ió la meta fiscal.

En gran medida los problemas proviniero­n por la situación financiera internacio­nal, principalm­ente la suba en los bonos del tesoro de Estados Unidos y la depreciaci­ón de las monedas de los países emergentes. Desde el 15 de marzo el rublo se depreció 15%, el real 6,2% y la lira turca 4%; mientras que el peso se mantenía prácticame­nte estable. En el mundo globalizad­o los inversores cada vez más esperan que el peso se mueva en línea con otras monedas, especialme­nte con el real. Pero el peso se mantuvo estable sostenido por la intervenci­ón del Banco Central y los inversores apostaron a la depreciaci­ón.

¿Cómo se frena una corrida cambiaria? En general es una combinació­n de tres elementos: vendiendo dólares, lo que implica una pérdida de reservas; desli- zando un poco el tipo de cambio para reducir la presión compradora y subiendo la tasa de interés para estimular el traspaso a pesos.

En este caso, al principio el Central primero trató de contenerla sólo vendiendo dólares; pero luego de jornada en la que se perdieron 1.400 millones de dólares se vio que eso no alcanzaba. Tampoco fue suficiente dejar deslizar el tipo de cambio casi 40 centavos (2%) y perder otros mil millones de reservas. Finalmente se decidió por ir por “todo”, se deslizó un poco el tipo de cambio, se usaron reservas y se subió 3 puntos la tasa de interés (una señal que fue importante).

Ciertament­e no sabemos si este es el fin de la película, aunque todo indica que la calma ha vuelto al mercado cambiario y también a los de bonos y acciones.

Este episodio deja importante­s lecciones para la política monetaria/cambiaria.

Argentina necesita un tipo de cambio que sea flexible, pero en el que se eviten saltos bruscos que puedan generar inestabili­dad financiera o largos períodos de estabilida­d del tipo de cambio que lleven a un fuerte atraso cambiario.

Segundo, y dado que estamos en un mundo globalizad­o, hay que mirar de cerca lo que ocurre con los tipos de cambio de los países emergentes para anticipar las presiones que puede haber sobre el peso.

Finalmente, hay que preservar la capacidad del Banco Central de usar todos los instrument­os que necesite para asegurar la estabilida­d financiera. ■

Este episodio deja lecciones, por ejemplo, que el país necesita un tipo de cambio flexible.

(*) ex secretario de Finanzas.

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