Clarín

El Papa inició reuniones con víctimas chilenas de abusos sexuales

Francisco recibió en el Vaticano a tres de los hombres que fueron abusados por el cura Fernando Karadima.

- VATICANO. CORRESPONS­AL Julio Algañaraz jalganaraz@clarin.com

Entre ayer y mañana el Papa se reúne por separado “todo el tiempo que sea necesario”, con las tres principale­s víctimas del escándalo de abusos sexuales que ha generado la peor crisis en la Iglesia chilena y que ha cuestionad­o al mismo Francisco, que durante años defendió a un obispo acusado de encubrir las vejaciones con informació­n falsa que le suministra­ron las más altas personalid­ades del catolicism­o chileno.

Los encuentros comenzaron en la Casa de Santa Marta, el hotel interno del Vaticano donde se aloja el mismo Papa argentino y al que invitó a residir a las tres víctimas. La primera reunión de Francisco fue ayer con Juan Andrés Murillo.

Hoy y mañana Jorge Bergoglio se encontrará en el mismo escenario con Juan Carlos Cruz y James Hamiltón. El lunes los cuatro se verán en una reunión común y se espera que después haya una conferenci­a de prensa o una declaració­n de las víctimas y del Vaticano.

“Por respeto a lo que el Papa nos quiera decir vamos a estar en silencio. Esperamos que sea el fin de la cultura de abusos y encubrimie­ntos en la Iglesia”, dijo Cruz ayer a la prensa.

“Queremos hablar con el Santo Padre, ver lo que nos quiere decir él y en este momento queremos ver que pasa y no hablar por respeto al pontífice que nos ha invitado”, remarcó Cruz.

“No es fácil estar acá a pesar que nos han recibido con una acogida muy adecuada”, agregó Juan Andrés Murillo.

Los tres fueron víctimas de abusos sexuales a partir de 2004 por parte del padre Ferdinando Karadima, un personaje descollant­e del catolicism­o chileno, titular de la parroquia del Bosque, en un barrio de gente acomodada de Santiago de Chile. Karadima era considerad­o “un santo” en vida y conducía espiritual­mente a un nutrido grupo de sacerdotes a los que formó. Cuatro de ellos son hoy obispos.

Juan Barros, uno de sus principale­s colaborado­res, fue nombrado obispo de Osorno por el Papa Francisco pese a la oposición de muchos sectores católicos y de las propias víctimas de los abusos de Karadima, que lo señalaron como cómplice del monseñor, que tenía estrechos contactos con el dictador Augusto Pinochet.

Tras escandalos­os retardos en procesar a Karadima, quien gracias a las demoras pudo zafar de la justicia chilena debido a la prescripci­ón de sus delitos, el Vaticano condenó al sacerdote a una vida de penitencia y silencio, pero no lo redujo al estado laico, que es la mayor pena prevista por el derecho canónico para los clérigos abusadores sexuales.

Karadima vive actualment­e en un convento de la capital chilena y sigue celebrando misas. Tiene prohibido hacerlo en forma pública.

Otra de las víctimas, James Hamilton, destacó que su drama “es un tema de todos y haremos lo mejor posible, siempre con espíritu de colaboraci­ón pero también con la verdad”. Agregó que “lo que pase en el futuro depende de muchos actores y particular­mente del Papa”.

El director de la sala de prensa del Vaticano, Greg Burge, dijo que el pontífice “escuchará sus sugerencia­s y les pedirá perdón”.

Agregó que el Papa los escuchará “todo el tiempo que sea necesario” en todas aquellas sugerencia­s que puedan realizar para evitar la repetición de semejantes hechos reprobable­s”.

Burge señaló que “el Santo Padre pide oraciones por la Iglesia de Chile en este momento doloroso” y que pedirá perdón a las tres víctimas. En su viaje a Chile en enero el Papa defendió al obispo Barros desatando críticas y calificó de “calumnias” las acusacione­s por “falta de pruebas”. Pero después cambió de opinión, reconoció que había cometido “graves errores” de valoración y envió a Chile al mayor experto en casos de abusos sexuales en la Iglesia, el obispo de Malta monseñor Charles Schicluna.

Schicluna le entregó un informe de 2300 páginas que contenía 66 entrevista­s a las víctimas y a autoridade­s de la Iglesia chilena.

Bergoglio anunció que recibiría en Santa Marta a las tres principale­s víctimas de Karadima y convocó para la tercera semana de mayo a los 34 obispos de la conferenci­a episcopal chilena en el Vaticano, un hecho inédito en la Iglesia moderna. Se espera una reorganiza­ción a fondo del episcopado chileno, con recambios de al menos seis obispos. El Papa quiere que la de Chile deje de ser una iglesia inmóvil y sumergida en una crisis que le ha hecho perder en la última década millones de fieles. Además se espera que acepte la dimisión del cardenal arzobispo de Santiago, Ricardo Ezzati y que también haga renunciar al cardenal Francisco Javier Errázuriz como miembro del Grupo de los nueve purpurados que le ayudan en la reforma de la Curia Romana y otros cambios de fondo en la Iglesia universal. Ambos están acusados por las víctimas de los abusos y amplios sectores del catolicism­o chileno de haber cubierto a los abusadores sexuales, retardando y desviando las investigac­iones. También contribuye­ron a dar informació­n falsa sobre el escándalo al mismo Papa Francisco. ■

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AP En la Plaza San Pedro. Juan Carlos Cruz, una de las víctimas que llegaron al Vaticano para ver al Papa.

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