Clarín

“Su historial (de Trump) hasta donde pude ver no era uno de altos valores”

James Comey. Ex director del FBI El ex funcionari­o, despedido en mayo pasado, explica por qué registró en varios memos sus diálogos con el magnate sobre el “Rusiagate”.

- Michael Barbaro

Días después de la publicació­n de su libro, “A Higher Loyalty” (“Una lealtad superior”), James B. Comey, ex director del FBI, desató enorme revuelo en Washington con sus críticas al presidente estadounid­ense Donald Trump, quien a su vez no tardó en arremeter con furia contra el ex funcionari­o. El libro de Comey alimenta las sospechas de que el mandatario puede haber cometido el delito de obstrucció­n a la justicia en la investigac­ión sobre la supuesta interferen­cia de Rusia en las elecciones presidenci­ales de 2016 en Estados Unidos, cuando decidió despedirlo en mayo de 2017.

En una extensa entrevista con The New York Times, que abarcó una amplia variedad de temas, Comey habló de su relación con Trump,de sus dudas sobre la honestidad del presidente, y sobre lo que lo llevó a redactar los memos sobre las interaccio­nes de ambos.

-Quiero centrar gran parte de esta conversaci­ón en los memos, ahora famosos, que usted redactó siendo director del FBI y en los que documentó sus interaccio­nes con el presidente Trump y, en algunos casos, el presidente electo Trump. Usted ha reconocido que, después de ser destituido por el presidente, le pidió a un amigo suyo que compartier­a el contenido de esos memos o al menos uno de los memos... -Uno de los memos. Correcto.

-...con The New York Times, con la intención explícita de abrir la puerta a la investigac­ión de un fiscal especial. ¿Por qué escribió el primer memo? Creo que fue el 6 de enero. Usted acaba de salir de una reunión en la Trump Tower con el presidente electo. ¿Qué ocurrió allí que lo llevó a comenzar a registrar en forma de memorándum su experienci­a con él?

-Esa reunión tuvo dos partes. Una con la presencia de otros dirigentes de la comunidad de inteligenc­ia y luego otra sin ellos, sólo yo y el presidente electo. El propósito de esa segunda sesión era que yo le informara sobre cierto material escabroso, la acusación de que los rusos tenían material compromete­dor de carácter sexual sobre el presidente electo.

-Se refiere al legajo.

-Correcto. Una parte del llamado legajo, que se relacionab­a con su comportami­ento. Y el objetivo de la conversaci­ón era doble. Primero, alertarlo de la existencia de los materiales que nosotros, la comunidad de inteligenc­ia, conocíamos y que creíamos que estaban a punto de hacerse públicos, y teníamos razón. Y segundo, en caso de que hubiera algo de cierto, una de las cosas que hace el FBI en su función de contrainte­ligencia es tratar de hacer una reunión informativ­a defensiva. Es decir, si alguien posiblemen­te está sometido a algún tipo de coerción o chantaje, uno le dice: “Mire, sabemos de esto”, lo que hace que sea menos probable que un adversario pueda sacar partido de la informació­n. -Pero entiendo que usted nunca había escrito memos de esta manera pese a que ha servido a varios presidente­s.

-Correcto. No recuerdo haber escrito alguna vez un memo sobre una comunicaci­ón con un presidente o con otro alto funcionari­o.

-De modo que hay algo propio de este presidente que es distinto, al parecer.

-Oh, sí.

-¿Y lo central, a su modo de ver, es la desho- nestidad?

-¿La preocupaci­ón central para la creación de los memos? Por supuesto. La idea de que la verdad y la integridad no eran... Su historial, al menos hasta donde yo podía ver, no era uno en el que hubiera altos valores en su vida.

-Por eso los memos en un sentido eran una medida de protección en esa dinámica de poder. -Una medida de protección en la vida del FBI y de protección de la organizaci­ón. Yo tenía una conversaci­ón con el presidente o el presidente electo que concernía a las responsabi­lidades fundamenta­les del FBI y que lo involucrab­a en forma personal. No se refería a cuestiones de política o cosas así sino a cuestiones personales. Y, dada la naturaleza de la persona con la que yo estaba hablando, me preocupaba que, si en algún momento esto se volvía un problema, él bien podría mentir sobre el contenido de esa comunicaci­ón. Por eso necesitaba tener un registro escrito para recordarla claramente y proteger al FBI y también protegerme yo.

-Claro, porque habiendo dos personas en la habitación, sólo hay dos versiones posibles. No una tercera. Nadie que verificara nada.

-A menos que hubiera una grabación.

-¿Qué hizo con el primer memo después de escribirlo?

-No lo puedo decir. Fue un... (pausa) un detalle que el FBI me pidió que eliminara del libro. Por eso no lo puedo decir.

-¿Y cuándo fue la segunda vez que redactó un memo sobre una interacció­n con el presidente?

-Creo que el siguiente fue sobre la cena de la noche del viernes 27 de enero de 2017.

-En la Casa Blanca.

-Correcto.

-Y ese es un encuentro en que, según recuerdo, el presidente le pide algo muy valioso para él. -Correcto. Me pidió lealtad al comienzo y luego otra vez cerca del final de la cena.

-¿Cómo se desarrolla exactament­e la escritura del memo?

-Mi recuerdo es que lo hice esa noche tan pronto llegué a casa, en mi laptop personal, y lo imprimí en mi impresora. Hice dos copias y escribí mis iniciales. No estaban escritas en papel con membrete porque eran ayudamemor­ias personales. -De modo que las imprimió y las firmó.

-Correcto. Creo que sólo las inicialé y les puse fecha, las imprimí y coloqué una copia en mi caja fuerte personal en casa, y llevé otra copia al FBI el siguiente día laborable e hice que la guardara mi jefe de gabinete. Una guardada en el FBI, otra guardada en mi casa. -Ahora que el presidente se ha comportado de un modo que a usted le resulta problemáti­co, ¿ha empezado a pensar de manera algo distinta sobre el propósito que podían tener esos memos? No sólo como un simple informe en caso de que fuera necesario. Se lo pregunto porque los escribe, según entiendo, de un modo que no es confidenci­al, lo que indica que usted quizá haya pensado que algún día, por una razón, podrían llegar a ser públicos. -No creo haber pensado en eso en aquel momento. Los escribí de esa manera porque no se

puede guardar informació­n confidenci­al… aunque su caja fuerte personal sea segura. Se supone que deben estar guardados en una caja fuerte del gobierno. Son confidenci­ales. Y por eso quería estar seguro de guardarlos en forma adecuada. -Claro, en especial dada la investigac­ión en la que acababa de verse involucrad­o.

-Por supuesto, pero aun cuando no la hubiese habido, es algo que uno tiene grabado a fuego cuando ingresa al gobierno, en especial a un puesto en el FBI. De modo que esto era para el caso de que alguna vez fuera necesario proteger al FBI y a mí mismo. -¿Pero usted empieza a imaginar un mundo en el cual el comportami­ento que está documentan­do en los memos podría tener una difusión más amplia? -Creo que no en aquel momento. No creo que contemplar­a la posibilida­d de ese futuro. Esperaba no tener nunca necesidad del memo. -Que permanecie­ra oculto.

-Correcto.

-El tercer memo se refiere al momento del cual todos hemos oído hablar: el 14 de febrero, el Día de San Valentín. El presidente está en la Casa Blanca, en la Oficina Oval. Usted está allí para mantener una reunión. Y el presidente les pide al vicepresid­ente y luego al procurador general que salgan de la Oficina Oval y básicament­e le pregunta, una vez que están solos, si usted considerar­ía abandonar la investigac­ión sobre Michael Flynn (el ex asesor de Seguridad Nacional que debió renunciar por sus probados contactos con el Kremlin). ¿Verdad? -Bueno, “si usted considerar­ía” parece más una pregunta que una directiva. Dijo que esperaba que la olvidáramo­s. Sí, eso fue el 14 de febrero, al terminar una reunión que se había convocado para dar un informe sobre antiterror­ismo. -Entonces usted sale de esa reunión y una vez más… parecería que, llegado ese momento, hay una especie de sistema y umbral en su cabeza. Esta reunión amerita un memo. -Creo que es correcto. Para entonces, yo tenía cierta percepción de cuándo debía documentar algo y esa reunión claramente tenía que ser documentad­a. Recuerdo haber mandado un correo electrónic­o a mi personal porque me dirigía a mi casa. Era el Día de San Valentín. Y recuerdo haber enviado un correo electrónic­o a mi personal en el que decía que la reunión había salido bien pero que necesitaba redactar otro memo. -En su relato de esa reunión del 14 de febrero en la Oficina Oval, en la cual el presidente le pide… le dice que espera que pueda olvidar el asunto de Flynn, usted dice en su libro que no tuvo otra opción que permanecer en la Oficina Oval a solas con el presidente -esas son las palabras que usted usó- cuando él les pide a las demás personas que se retiren. Y me pregunto por qué no tuvo opción. En ese momento usted es el director del FBI, es un hombre de la ley sumamente destacado, es un operador independie­nte y es, según su propia definición, obstinado y orgulloso. ¿Por qué entonces tiene que quedarse? ¿Por qué no tiene opción que quedar a solas con el presidente? -Supongo que no es que literalmen­te no hubiera opción. Es decir, yo no estaba esposado a una silla. Pero dado que soy el director del FBI y el presidente de los EE.UU. básicament­e ha dado la orden de que se despeje la sala y yo me quede, nunca se me ocurrió salir de allí. Debido a mi respeto por la oficina, la oficina del presidente de los EE.UU., no puedo imaginar… muchas cosas que la gente podría cuestionar, pero irme en ese momento no creo que sea algo que con justicia se podría cuestionar. -A lo que quiero llegar es por qué, en ese momento, como director del FBI, usted no hace algo más significat­ivo respecto de esos encuentros que registrarl­os en un memo. Si se están volviendo problemáti­cos para usted, como me parece que sugiere, ¿por qué sólo escribe esas historias y las guarda -aun cuando haya dos copias, una en el FBI y una en casa- y espera, según dijo, que nunca tengan que ser vistas? -Bueno, hago más que eso, creo, incluso, durante la cena del 27 con el presidente, tratar de interponer, de explicarle por qué es importante que haya una distancia entre el presidente y el Departamen­to de Justicia y por qué yo había estado allí una semana antes, el 8 de febrero, para hablar con su jefe de gabinete, y parte de esa conversaci­ón se refirió a los canales apropiados para comunicars­e con el FBI. -Pero, según recuerdo, esa reunión con Reince Priebus termina cuando él, a su juicio de manera inapropiad­a, lo vuelve a remitir al presidente para tener una conversaci­ón que usted ni siquiera quería tener pero que tuvo. -Así es. Y luego, al día siguiente de la conversaci­ón del Día de San Valentín, hablé con el procurador general, mi jefe directo, y le dije: “No puede ocurrir que a usted lo echen de una sala y el presidente se reúna conmigo. Usted tiene que estar entre el presidente y yo”. -Pero usted optó por no decirle al procurador general lo que Trump le había pedido, que era abandonar la investigac­ión sobre Flynn. -Correcto.

-Retrospect­ivamente, ¿piensa que esa fue la decisión correcta? -Sí.

-¿Por qué?

-Por las razones que acabo de mencionar. No creo que tuviera sentido informar al procurador general sobre un asunto que se relacionab­a directamen­te con el tema del cual en breve se recusaría. Y en especial porque no había nada que él pudiera hacer. Lo importante -algo que él sí podía hacer- es entender mi incomodida­d al estar a solas con el presidente y la importanci­a de quedarse entre el presidente y yo.

Yo necesitaba tener un registro escrito de mi conversaci­ón con el presidente para proteger al FBI y protegerme yo”.

 ?? AP ?? Polémico. James Comey acaba de publicar un libro en el que afirma que Trump quería frenar la investigac­ión sobre la trama rusa.
AP Polémico. James Comey acaba de publicar un libro en el que afirma que Trump quería frenar la investigac­ión sobre la trama rusa.

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