“Aunque el presidente lo niegue, me despidieron por la investigación sobre Rusia”
Registro. James Comey dice que escribió “entre 5 y 10” memos de los diálogos que mantuvo con Trump. Y los entregó al FBI para resguardarlos.
-¿En total, cuántos memos cree que acabó escribiendo sobre sus conversaciones con el presidente?
-No recuerdo con exactitud. Porque no los tengo. Son entre cinco y diez.
-¿Y no los tiene porque se los quitaron? -Se los entregué al FBI a pedido suyo.
-Así que luego el presidente lo echa…
-Eso he oído decir.
-...aunque sé que el videograph que usted ve primero dice “renunció”, algo que lo debe haber sorprendido, porque usted no renunció. En realidad, a usted lo despiden en mayo de 2017 y en algún momento, no mucho después de eso, sabemos ahora todos, usted decidió que quería que el mundo conociera esos memos. ¿Qué hizo que esa decisión se pusiera en movimiento?
-Una revelación como un rayo en medio de la noche -algo que nunca me ocurre porque tengo un sueño muy profundo-, una revelación demorada. Me echaron un martes. En los días posteriores a mi despido, aparecieron artículos en diversos diarios…
-… sobre la cena en que se habló de lealtad. -Sí, sobre lealtad, y también otra cosa. No recuerdo qué fue. Pero aparentemente eso le dio al presidente motivos para creer que yo hablaba con los medios, cosa que no hacía. Y tuiteó tres días después de mi despido que “James Comey mejor rece para que no haya grabaciones antes de empezar a filtrar cosas a los medios”. Y no me fijé en eso de inmediato porque trataba de mantener todo esto fuera de la mente. No recuerdo haber pensado en ello hasta que me desperté en medio de la noche del lunes, o sea en la madrugada del martes. Abro los ojos en la cama y pienso: “Si hay grabaciones, habrá una corroboración. No va a ser mi palabra contra la del presidente”, que fue el problema con que nos topamos para empezar. Si hay cintas, se lo oirá decir lo que yo había registrado en mi memo. Alguien tiene que ir a conseguir esas cintas. Y pensé: “El FBI verá lo que yo veo”. Pero no confiaba en que la conducción del Departamento de Justicia se ocupara activamente del tema. Y entonces pensé: “Algo hay que hacer para obligarlos a ir a tomar las cintas de la Oficina Oval, y va a hacer falta un fiscal especial para lograrlo. Si hago pública la reunión del 14 de febrero, quedará clara la importancia del tuit del presidente sobre las cintas y forzará algo que de otro modo no ocurriría. Y pensé: “Ahora soy un ciudadano cualquiera, esa información no es confidencial, así que le pediré a un amigo mío que la haga llegar a los medios”. -¿Otra explicación posible no es que el presidente acababa de echarlo, lo cual es una experiencia traumática para cualquiera, y usted sabía que esos memos le causarían problemas y sinceramente quería que el público los viera? -No. Es posible que otra persona pensara eso y quizá esa es una forma más noble de pensarlo, pero yo no pensaba en el interés público ni en ninguna de esas cosas en ese momento. -¿Entonces por qué lo echaron?
-Pienso que fue por lo que dijo el presidente, que fue por la investigación sobre Rusia, y ahora lo veo decir algo distinto. Y ambas cosas no pueden ser ciertas. Por eso, mi mejor información era lo que el presidente había dicho poco después de mi destitución.
-Pese a todas sus críticas al presidente, usted no dejó su cargo bajo protesta. Fue despedido. ¿Pensó qué habría pasado si no lo hubiesen despedido? ¿Todavía sería el director del FBI? -Creo que sí. No puedo vivir una vida imaginaria. Es posible que me hubiesen echado por algún otro choque. Pero mi plan era quedarme. ■