Caballito, Timoteo y el Ferro de los 80, imborrables en su corazón
Al defender siete años la camiseta “verdolaga” y obtener los Nacionales de 1982 y de 1984, Mario Gómez entró en el corazón y en la historia de Ferro. Y hoy el ex lateral derecho recuerda lo que representó para él el club de Caballito. “Jugar en Buenos Aires es algo que quiere cualquier futbolista de otro lugar del país. Y yo recalé en Ferro, que en los 80 era un ejemplo de institución en todo sentido, no solamente en el fútbol, sino también en básquetbol, en vóleibol… En la mayoría de las actividades, Ferro era un ejemplo”, dice con solvencia.
-¿Qué enseñanzas te dejó Carlos Griguol?
-Fue mi mentor como jugador y un modelo de entrenador. Más allá de que uno siempre busca aprender de los demás, Timoteo fue mi ejemplo, mi base en este camino que seguí. Me llevo a Ferro, donde me enseñó muchas cosas y también pude ser su ayudante para luego ser entrenador. Y aprendí muchas cosas en cuestiones de la vida.
Una anécdota quedó grabada en la mente de Mario para describir a la perfección lo que era Griguol. “Siempre nos decía que invirtiéramos bien el dinero, porque nunca sabías cuánto podía durar tu carrera. Nos repetía que teníamos que comprar departamentos. Un día, en 1982, aparecí con un 505 cero kilómetro –relata-. Iba al entrenamiento y lo escondía; lo dejaba a dos o tres cuadras para que no lo viera. Mis compañeros me empezaron a cargar y cuando Carlos se dio cuenta me preguntó: ‘¿Usted se compró este auto?’ Me puse blanco. Me dijo de todo. Pero bueno… Carlos era un padre para nosotros y lo hacía por un bien. ‘Vos no tenés que comprarte un auto, vos tenés que comprarte un departamento’, me decía. Yo hacía que no lo escuchaba pero siempre lo escuchaba”.
Gómez confiesa que está al tanto del presente de Ferro: “Siempre lo sigo. Mis hijos son hinchas de Ferro y siempre pregunto si pueden ascender. Me puse muy contento cuando levantaron la quiebra. Fue un punto muy importante y ahora podrá seguir creciendo como club”. ■