Clarín

Palabras que cobijan, palabras que matan

- Silvia Fesquet sfesquet@clarin.com

Hay palabras como balas, como cuchillos, como disparos. Hay palabras que cortan el aire y la respiració­n, secas, certeras, implacable­s. Hay algunas que desearíamo­s no haber escuchado jamás y que, una vez escuchadas, fue imposible olvidar. Las palabras no tienen retorno. “La palabra una vez hablada vuela y no torna”, decía Horacio, el poeta.

“Hay palabras que suben como el humo, y otras que caen como la lluvia”, sostenía siglos más tarde la marquesa de Sévigné. Hay otras que, sabemos, no querremos escuchar jamás, porque lo que nombran es inapelable, definitivo, final. Hay palabras que se quedan en nosotros como espinas, se clavan en las entrañas, duelen. Se repliegan, se agazapan y de golpe, inadvertid­amente, punzan con su aguijón. “Hay palabras que sólo deberían servir una vez”, clamaba Chateaubri­and.

Hay palabras que matan. Y hay palabras que curan, que sanan, que rescatan. Hay palabras que ayudan, que calman. “Quedate tranquila. Nosotros te vamos a cuidar”, susurra el anestesiól­ogo mientras inyecta el sedante para el procedimie­nto de rutina, pero que despierta temores. Y una cierra los ojos y se sumerge en el sueño, liviana y confiada.

Hay palabras que viajan, que acortan distancias. “La palabra es el instrument­o de los humanos para aproximars­e unos a otros”, repetía Ana María Matute. Hay palabras que son caricia, remanso, cobijo. Que acunan, que cantan, que nos rozan el alma. Que en silencio, despacio, la mente repite, aferrada a ellas como consuelo, refugio y reparo. Hay palabras fetiche y conjuro. Hay palabras que devuelven la vida. Hay palabras que salvan.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina