Clarín

“Hoy en día cualquiera es YouTuber”

De las redes sociales saltó a trabajar con Cris Morena y ahora tiene su primer papel en el cine con “Perdida”, donde compartió set con su ex, Oriana Sabatini. La intimidad de una estrella con el sello del siglo XXI.

- Sabrina Galante Especial para Clarín

La entrevista no comienza hasta minutos después de que Julián Serrano (24), influencer, actor, cantante y referente teen con tres millones de seguidores en Instagram y Twitter, decide darle un respiro a su celular y abrirse a un diálogo en el que jamás, aunque así se lo propusiera, dejará de lado el sarcasmo que lleva como bandera. “Mirá (señala la pantalla), es buenísimo”, comenta desde la mesa de una heladería quien toma dominio nuevamente de su teléfono casi por reflejo. Es una cuenta de Instagram ( Amorendibu­jos) de la que el ídolo juvenil surgido de la camada más actual de Cris Morena, cuyos videos caseros revolucion­aron YouTube en 2011, se considera seguidor activo. “Si- go varias más de estas, estoy todo el día mirando estas cosas”. Si bien no pertenece a la generación millennial, a juzgar por sus hábitos — elige Twitter para ver “cómo se bardean los demás o debaten sobre un tema” y coquetea entre el Facebook y los portales online para estar al día con las noticias de actualidad— el joven que bate récord en “likes” bien podría serlo. “Leo casi todo, desde policiales, los casos de corrupción del país o cómo está el dólar”. Su verborragi­a no conoce de límites, apenas tocar el vaso de agua que tiene enfrente. Está convencido de que con la ley de atracción uno consigue todo lo que proyectan sus pensamient­os. Así concretó su deseo de debutar en cine con Perdida, el thriller policial que encabeza Luisana Lopilato y que lidera la taquilla, publicó su primera autobiogra­fía, Esta es mi historia, que se presenta hoy en la Feria del libro y, como si su agenda no estuviera a full, el ex de Oriana Sabatini despuntará el vicio musical con su banda el 5 de mayo en el Complejo Piedras Blancas de Santa Fe, provincia vecina de su Paraná natal. “A pesar de la vorágine de mi trabajo siempre vuelvo a mi ciudad. Están mis amigos, con los que me juntaba en la plaza o a jugar tenis en la vereda, con los que compartí el Instituto Cristo Redentor desde los 5 años. Me crié en un hogar cristiano, la religión era importante y antes de salir de vacaciones nos agarrábamo­s todos las manos y rezábamos. ¡Tenía a Jesus de guardaespa­ldas! Hoy en día rezo bastante a la noche, pido cosas y agradezco antes de dormir”. -¿Qué pedís?

-Por mi familia, por mi sobrinito que nació hace poco, por las personas que quiero mucho y salud. Que son las cosas más importante­s y a que veces no las valoramos. Tam- bién agradezco por el día que tuve, si fue un lindo día. Y le paso factura a Dios.... le digo quiero esto y esto. Una Lamborghin­i amarilla... (ríe) -Tu segundo nombre, Ezequiel, significa “mensajero de Dios”.

-Lo eligió mi mamá que es muy creyente, yo no creo tanto en la religión, de hecho hoy le comentaba a alguien que para mí va a entrar en crisis la religión como tal, sobre todo por el avance de la tecnología. Sí creo en Dios, en que hay algo más y que con pensamient­os se pueden modificar cosas. Pero desde los 7 me cuestionab­a la religión. Así como el cristianis­mo inculca buenos valores tiene sus paradojas como “si bautizás a tu nene y se muere no sube al cielo”. O el mea culpa de que nacimos con pecado. ¿Qué pecado? -¿Asistir a misa los domingos era costumbre en tu casa?

-Era un plan familiar, acompañaba a mi mamá y a una tía monja. Cuando salía, pensaba: “Si Dios está en todos los lados ¿por qué tiene que haber una casa de Dios?”. Era muy observador aunque a la vez vivía en mi mundo. De chico quería ser científico, hasta que me di cuenta que tenía mucha química y matematica y lo descarté. Y se me iba el tiempo jugando videojuego­s como el Counter-Strike en la época de los cibercafé. Me pasaba horas, mi mamá un poco se preocupaba y tenía razón. -¿Y tantas horas frente a la pantalla te volvieron un niño introverti­do? -Hasta los 14 fui súper tímido, ya rozando lo antisocial. Iba a un “quince” y a las 2 volvía a mi casa por la computador­a. Y era casi asexual, no me interesaba­n ni las mujeres ni los hombres. Hasta mi mamá se empezó a cuestionar mi sexualidad porque no hablaba con nadie y si lo hacía era sobre videojuego­s. Cuando

me empezaron a gustar chicas que tenían 13 me acercaba a hablarles pero era tan bajo, medía 1.45 y parecía de 9 años, que les daba ternura, era como una mascota.

-Con tus primeros canales en YouTube, “ArgentinoJ­es” (’08) y “Yotmbstoya­lpedo” (’09), recibías insultos . ¿Qué pasó cuando esas burlas traspasaro­n lo virtual para transladar­se a tu escuela?

-Era “el pelotudito que hace videos”, pero nunca me lo decían en la cara, siempre de lejos. Una vez hice un video de Pokemón y uno me gritó desde la escalera: “eh, Pokemon”, ni lo conocía. Me boludeaban. Tenía un compañero que le sacaba screenshot­s (capturas de pantalla) a lo que yo subía y lo compartía en Facebook para escracharm­e.

-¿Los videos eran también una manera de vencer esa timidez?

-Estaba harto de mi timidez y le quería ganar a toda costa, agarrar un bate y matarla. Y al quinto video creo que algo logré, porque más ridículo no podía quedar y entonces dejó de importarme un poco todo. Sabía que la forma de cerrarles la boca no era contestand­o, sino que en algún momento me fuera bien.

-Y cuando te fue bien....

-A todos los que me molestaban los terminé llevando de gira por todo el país a los shows. ¡Cero rencor! De ser “nadie” me invitaban a viajes y en los boliches ya tenía cierto levante. En Paraná, o eras mi amigo o me odiabas. Una vez me fajaron en Santa fé, un rugbier me noqueó de una piña con cualquier excusa. Algunos me decían “sos un boludo, quién te conoce”. Y yo ya no me quedaba callado, la retrucaba.

-Antes de ser convocado por Cris Morena para el casting “Aliados”, estudiabas la carrera de Comunica- ción Social y Psicología. ¿Nunca pensaste retomar los estudios?

-Quizás más adelante. Yo quería ser psicólogo porque interesa mucho el comportami­ento humano. Seguía con los videos y pensaba en tanta cantidad de reproducci­ones como potenciale­s clientes cuando tuviera mi consultori­o en Buenos Aires. Pero siempre tuve la necesidad de estar creando o emprendien­do, era muy ambicioso. Y cuando me llamó “Cris” tiré todos los apuntes.

-¿Te gustaría volver a ser anónimo?

-No, no lo padezco ni lo sufro, me gusta entrar a un lugar y que me pidan una fotos. Lo tengo muy naturaliza­do. El día que reniege de la fama me dedicaré a otra cosa. Todo lo que hago, videos, canciones, fotos, libros, es para que lo vea la gente. Me siento un comunicado­r, un influencer, y no un YouTuber porque hoy en día cualquiera lo es.

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Disfrutand­o el momento. Julián no reniega del éxito y resume su momento de forma contundent­e: “El día que reniegue de la fama me dedicaré a otra cosa”.

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