Una joven que soñó con ser gendarme y ahora sólo quiere caminar
La sargento Rocío Villarreal, madre de una nena, lucha por reponerse de los tiros que le dieron en la comisaría.
“Si algún día me caí, hoy me vuelvo a levantar”. Fue el 27 de abril cuando Rocío Villarreal (25) escribió en Facebook esta frase que exuda resiliencia. Tres días después, la sargento era baleada por delincuentes que intentaba copar la comisaría de San Justo. La bala le destruyó una vértebra. Hoy lucha por volver a caminar.
Rocío está en terapia intensiva en el Centro Médico Fitz Roy de Villa Crespo, rodeada de sus familiares y a horas de ser sometida a una nueva operación para descomprimir el edema que tiene a la altura de lo que era la vértebra 12 de la columna dorsal. La que le destruyó el disparo.
Los médicos intentarán saber si la lesión comprometió la médula ósea y limpiarán la región para intentar que la sargento pueda volver a sentir las piernas. La espera será larga y Rocío está preocupada, pero ni ella ni su familia pierden las esperanzas.
“No importa la circunstancia. Yo tengo coraje”, fue otra de las frases que posteó Rocío en su Facebook, una muestra de su carácter. En esa red social tiene fotos con su nena, que cumplió 3 años en febrero; del festejo con dibujos de “Masha y el Oso”; y una dedicatoria especial: “Gracias hija por hacerme feliz cada día. Siempre quiero tu felicidad”. Rocío aún no la pudo ver, y la nena está al cuidado de sus tías y abuelos.
Nacida el 13 de agosto de 1992, es la más chica de cuatro hermanas: Silvina, Cynthia e Ivana, todas de Isidro Casanova. Justamente, esta semana tenía planes para ir al cine con su nena y el hijo de su hermana mayor.
Según Silvina, Rocío tiene “un carácter muy especial, es muy alegre, súper divertida y anda con los sobrinos para todos lados”. Lo que no cuenta es que es fana de Axel.
Pero su amor más fuerte lo conoció cuando terminó la secundaria: ahí eligió el camino de las fuerzas de seguridad. Un fallido examen de la vista la dejó fuera de la Gendarmería Nacional, donde ansiaba ingresar. Ella no abandonó y se unió a las filas de la Policía Bonaerense.
Tras recibirse como cadete de policía en la escuela Juan Vucetich en 2013, comenzó a servir en la Distrital Este La Matanza; luego pasó al Grupo de Apoyo Departamental de ese municipio, siguió en la comisaría Oeste 2° hasta que, en agosto de 2016, fue trasladada a San Justo.
“Ella tuvo enfrentamientos, siempre sale a la calle, a patrullar”, contó una hermana de Rocío. Para el jefe de la Bonaerense, comisario general Fabián Perroni, ahora ella y sus compañeros “se jugaron la vida”. Por eso, cuando la gobernadora María Eugenia Vidal la visitó el 1° de mayo en la clínica le anunció una promoción: será subteniente.
A visitarla también acudió Pamela Frías, la policía que en mayo de 2017 recibió 7 tiros de piratas del asfalto. Fue a la clínica para llenar de fortaleza a su colega en su lucha más difícil, la de volver a caminar. ■