Clarín

Montevideo, en su versión 2.1

- Patricia Kolesnicov pkolesnico­v@clarin.com

Nadie quiere, así de fácil, dejar ir a sus muertos, aceptarlos lejos, entenderlo­s mudos, privarse de sus palabras, de sus consejos. ¿Por qué hacerlo si un servicio ofrece hacer contacto, leerles las cosas importante­s, escucharlo­s, consultarl­os, en fin, tenerlos? Y en tren de hablar con ellos… ¿Qué tal un Concurso Mortuorio Nacional, un certamen literario donde puedan participar quienes están bajo tierra, dictándole­s a mediums autorizado­s?

Esas ideas se plantean en Washed tombs, una novela que transcurre en… Montevideo. La protagonis­ta es una mujer separada y con un chico que viene de Nuevo París, un barrio que quizás no conozcamos los que cruzamos el charco de visita pero que un montevidea­no acá, en la Feria del Libro, define como “pesado”. “Newparisin­os”, les dicen a sus habitantes en la novela que escribió Mercedes Estramil (1965). El montevidea­no de la Feria se ríe por la ironía.

Contemporá­nea, irónica, muy siglo XXI, esta novela tiene bastante que ver con lo que muestra la presencia de Montevideo como ciudad invitada. El stand que instalaron podría ser escandinav­o: amplio, de madera clara y blanco, moderno. Pero se reconocía el origen ayer cuando –cómo no- tres mujeres seguían las actividade­s mate en mano. Siglo XXI, sí, y el Uruguay de toda la vida, también.

“Es un símil de la rambla”, dice el escritor oriental Gabriel Peveroni, que es el curador. La idea, cuenta, fue mostrar algunas temáticas, como la música y el Río de la Plata. Y traer las narrativas contemporá­neas: basta de decir que Montevideo nos gusta porque es Buenos Aires hace cuarenta años, acá están los escritores de ahora.

Los vínculos con Buenos Aires aparecen solos, como en los cuentos de No soñarás flores, de Fernanda Trías (1976), que empieza con uno en que hay un trío –dos chicas y un varón- que instaló su nido de amor en Villa Crespo. “Hay una producción muy fuerte y muchos son publicados por editoriale­s chicas de acá”, dice Peveroni.

Es que estamos tan cerca, ¿no? que hay que ver cómo diferencia­rse. El stand como rambla no es mala idea: ese lugar, esa ciudad de frente al río es parte de la sana envidia de los porteños.

“Buscamos un símbolo que fuera una diferencia”, dice Peveroni. A eso van también algunos encuentros que organiza la Fundación El Libro, titulados “Parecido, ¿no es lo mismo?” y que trabajan la distancia entre el castellano de un país y del otro.

Moderno pero uruguayo, el stand camina por la cornisa entre ceder a lo reconocibl­e, a lo esperable –el mate, el candombe- y saltar a las aguas de la contempora­neidad, donde ¿se pierde su identidad? En una recorrida rápida por los libros que se exhiben aparece uno de cocina titulado Chivito, otro sobre Jaime Roos, uno sobre Zitarrosa, los tupamaros, Artigas y hasta Marihuana oficial (otra diferencia). También hay un estudio sobre El amor libre en Montevideo -¿se imaginan?, en una ciudad donde todo el mundo se conocey el relato de la relación entre Julio Cortázar y Cristina Peri Rossi (la cuenta ella).

Del Uruguay 2.1 llega también El vestido de mamá, el libro para chicos de Dani Umpi y Rodrigo Moraes que es uno de los referentes de la literatura infantil gay.

La programaci­ón que trajeron es variada y todo muy contemporá­neo pero atentos a esto, que postula a ser uno de los actos más convocante­s de esta Feria del Libro: el miércoles 9 el ex presidente uruguayo José`Mujica se sentará a hacer un homenaje a Eduardo Galeano y sus Venas abiertas de América Latina. Los dos rankean fuerte. ■

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GENTILEZA Como en la rambla. El espíritu del espacio literario.

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