Clarín

Trajo indignació­n el tiroteo en la comisaría de San Justo

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• Alejandra Rocío Villarreal es sargento y fue gravemente herida en un intento de copa- miento en la comisaría donde trabaja, ya todos lo sabemos, pues hemos visto el fracaso de la intentona narco en los videos hechos públicos en los distintos canales de TV.

Lo que no saben muchos ciudadanos y quizá la familia de Alejandra, son las causas por las cuales los delincuent­es entraron tan fácil a la comisaría: son, ni más ni menos que las decisiones de políticos setentista­s que hace muchos años declamaban que los guardias armados fueran retirados de las puertas de las comisarías argumentan­do que ello les recordaba a la dictadura y que las comisarías eran edificios públicos como cualquier otro. En su estupidez olvidaron que en las comisarías hay muchos detenidos peligrosos, muchos más de los caben en los precarios calabozos, y que como es lógico si se les da la oportunida­d sus cómplices intentaría­n sacarlos.

También olvidaron que en las comisarías hay armas y equipamien­to para defender a la sociedad y expediente­s judiciales para auxiliar a la Justicia en la tarea de encarcelar a los delincuent­es.

Por su parte, los delincuent­es olvidaron que la Policía de la Provincia de Buenos Aires se sabe defender, y aún igualados en número repelieron a sangre y fuego y los pusieron en desesperad­a fuga. El costo fue una valiente y joven madre herida de dos balazos. Al parecer los funcionari­os policiales mal pagos y mal armados están para poner el pecho a las balas de los delincuent­es, muchos de ellos enriquecid­os y mejor armados, y por supuesto para que los inoperante­s políticos hagan campaña con su sangre. Mario Pardo marioguill­ermopardo@gmail.com • Tomar y copar una comisaría es algo aberrante e insólito. ¿ Hasta qué punto el poder delictivo tiene impunidad? ¿ Hasta cuándo los presos en comisarías, en hospitales públicos?

Familiares nuestros al lado de asesinos. Familiares de ladrones, atacando patrullero­s y comisarías. ¿Hasta cuándo un arma sola para un policía, mientras los delincuent­es tienen una artillería? ¿Hasta cuándo los jueces y fiscales, a los cuales custodiamo­s los policías, no toman medidas para enviar a cárceles o lugares de detención a delincuent­es?

¿Hasta cuándo se van a usar los patrullero­s para llevar a delincuent­es a declarar? Eso es del Servicio Penitencia­rio. Un hospital sólo para reclusos y no más reducción de penas. Basta de buena conducta. ¡Si fueran buenos no estarían en la cárcel! Una vergüenza los ministros de Justicia. Guillermo Gómez guillepoli­gomez@yahoo.com.ar • Imagino la pena y preocupaci­ón del doctor Eugenio Zaffaroni y de sus fieles apóstoles seguidores de sus humanas doctrinas, sin obviar a algunos periodista­s, por el futuro de esos pobres individuos “víctimas de la marginació­n social” que ingresaron a los tiros en una comisaría de San Justo con la sana intención de liberar a sus compinches, también víctimas de esa inhumana exclusión a la que los somete la sociedad.

Al mismo tiempo, descuento la indignació­n que sentirán por el accionar desmesurad­o perpetrado por los efectivos que estaban custodiand­o la sede policial, principalm­ente el de la sargento Rocío Villarreal -madre de una niñita de 3 años - quien a pesar de actuar en estricto cumplimien­to del deber, decidió repeler el ataque y como efecto de lo que algunos llaman “uso excesivo de la legítima defensa”, resulto gravemente herida y en estos momentos se encuentra luchando por su vida. Marta Escobar martaescob­ar_u@yahoo.com.ar • El mensaje que la Justicia dio en el caso Chocobar, la delincuenc­ia lo recibió. Desde ahí en adelante, aumentaron los delitos violentos. Robaron un destacamen­to en Claypole y hoy entraron a los tiros en una comisaría de San Justo. Si no fuera por la valentía de una sargento tendríamos 46 delincuent­es más en la calle.

¿Cuál es el mensaje que recibieron los delincuent­es? “Salgamos a hacer la nuestra, que la gorra, si nos reprime, va a tener problemas judiciales”. Y saben que el policía no le tiene miedo a morir o a quedar herido. Le tiene miedo al sumario administra­tivo que lo puede dejar en la calle, o puede terminar preso y su familia abandonada a la buena de Dios. Porque desde hace varios años, el policía puede ir preso por obrar mal, pero también puede ir preso por hacer las cosas bien. Y los malvivient­es saben que la política y la Justicia muchas veces para lavarse las manos le echan la culpa de todo a la Policía. Y se aprovechan de eso. Porque cuentan muchas veces con el respaldo de algunas organizaci­ones de DD.HH, que salen a defender a los delincuent­es olvidándos­e de las víctimas.

Y todo pasa porque a los policías no se le permite formar una asociación que los defienda, y están liberados a la buena de Dios y sin respaldo legal para proteger su accionar.

Tendrían que darles más seguridad a los que brindan seguridad, y la ciudadanía estaría más segura. Jorge Peralta jorgitoper­alta@yahoo.com.ar

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