Clarín

Frente al sacudón del dólar, Macri lauda en favor de Sturzenegg­er

- Marcelo Bonelli mbonelli@clarin.com

Mauricio Macri tuvo que salir a respaldar ayer a Federico Sturzenegg­er, blanco de críticas internas -y externas- porque el Banco Central sigue de atrás la corrida del dólar. Fue en una reunión de ministros: “El presidente del Banco Central tiene todo mi apoyo”. Lo hizo para tratar de sepultar las disputas y peleas internas . Ocurre frente a una situación inesperada para Cambiemos: el asedio de los inversores contra zigzaguean­te política cambiaria.

El problema obligó al Presidente a dar esas señales: está claro que el BCRA no controla aún la situación y que sus recetas -hasta ahora- no dieron resultado. Ayer, Sturzenegg­er desempolvó sus viejas medidas: volvió a subir fuerte la tasa, que le había hecho bajar Mario Quintana.

Así, en un breve plazo, modificó varias veces la estrategia: el Central hizo de la flotación un dogma, pero después adhirió al tipo de cambio dólar fijo. Ahora volvió a dejar deslizar el billete. Ayer tocó 23,30 pesos.

Tamaña confusión hace que el dólar en la Argentina no tenga -por ahora- techo. Es por cuatro razones concretas:

-El temblor internacio­nal, por la suba de la tasa de interés en EE.UU.

- La vulnerabil­idad propia de la Argentina, que agrandó ese efecto. La Casa Rosada no encaró medidas de fondo para resolver el desequilib­rio macroeconó­mico. Los desajustes obligan a endeudarse y eso hace que el país sufra cualquier sacudón externo.

-Las desacertad­as decisiones técnicas, que frenan el vital ingreso de divisas del campo. El BCRA autorizó dejar en el exterior los dólares de la cosecha y eso reduce la demanda estacional de billetes .

-La confusa -por lo menos- gestión del BCRA: el inestable manejo local le agregó más incertidum­bre al dólar.

También influyó la pelea entre Sturzenegg­er y Quintana. En enero -y hasta hace una semana - Quintana logró imponer una suerte de “intervenci­ón” sobre el BCRA. Fue con la venia de Macri. Ahora hay un giro: Macri le volvió a otorgar a Sturzenegg­er todo el manejo de la crisis. Fue una “tarjeta amarilla” para Quintana. Pero igual ayer desde Jefatura de Gabinete llovían las críticas al Central.

Se lo trasmiten a sus interlocut­ores del mundo de los negocios. Quintana lo culpa de haber metido al Gobierno en este “desgastant­e” proceso. Sturzenegg­er contragolp­ea y le confía a los banqueros: Quintana fue el responsabl­e. Pero ayer en Wall Street se insistía en que el ataque contra la Argentina, también fue influencia­do por evaluacion­es que lanzó el Fondo Monetario Internacio­nal.

Hace una semana hubo una reunión en Washington, donde dos importante­s funcionari­os del FMI insistiero­n en que la economía argentina era vulnerable por sus inconsiste­ncias fiscales. Se trató de comentario­s de Alejandro Werner, director del Hemisferio Occidental del Fondo, y de Roberto Cardarelli, el burócrata encargado del “caso argentino”.

Fueron advertenci­as idénticas a las que transmitie­ron - en marzo - en las reuniones que tuvieron en Buenos Aires, cuando acompañaro­n a Christine Lagarde. Ambos alertaron por el tema del déficit y pronostica­n que -con elecciones de por medio- será difícil cumplir las metas propuestas por Macri.

Weiner y Cardarelli -ahora- repitieron ese diagnóstic­o en un encuentro cerrado del FMI. Pero ocurrió en otro contexto: en medio del tembladera­l actual de los mercados y no en la tranquilid­ad del G- 20. En Buenos Aires, fue la propia Lagarde quien los desautoriz­ó. Sucedió en el almuerzo que compartió con Luis Caputo, Nicolás Dujovne y cuatro economista­s : Roque Fernández, Daniel Artana, Pablo Guidotti y Miguel Kiguel.

Ocurrió en la casa de Dujovne. Así dicen que dijo Lagarde: “La gente de mi equipo no tiene una visión tan positiva como yo. Ven problemas. Pero Ustedes y su Presidente están en el camino correcto”. Ayer, Marcos Peña reforzó en público el aval al BCRA. Peña es el único vocero para la crisis, porque ningún integrante del Gabinete tiene la credibilid­ad necesaria para apaciguar los ánimos.

Jaime Durán Barba lo sugirió en la cumbre de hace una semana, cuando se evaluó el mal momento de la Casa Rosada: “Mediáticam­ente los ministros no existen”. La conclusión del influyente “gurú” obedece a la propia estrategia de licuación política: hay tantos ministros que ahora -en la crisis- ninguno logra liderar la opinión económica. Macri tiene debilidad por sólo cuatro ministros de la larga -e inexplicab­le- nómina de su gabinete. Sus preferidos son: Jorge Triaca, Carolina Stanley, Luis Caputo y Guillermo Dietrich. También -ya en otro escalón- respeta a Dujovne por la tenaz tarea que despliega sobre el Presupuest­o.

Por eso, el fin de semana, el Presidente volvió a respaldar al ministro de Hacienda : “No leas los diarios. No les des bola a las versiones”. Se refería al episodio de los “viáticos” de Dujovne. El fin de semana también trascendie­ron por las redes fotos del descanso de Rogelio Frigerio. En el Gabinete existe un temor: que estas filtracion­es podrían surgir de la propia pelea interna. Frigerio es uno de los pocos ministros que mide bien en las encuestas. En el Ministerio del Interior desacredit­an la teoría conspirati­va. Frigerio está concentrad­o en una orden que ayer recibió del propio Macri: “Hay que juntar la mayor cantidad de votos para enfrentar el tope a las tarifas. Vamos a dar batalla”. Son aprestos: Macri busca consenso para el veto. ■

Ocurre frente a una situación inesperada para Cambiemos: el asedio de los inversores contra la zigzaguean­te política cambiaria

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