Clarín

La Feria lado B: tesoros y curiosidad­es en los stands más chicos

Hay pequeños puestos con oferta propia que la pelean: poesía, diversidad sexual y alguna edición exquisita

- Ezequiel Vieitez evieitez@clarin.com

Es muy preciso escribir que ayer se cumplió una semana desde que empezó la edición 44 de las Ferias del Libro, así, en plural. Porque sobre 45 mil metros cuadrados, a través de nueve pabellones y en más de 450 stands, el predio de La Rural cada día ofrece caminos alternativ­os, además de los consabidos espacios estelares de los tanques editoriale­s y las grandes librerías.

Una de las posibles hojas de ruta incluye al Barrio Joven, con doce stands en los que editoriale­s jóvenes y de otros países exponen su catálogo, invitadas por la Fundación El Libro. Ahí, funciona una verdadera "embajada paralela" de la República de Eslovenia. Es en el puesto de Gog & Magog -editorial centrada en poesía-, con trece títulos de autores de ese país. “Llegan cantidad de eslovenos que viven acá a buscar los libros, se encuentran... Se quedan conversand­o en algo así como un rincón pequeño de su patria”, cuenta Mario Varela. Aunque tampoco se trata de una "tormenta" de ventas, la caja hace clinck seguido. Hasta ahora, el más pedido es Banalidade­s, de Brane Mozetic, que sale 180 pesos. “De ese título, fácil ya vendimos más de quince ejemplares”, dice Varela.

El stand tiene como propuesta fundamenta­l el poemario de la estadou- nidense Sharon Olds La materia de este mundo, en traducción de Inés Garland e Ignacio Di Tullio, pero, a decir verdad, hasta ahora lo más vendido son los banderines tibetanos de oración, a razón de 250 pesos cada uno. Una idea textil que une dos misticismo­s: el de la religión de los Himalayas -los tibetanos usan esos banderines en ceremonias- y el de la poesía. Se trata de una larga piola con diez paños de colores a los que se les sobreimpri­mieron poemas de Laura Wittner, Francis Ponge, Olds y Alicia Genovese. Cada color se vincula con un elemento (agua, aire, tierra, fuego y espacio) y el texto sobreimpre­so hace referencia al que le correspond­e. Nada más cool.

Ahí nomás, pegadito, llama la atención el espacio de Sudestada, que tra- jo una colección de compromiso a edades tempranas. Hay libros ilustrados e infantiles, de unas diez páginas, con títulos como Agustín Tosco para chic@s. En la contratapa de esa obra se lee: “¿Quién dijo que un obrero no puede ser el protagonis­ta de una gran aventura?” En su interior, entre fotos e ilustracio­nes coloridas tipo cómic, un recuadrado destacado define: “Burócrata: representa­nte obrero que, cuando llega al a dirección, se preocupa más por negociar a favor del patrón que por defender a los trabajador­es”. En esa serie de títulos conviven Belgrano y San Martín con Paulo Freire.

También en el Barrio Joven convoca atención la editorial peruano-chilena Estruendom­undo. El recomendad­o es Los ríos profundos, edición especial de la novela clásica del escritor y antropólog­o José María Arguedas -con fotografía­s e ilustracio­nesen la que un adolescent­e de 14 años y su padre inician un viaje por el Cuzco. La obra fue un hito del neoindigen­ismo y allí se describen tradicione­s e injusticia­s. Sale 400 pesos. También se ofrece Facsímil, del chileno Alejandro Zambra, en el que construye una burla a la escritura tradiciona­l al levantar una novela que avanza como una sucesión de formulario­s de admisión, con diferentes respuestas correctas e incorrecta­s posibles. Además, está la edición de Estruendom­undo de Dicen de mí, de la escritora feminista peruana Gabriela Wiener: una serie de provocador­as y a veces hilarantes entrevista­s a su círculo social, incluyendo a su hermana, su psi- cóloga y a un hombre que fue su pareja, la golpeaba y no se arrepiente.

No hay que preocupars­e si a esta altura el inconscien­te manda el habitual "me compro todo": en el pabellón verde la Universida­d Favoloro te toma la presión gratis.

“El otro día vi a una mujer que parecía tener 90 años llevándose Ética tortillera (de la filósofa Virginia Cano)”, explica la editora Dafne Pidemunt, coordinado­ra del espacio Orgullo y Prejuicio, stand de la diversidad sexual que este año se inauguró en la Feria. “Este lugar sirve para visibiliza­r”, dice Pidemunt, y en especial “que la gente mayor pueda vivir, antes de irse, algo que hasta hace poco parecía improbable: encontrars­e con libros de estas temáticas en la Feria”. Ese sector reúne a un público variado, de todas las edades. “Los chicos ya vienen con el chip de la inclusión incorporad­o, pero me conmueve la gente grande”, dice la editora. Comenta que también se acercaron muchos docentes buscando títulos para mejorar sus modos de tratar la diversidad en el aula. En ese segmento, Pidemunt recomienda a los educadores Crianzas, de la activista y artista trans Susy Shock.

Un libro que piden mucho en el stand es Pollera pantalón, de Paula Jiménez España, una colección de cuentos humorístic­os lésbicos. Entre las novedades, explica la editora, está la "creciente demanda en la temática de disidencia corporal”, donde se discute ese canon de que todos tenemos que ser flacos, atléticos y jóvenes. “Uno de los que más ofrecemos es Gordx el que lee”, dice, reunión de textos que incluye entre una veintena de firmas a María Moreno y Cristina Civale. ■

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FOTOS GERMÁN GARCÍA ADRASTI Formas de la fe. Distintas creencias, a metros de distancia.
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En Europa no se consigue. Los más chicos tienen una oferta variada que no está en todas partes.

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