Otros tesoros en el cielo porteño
La Ciudad de Buenos Aires tiene otros dos miradores, además del Comastri, que son muy diferentes entre sí. En Mataderos subsiste el Salaberry, construido en 1858. Su propietario, Don Juan Salaberry, avistaba el ganado que llegaba para la faena al actual Mercado de Liniers. Tiene una altura aproximada de tres pisos y no cuenta con mantenimiento. Su estructura metálica se encuentra ya muy deteriorada. En 2013 la Legislatura porteña votó una ley que lo declaró de “utilidad pública y sujeto a expropiación”. Tanto el mirador como la casa que habitaban los Salaberry -de origen vasco, propietarios de un tamboson de barro, con paredes de 45 cm de espesor. Pese a que fue vendida varias veces, se mantienen los materiales originales, como puertas y ventanas con marcos de roble y herrajes, además de un vitraux. Sin embargo, aún no avanzaron los trámites para que el Ejecutivo porteño adquiera la construcción y se transforme en un centro cultural o un espacio que guarde la memoria del barrio, como quieren los vecinos. El otro mirador está un tanto oculto y en excelente estado. Se trata del Sarmiento, ubicado en la que fue la última vivienda del prócer y que hoy es la Casa de San Juan, en Sarmiento al 1200, San Nicolás. Cuenta la leyenda que Sarmiento subía para leer, escribir y mirar el horizonte. Hoy la casa se encuentra rodeada de edificios. Desde la vereda es imposible verlo pero se puede ingresar al patio central. Sarmiento vivió allí entre 1875 y 1888, año de su muerte. En esta vivienda recibió a Dalmacio Vélez Sarsfield, Bartolomé Mitre y Leandro N. Alem. El conjunto fue declarado Monumento Histórico Nacional en 1948. ■