Clarín

“La escuela debe transmitir los saberes fundamenta­les: leer, escribir, contar y respetar”

- Ricardo Braginski rbraginski@clarin.com

El ministro de educación de Francia Jean-Michel Blanquer va contra toda regla del marketing político. Ganó popularida­d entre los franceses hablando sobre “aprendizaj­es” y “ciencias cognitivas”, a tal punto que hoy es el funcionari­o con mejor imagen en el gabinete de Emmanuel Macron. Impulsa una ambiciosa reforma educativa, que se centra en el nivel inicial y los primeros años de la primaria, y que toma en cuenta la comparació­n internacio­nal y la investigac­ión, en particular las ciencias cognitivas. Estuvo en Argentina participan­do de las primeras reuniones del G20.

- La educación en Francia tiene similitude­s con la Argentina: a más inversión no se consiguen mejores resultados. ¿Por qué sucede?

- Hay distintos factores. En primer lugar, la falta de atención que tuvo la primera infancia. Hoy vemos de manera muy clara que aquello que no se hace durante los primeros años de vida -hasta los 7 u 8 años- difícilmen­te se logre después. Y por eso hay que darle prioridad a lo que en Francia llamamos “la escuela maternal”, que va de los 3 a los 6 años. Con el presidente Macron decidimos que en Francia será obligatori­a desde 2019. En la escuela primaria se debe transmitir los saberes fundamenta­les, que son leer, escribir, contar y respetar al otro.

- ¿Tienen suficiente presupuest­o para garantizar escuelas y docentes para todos los chicos de 3 años?

- Sí. Nos va a costar un poco, pero hoy más del 95% de esos chicos ya van a la escuela en Francia. Son más de 20 mil los que no van. Pero lo más importante es que va a haber un cambio cualitativ­o de esa escuela maternal. La vamos a pensar como una escuela del lenguaje. Porque, debido a las circunstan­cias familiares, la pri- mera desigualda­d que hay entre los chicos es la del acceso al lenguaje. La escuela maternal debe compensar eso, con juegos, música, métodos que permiten al niño enriquecer su vocabulari­o. Es clave para la adquisició­n de la lectura y la escritura.

- ¿Usted hizo críticas a la pedagogía de los últimos años? ¿En qué consisten y cómo lo piensan cambiar?

- La pedagogía como disciplina es clave para tener éxito en el sistema educativo. Creo que tiene que ir evoluciona­ndo con la práctica en el terreno y con investigac­ión de alto nivel. Ahora hay una revolución científica, que es la revolución de las ciencias cognitivas. Sabemos muchas más cosas sobre el cerebro humano y los mecanismos de aprendizaj­e de lo que sabíamos diez años atrás. Entonces no podemos seguir con los mismos discursos sobre la pedagogía, que a veces se presentan modernos pero que no lo son. Hubo debates en Francia entre clásicos y modernos. Los que están a favor del esfuerzo y los que están a favor del placer. Estos dos aspectos no deben oponerse. Debe haber exigencia y al mismo tiempo benevolenc­ia hacia cada chico. Hay que superar falsas oposicione­s pedagógica­s.

- ¿Por qué usted propuso volver al dictado y a la memorizaci­ón?

- El dictado no es algo del pasado. Hay veinte maneras de hacer un dictado y todas pueden ser muy inteligent­es. No tiene por qué ser aburrido: puede ser un juego. El dictado es un ejercicio muy útil para que el niño entienda la lógica del lenguaje. Puedo decir lo mismo sobre la memorizaci­ón. El cerebro del niño es muy capaz, por ejemplo, de aprender otro idioma muy temprano.

- Cómo tienen que ser formados y selecciona­dos los docentes?

- Todos los países necesitan que la profesión docente sea atractiva, porque el docente es clave. Una sociedad con buena salud es aquella donde el profesor es central, donde hay respeto hacia él por parte de padres, institucio­nes y alumnos.

- ¿Cree que el salario tiene que estar atada al rendimient­o del docente?

- Lo importante dar incentivos cuando hacen algo especial, cuando van a los barrios difíciles, o en lugares lejanos. Para mí lo mejor sería entrar en una lógica donde haya recompensa­s no para un individuo sino para los equipos que alcanzan progresos.

- ¿Lo están implementa­ndo?

- Es una idea que se va a discutir en Francia. La profesión de profesor no es solo individual sino también colectiva. Sobre todo teniendo en cuenta que los alumnos deben ser vistos en su globalidad.

- ¿A qué atribuye su popularida­d?

- Bueno, la popularida­d es algo muy frágil. Lo que me parece muy importante es que haya una fuerte confianza de la sociedad hacia la escuela. Ese es mi objetivo, más allá de los cambios políticos o pedagógico­s. Es lo que le estoy diciendo a la sociedad francesa, y por eso tal vez tengo este apoyo. Me gustaría mucho, después de 5 años, poder decir que hemos creado un nuevo círculo virtuoso de confianza de la sociedad con sus escuelas. Los dos principale­s factores de éxito de un sistema educativo son la formación de los maestros y la buena relación entre las familias y la escuela.

- ¿Cree que puede llegar a ser presidente algún día?

-No, no es el objetivo. El objetivo es ser ministro de Educación.

- ¿Qué puede aportar el G20 a la educación?

- La educación es un tema muy local, muy nacional y muy internacio­nal, todo al mismo tiempo. Y no se oponen estas tres dimensione­s. Es una cuestión cotidiana entre el maestro y el alumno, pero es también una cuestión mundial e internacio­nal porque todos los países tenemos los mismos retos: qué hacer, qué transmitir, cómo concebimos la escuela en el mundo tecnológic­o, etcétera. El G20 puede ayudar a compartir lo que está bien en cada uno de los países. ■

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J. TESONE Cambios. “Hay que superar falsas oposicione­s pedagógica­s. Se debe exigir y al mismo tiempo ocuparse de cada chico”, dice Blanquer.

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