El juego ilegal destapa la Caja de Pandora
Recordemos los dos últimos casos de inseguridad. El de Leandro Alcaraz (26), el colectivero asesinado de un disparo en La Matanza, y el de Rocío Villarreal (25), la sargento baleada en una comisaría de San Justo, que aún lucha por volver a caminar. Según un relevamiento de Clarín de 2017, son 143 las víctimas que murieron en un asalto en la Provincia, 107 fueron en el Conurbano. Además, mataron a 24 policías, 16 de ellos murieron en el Gran Buenos Aires. La desigualdad, la pobreza y el hambre también engrosan porcentajes. Quizá la ayuda llegue con la cruzada de la gobernadora María Eugenia Vidal contra el juego ilegal, que lleva desarticuladas varias bandas que ocultaban bajo sus sábanas la Caja de Pandora de la delincuencia, esa de la que habla el lector. En consecuencia, cayó en el Conurbano “El señor del juego”, que recaudaba $ 2 millones por semana con apuestas ilegales. Durante el kirchnerismo no existieron estadísticas oficiales sobre el delito, y uno de los objetivos fue tratar de convencer de que la inflación y la inseguridad eran sensaciones inventadas. Hoy pesa sobre nuestros hombros el óxido de aquella majadería. Pero no se deben delegar culpas. Los tri- bunales con puertas giratorias, fuerzas policiales devaluadas y la Justicia en estado de latencia, deja mucha tarea para el hogar. Por ello, el Gobierno no debe claudicar en la lucha para que la inseguridad deje de ser una postal, sobre todo ante una sociedad que siente miedo y clama por justicia, y frente a las críticas de una oposición que no es participativa, pero se inmiscuye con mirada filosa.