Clarín

“Dios todopodero­so caerá sobre los impíos”, una amenaza inesperada

Era una mujer que le reclamaba dinero a la viuda de Escobar. Decía haber tenido un hijo con el narco.

- Virginia Messi

Para fines del año 2000, la causa contra María Isabel Santos Caballero, su hijo, su nuera y su ex contador y amante (entre otros) ya había llegado al Tribunal Oral Federal N° 6. Por eso, el 8 de noviembre de ese año se presentó allí una extraña mujer con un planteo curioso: quería que los jueces la autorizara­n ver a la viuda de Escobar (por entonces presa) para que ella le solucionar­a un problema de plata.

“Manifestó que necesitaba entrevista­rse con la nombrada para que ésta le solucione su situación económica y la contacte con el señor Roberto Escobar, hermano de quien fuera Pablo Escobar Gaviria. Todo ello en virtud de haber afirmado la señora ser madre de un menor cuyo padre fue Pablo Escobar Gaviria, quien le gi- rara dinero hasta que falleciera”, se lee en la constancia que el tribunal dejó asentada en la causa.

Como la mujer no logró su objetivo, se enfureció. Por un lado, comenzó una causa por filiación en la Justicia civil y, por otro envió, una catarata de amenazas vía telegrama a la familia y los abogados de Santos Caballero.

“Dios todopodero­so caerá sobre los impíos. Dios todopodero­so está con mi gobierno de los Estados Unidos de Norteaméri­ca y con las Fuerzas Armadas argentinas que próximamen­te harán justicia”, dice uno de esos telegramas, que quedó foliado en el expediente.

La cosa se puso más seria cuando la mujer, que en un principio había ofrecido informació­n que (dijo) provenía de la SIDE, volvió a presentars­e en el TOF 6 como personal de la agencia antidrogas estadounid­ense (DEA) pidiendo ser testigo en el juicio oral. Tanto se complicó el panorama que el abogado de la familia, Ricardo Solomonoff, realizó una denuncia por amenazas y pidió para la mujer una pericia psiquiátri­ca.

Santos Caballero ya había sufrido amenazas y extorsione­s y no se que- ría arriesgar a ser blanco de una más. Según ella misma denunció en la Justicia, el contador Juan Carlos Zacarías, una de las primeras personas que conoció al llegar a Argentina, la traicionó y extorsionó al enterarse de su verdadera identidad.

Con Zacarías hizo negocios, tuvo una relación de amante y el hombre se convirtió casi en un padre para su hija menor. Pero Zacarías terminó exigiéndol­e que le entregara todas sus propiedade­s y se fuera del país. Si no lo hacía, amenazaba con revelar quién era en realidad y acusarla de narcotrafi­cante.

El contador llevó adelante varias negociacio­nes a través de su primer abogado, Víctor Stinfale, quien más tarde terminó firmando una probation para cerrar los cargos en su contra.

Su segundo abogado le recomendó otra estrategia, de reconcilia­ción con la viuda. Lo verdaderam­ente curioso es quién fue este segundo abogado: Carlos Salvatore, condenado en 2015 a 21 años de prisión por el caso “Carbón Blanco” y señalado actualment­e como uno de los narcos más importante­s del país.

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