Para entender y valorar los monumentos porteños
Nueva guía. Recopila las joyas patrimoniales de la Ciudad
El jueves 19 se presentó en la sede de la Comisión Nacional de Monumentos, de Lugares y de Bienes Históricos, en Avenida de Mayo 556, la nueva guía de Monumentos Históricos de la Ciudad de Buenos Aires.
Su tapa lleva una foto “a vuelo de pájaro” de la zona de las diagonales del centro porteño. En el primer plano, el característico remate de Antiguo Banco de Boston; un poco más atrás, las líneas decó del Edificio La Equitativa del Plata. Y, al fondo, emerge la torre del Palacio de la Legislatura.
Este ejemplar forma parte de una iniciativa que pretende abarcar todas las ciudades del país y solo por una razón estratégica empezó a editarse por la de Buenos Aires y sigue por la de La Plata. Según expresó Teresa Anchorena, presidenta de la Comisión, es porque ambas ciudades fueron admitidas en forma conjunta en la lista tentativa de la UNESCO para formar parte del Patrimonio de la Humanidad bajo el ingenioso concepto “Archipiélago de la Modernidad”.
La noción de Patrimonio cada vez es más amplia. Dejó de circunscribirse a la valoración de un solo edificio o monumento para abarcar desde conjuntos urbanos, árboles históricos o archivos como los de la Conadep. La guía incluye todas las obras porteñas que son consideradas Monumento Histórico y está organizada en diversos capítulos que cubren temáticas sobre Patrimonio Religioso; Urbanismo; Administración Pública, Banca, Finanzas y Comercio; Cultura y Recreación; Asistencia y Organización Social; Deporte, Educación y Salud; Patrimonio Industrial y Vivienda Unifamiliar.
Tal como resaltó Anchorena en la presentación, además de las fotos exteriores hay imágenes de interiores que son poco conocidas y muchas veces de difícil acceso al público general. Así hojeando sus páginas aparecen fotos que son perlitas. Por ejemplo está la Sala de Representantes, en la Manzana de la Luces (Perú 272); las imponentes bibliotecas del Colegio Nacional de Buenos Aires (Bolivar 263) y del Palacio Sarmiento (Pasaje Pizzurno 935); el claustro interior de la Iglesia de San Juan Bautista (Alsina y Piedras); el escheriano juego de escaleras del Colegio San José (Bartolomé Mitre, Azcuénaga, Perón y Larrea); el hierático patio cubierto con grandes columnas corintias y estatuas clásicas del Palacio de Justicia (Talcahuano 550) del cual probablemente recordemos escenas del film El secreto de sus ojos. También hay interiores como la gigantesca bóveda del Banco de la Nación (Rivadavia 325); el hall de acceso ovalado del Antiguo Palacio Fernández Anchorena, hoy la Nunciatura Apostólica (Av. Alvear 1605); y los dorados y oníricos salones del Palacio Ortiz Basualdo (Cerrito 1399).
Tal como comentaba más arriba, la guía, además, incluye capítulos dedicados al Patrimonio Funerario, a los Árboles Históricos y a Archivos de Derechos Humanos. Entre los primeros se destacan los portales del Cementerio de Flores, de la Recoleta y de la Chacarita; y las bóvedas de diversos próceres de la Argentina, a uno y otro lado del espectro ideológico y político. Entre los árboles memorables figuran ejemplares como la magnolia de Avellaneda, en el Parque Tres de Febrero o el aguaribay de Perito Moreno, en el Instituto Bernasconi. También integran estas páginas el Automóvil “Justicialista”, los Archivos de la Conadep y sitios como el Espacio de Memoria y Derechos Humanos de la ESMA y los tristemente famosos centros clandestinos de detención Automotores Orletti, Club Atlético, El Olimpo y Virrey Cevallos.