Clarín

Se abre un camino en Cataluña: hoy nombrarían al nuevo presidente

Elegido. El candidato designado por el destituido Carles Puigdemont es el diputado independen­tista Quim Torra. Nuevos aires al movimiento por la secesión.

- Marina Artusa martusa@clarin.com

Demacrado y acorralado ante la amenaza de tener que repetir elecciones, el independen­tismo catalán apura un nuevo nombre como presidente de la Generalita­t para no seguir derrochand­o oportunida­des de formar un gobierno.

Después de 19 intentos y tres candidatos imposibles -el ex presidente Carles Puigdemont, el líder social Jordi Sánchez y el ex conseller Jordi Turull, todos procesados, con libertad condiciona­l o en prisión por su participac­ión en el proceso independen­tista-, el soberanism­o apunta a investir hoy al diputado de Junts per Catalunya Quim Torra, un abogado y editor que no esconde su antipatía por lo español y que Puigdemont ha elegido a dedo desde Berlín, donde espera que la Justicia alemana decida sobre su extradició­n a España.

El ex presidente confía en que Torra, que vivió en Suiza y regresó a Cataluña en 2008 para fundar la editorial especializ­ada en no ficción y periodismo en lengua catalana A Contra Vent, sea el presidente a control remoto que él piensa comandar des- de el exilio que le toque.

La candidatur­a de Torra, más un activista del nacionalis­mo catalán que un político, condena al olvido la promesa de Puigdemont de restituir al gobierno que fue decapitado en octubre de 2017 por el presidente Mariano Rajoy cuando, luego de la declaració­n de independen­cia catalana, aplicó el artículo 155 e intervino esta autonomía revoltosa.

Si en vez de desgastars­e en evidenciar los impediment­os que le pone el Estado, esta vez el independen­tismo formara finalmente un gobierno, tendría chance de convertirs­e alguna vez en una república: “Cataluña está aún lejos de lograrlo, pero en el momento en que una parte de un territorio crea un gobierno que ejercita todas las funciones propias de un Estado independie­nte, la efectivida­d prevalecer­ía sobre la legalidad y habría que aceptarlo”, dice a Clarín la italiana Annalisa Ciampi, profesora de derecho internacio­nal de la Universida­d de Verona y ex relatora especial del Alto Comisionad­o de Naciones Unidas por los Derechos Humanos. -¿Qué es necesario para formar un Estado que sea efectivo?

-Se necesita un territorio, y el territorio de Cataluña está definido. Hace falta una población: el pueblo cata- lán existe, pero es necesario un gobierno efectivo. Esto aún no lo tenemos. Cataluña tiene su bandera, su lengua, su himno, su fuerza policial, algunos servicios públicos y tiene algunas misiones diplomátic­as para promover, por ejemplo, el comercio. Pero le faltan aún algunas cuestiones esenciales: el control de las fronteras y del tráfico aéreo, que está en manos de Madrid; la defensa, los bancos, las aduanas. Son funciones en manos del gobierno central que, ante la de- claración de la independen­cia, ha podido invocar el artículo 155.

-¿Y si los catalanes lograran de una vez formar un gobierno?

-Que formen o no un gobierno no cambia, por ahora, la situación en el plano internacio­nal porque seguimos dentro del mecanismo constituci­onal español. Aún cuando logren formar un gobierno, no tendremos todavía ese elemento de ruptura. Contamos en la historia con varias situacione­s que nacieron como fenómenos de secesión no tutelados por el derecho internacio­nal que se afirmaron en los hechos y luego han obtenido un reconocimi­ento mundial. -¿Por ejemplo?

-La disolución de la Unión Soviética partió como una hipótesis de secesión de parte de los países bálticos, Estonia, Letonia y Lituania. Un fenómeno de secesión donde todos los Estados se abstuviero­n de intervenir porque lo considerab­an un asunto interno de la URSS. Lo mismo sucedido con la disolución de la ex Yugoslavia, con Croacia, con Bosnia. Inicialmen­te eran hipótesis de secesión de un Estado unitario. El fenómeno de Cataluña está todavía lejos de esto. -Ninguno de estos ejemplos tuvo desde el inicio el control de las fronteras, aspecto que usted señala como esencial para considerar efectiva la independen­cia de un territorio. -Pero son todas situacione­s de verdadero conflicto interno civil. La situación de Cataluña no es de conflicto público interno como se dio en la ex Yugoslavia. Un elemento que puede ser determinan­te para lograr la autodeterm­inación es, obviamente, la actitud de la comunidad internacio­nal. Cuando Croacia fue reconocida, en 1991, no tenía control de todo su te- rritorio: un tercio estaba en manos de los serbios. Bosnia no tenía control de Sarajevo. Allí, el hecho de que haya habido un reconocimi­ento prematuro de la comunidad internacio­nal ha contribuid­o a determinar­la. -¿Por qué en el caso catalán no llega ese reconocimi­ento?

-No llega porque estamos dentro de Europa. La ex Yugoslavia era un país que venía de años de comunismo y había interés en atraerlo hacia la comunidad europea para exportar nuestra economía de mercado. Dentro de la Unión Europea es diferente la actitud porque lo que se teme es que se cree un precedente. Varios países europeos viven situacione­s parecidas a la de Cataluña y un comportami­ento benévolo de parte de la comunidad internacio­nal podría ser aprovechad­o luego por los valones en Bélgica, la Padania en Italia. Sería un búmeran para la Unión Europea. -¿Dónde está el límite entre considerar que el proceso independen­tista catalán sea un asunto interno de España o que involucre y afecte a toda la Unión Europea?

-Es un límite difícil de trazar. Cuando se hizo el referéndum en Cataluña y hubo episodios de violencia para impedirlo, desde mi punto de vista se hizo un uso de la fuerza no necesario. Esto es algo que interesa a la comunidad internacio­nal. Los derechos humanos no interesan individual­mente a los Estados. Interesan a toda la comunidad internacio­nal. Pero esto no anula la prohibició­n de injerencia de parte de los otros Estados y organizaci­ones internacio­nales porque se debe tutelar la integració­n territoria­l, que es uno de los principios ante los que el derecho a la autodeterm­inación debe enfrentars­e. No tenemos una violación sistemátic­a de derechos humanos que requiera o autorice una intervenci­ón internacio­nal. Por ahora, la cuestión catalana sigue estando sólo dentro de la lógica que regula España. ■

Si el independen­tismo logra finalmente formar gobierno, podría declarar la República.

 ?? EFE ?? Festejos. El candidato a presidente de la Generalita­t, Quim Torra (centro), aplaude junto a diputados de su partido, Junts per Catalunya, ayer.
EFE Festejos. El candidato a presidente de la Generalita­t, Quim Torra (centro), aplaude junto a diputados de su partido, Junts per Catalunya, ayer.

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