Clarín

El pueblo de 6 mil habitantes que se reparten 4 municipios

La gente debe hacer hasta 200 km por un trámite. Hoy habrá una reunión que buscará dar una respuesta.

- BAHÍA BLANCA. CORRESPONS­ALÍA Gabriel Bermúdez bahía@clarin.com

Para trámites, los vecinos tienen que hacer hasta 200 kilómetros.

Para tomar un cargo, un docente debe hacer, en el mismo día unos 200 kilómetros antes de pararse, tarde, al frente del aula. Igual distancia, gran parte por camino de tierra y sin transporte público, se requiere para certificar firmas, porque no hay juez de paz. O para pagar tasas municipale­s e impuestos provincial­es y nacionales. En el verano, el registro civil cierra 30 días y si hay un nacimiento, la misma historia. Hace poco, no llegaban micros de larga distancia y la semana pasada se terminaron tres cuadras de asfalto, prometidas hace dos años.

Son algunos de los padecimien­tos burocrátic­os que hacen que vivir en Huanguelén sea una odisea cotidiana para sus 6.000 habitantes. En el oeste bonaerense, a 530 kilómetros de la Capital, el pueblo pertenece a cuatro distritos: Coronel Suárez, Guaminí, Daireaux y General Lamadrid. Mientras los últimos dos solo abarcan campos, los primeros, además de área rural, se reparten el casco urbano, separados por una calle de tierra, como el 70% de las del pueblo. Los que viven al oeste de “la 22” o “la Néstor Tolo Bilbao” pertenecen a Suárez y los de la de la vereda de enfrente a Guaminí. A la atomizada división política se suma la judicial. Según donde ocurra un hecho, interviene Bahía Blanca (260 km al sur) o Trenque Lauquen (190 km al noroeste).

“Estamos completame­nte olvidados de ambos lados, pero el sector de Guaminí, en el que yo vivo, está peor” se queja Carlos Salle. No hay asfalto, ni máquinas viales que reparen las calles y caminos de tierra, pese a que el municipio les cobra las tasas. “Es tierra de nadie” se lamenta. En el pueblo hay tres delegacion­es municipale­s. Lamadrid no tiene y la de Daireaux solo cobra la tasa vial a los chacareros. En la de Guaminí, hay un encargado y dos empleados “que no tienen ni una pala, ni un escobillón” acota el ingeniero Ricardo Scheffer, vecino del lado suarense. En la de Suárez atienden 15 personas “pero no pueden ni poner un sello, por lo que hay que viajar constantem­ente a la cabecera, a 90 km”, acota.

El barullo administra­tivo que enreda al pueblo tiene un efecto económico irracional para una casa de remates de hacienda, del lado de Guaminí. “La gente de campo que vive cerca no lleva ahí animales a vender porque son de Suárez y deberían pagar la guía de transporte, al cruzar a otro distrito. Por eso van a Suárez, que es más barato”, cuenta Alicia Figueiras. Dice que la discrimina­ción “se siente todos los días” y hace que el malestar perdure tanto tiempo. “Lo poco que conseguimo­s, es con protestas y puebladas”. Tras la última, en febrero, Suárez asfaltó tres cuadras de una partida de $ 120 millones que la provincia le asignó en 2016.

“Logramos que el DNI se pueda hacer acá, que el registro civil atienda dos veces por semana. Lo mismo con ANSES. También que haya un micro para ir a La Plata, donde estudia el 80% de los chicos que terminan el secundario”, resume Pablo Garnica, titular de la Junta Comunitari­a. “La burocracia te desgasta”, grafica.

Todos coinciden en que el remedio sería la autonomía, un añejo anhelo, repetido en campaña política y frustrado por proyectos dormidos en la Legislatur­a. Pero desde hoy esa realidad podría empezar a cambiar porque habrá una reunión de los intendente­s de la zona para tratar el tema. Sería el primer encuentro entre jefes municipale­s de los distritos en Huanguelén. Si los coreanos pudieron… ■

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