Clarín

Dólar y Selección, pasión de multitudes

- Héctor Gambini

No sabemos aún si el fútbol nos sirve para desdramati­zar la economía o si la economía nos sirve para desdramati­zar el fútbol, pero el dólar y la Selección vuelven a cruzarse en las mesas de los bares argentinos como lo hacen desde las épocas en que no existían los smartphone­s, los televisore­s 4K ni las Lebacs. ¡El dólar ya pasa los 25!, grita un movilero desde la city, mientras se espera la lista de Sampaoli para empezar a hablar de los que están adentro y, sobre todo, de los que se quedan afuera. El ADN de la argentinid­ad: mejor que discutir sobre lo que es, discutamos sobre lo que pudo haber sido.

La lista sale al mediodía, con el dólar a 25,30. Están Lautaro Martínez, Centurión, Pa- vón. No están Kranevitte­r, Lavezzi, Tevez. El más chico (Lautaro) tiene 20 años. El más veterano, Caballero, 36. El promedio de edad entre los dos es el promedio general: 28 años.

Veintiocho años atrás estábamos en 1990 y la deuda externa era de 70.000 millones de dólares. Para zafar, acordamos con el FMI. Salimos subcampeon­es en el Mundial de Italia - perdimos contra Alemania- y empezamos a preparar la revancha para el 94. Otra vez no pudo ser. En Estados Unidos nos cortaron las piernas, pero teníamos desquite económico: con la Ley de Convertibi­lidad a pleno, un dólar valía un peso. Déme dos.

Los mundiales siguientes (Francia 98 y Japón-Corea 2002), vistos ahora, son rarísimos: ya se había ido Maradona y todavía no sabíamos quién era Messi. En Francia nos dirigía Passarella, recordado por decir que a veces la pelota no dobla. Afuera en cuartos contra Holanda. En Japón, Bielsa pensó tanto, pero tanto, si debía jugar Batistuta o Crespo, que no pasó la primera ronda.

Justo entre aquellos dos mundiales, en 2000, el país obtuvo un "blindaje" de 40.000 millones de dólares y el monitoreo del FMI para vigilar que se bajara el gasto público. Sabemos lo que pasó: el blindaje terminó siendo de cartón mojado. Mientras Bielsa discutía con La Brujita Verón sobre el apuro para sacar un lateral, en Buenos Aires discutíamo­s para ver quién aceptaba Patacones bonaerense­s o Lecops para pagar expensas. Había más pseudomone­das: el Lecor cordobés, el Boncafor formoseño y la moneda sanjuanina, con nombre de enfermedad eruptiva: Huarpes.

En 2006 Kirchner le pagó al FMI pero tomó deuda con Venezuela al 15%, el doble de lo que le cobraban antes. Lo que ganó fue evitar la vi- gilancia de la economía argentina, y así el Indec pudo comenzar a contar las frutillas como si fuesen papas. Dejó de medir la inflación y prohibió nombrarla. Pekerman fue al Mundial con un joven Messi en el banco y se quedó afuera en cuartos, por penales, de nuevo con Alemania. Un dólar costaba $3.

Buscamos a Maradona, Palermo cantó bajo la lluvia y llegamos a Sudáfrica 2010 mientras Boudou lanzaba un nuevo canje de la deuda. Afuera otra vez contra Alemania. ¿Es broma? Le juro que no. El dólar estaba a $3,95.

En Brasil 2014, Kicillof cerró un acuerdo con el Club de París, pero la deuda externa volvió a subir porque había que indemnizar a los españoles por la nacionaliz­ación de YPF. Palacio no supo en ese momento que era por abajo y perdimos la final con... Alemania. Fue un domingo. El lunes el dólar abrió a $8,16.

Ahora aflojemos un poco. El dólar terminó a $25,51 y ya veremos qué pasa hoy con las Lebacs. Lo importante es que en el Mundial no vuelva a tocarnos Alemania. Al dólar ya lo vamos a agarrar, pero ¿otro Mundial perdido? ¿Qué argentino aguantaría eso?

Mientras Bielsa discutía con Verón, acá veíamos quién aceptaba los Patacones o las Lecops.

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