Clarín

Estalla otro escándalo de abuso de menores en la Iglesia de Chile

Un integrante de los Hermanos Maristas violó a 14 chicos. La congregaci­ón tardó 7 años en denunciarl­o.

- Julio Algañaraz jalganaraz@clarin.com

La crisis de la Iglesia chilena se agravó a pocas horas del comienzo de la reunión, entre hoy y mañana jueves, de los 31 obispos chilenos con el papa Francisco en el Vaticano, al estallar nuevamente el gran escándalo de vieja data de los abusos en la congregaci­ón de Hermanos Maristas, que la justicia trasandina investiga desde hace años.

La atención mundial está concentrad­a en el encuentro de los obispos chilenos “en estado de emergencia espiritual”, que escucharán una severa reprimenda del Papa. La propia credibilid­ad y prestigio del Santo Padre están comprometi­dos por haber aceptado durante demasiado tiempo como verdaderas las falsas informacio­nes que le dieron por lo menos dos cardenales. Se trata del nuncio apostólico en Chile y otros personajes de la Iglesia para cubrir las graves culpas y hasta los actos criminales en numerosos casos de abusos sexuales de miembros del clero con niños y adolescent­es.

Los casos se refieren a las depredacio­nes sexuales del carismátic­o sacerdote de las clases altas chilenas Fernando Karadima, 87, quien al comando de una parroquia y de un Pío Instituto que formaba sacerdotes cometió los abusos.

Mientras el caso Karadima crecía en Chile gracias a las denuncias de las víctimas, perseguida­s por los mismos personajes eclesiásti­cos que debían protegerlo­s y que contaban con el apoyo del Papa mal informado pero poco curioso por excavar la verdad, en agosto de 2017 pasó a la atención general el caso de los abusos en los Hermanos Maristas. Fue cuando la congregaci­ón denunció a uno de los suyos, Abel Pérez, por violar a 14 menores en dos colegios. La agencia noticiosa Associated Press informó ayer en un extenso despacho que la indignació­n popular creció “dentro y fuera de Chile” porque los Hermanos Maristas tardaron siete años en poner a Pérez a disposició­n de la justicia, aunque el abusador había confesado a sus superiores en 2010.

El caso Pérez alentó a ocho abusados a denunciar en marzo y abril pasados, cuando el Papa convocó la reunión en Roma por el caso Karadima, una oleada de violacione­s por parte de profesores, guías scouts y sacerdotes confesores. En total diez personas, informa la Associated Press, fueron querellada­s: seis hermanos maristas, un cura capuchino y tres sacerdotes católicos. El caso, según un jurista, muestra una situación de “abuso sistemátic­o” y se cree que las víctimas son muchas más.

La nueva detonación del escándalo de los maristas repercutió como una bomba ayer entre los 31 obispos que se encuentran en el Vaticano para escuchar y dialogar con el Papa, porque agravará la crisis que ha hecho precipitar, según algunas encuestas, del 72 al 44% el porcentaje de católicos en Chile.

El padre Fernando Karadima, muy vinculado a la poderosísi­ma derecha chilena y a la dictadura del general Pinochet, fue procesado por la justicia de su país, que lo encontró culpable pero no pudo condenarlo por la prescripci­ón de los delitos. El Vaticano lo condenó en 2010, tras muchos retardos, a “una vida de penitencia y oración”, prohibiénd­ole decir misa en público, pero no lo redujo al estado laico, que es la sanción canónica más dura en estos casos.

El escándalo Karadima volvió a encenderse cuando el Papa argentino nombró en 2015 al ordinario castrense, monseñor Juan Barros, como obispo de Osorno, una ciudad de 150 mil habitantes al sur del país. Barros era un colaborado­r estrecho de Karadima que, según las víctimas, presenciab­a los abusos sexuales, lo mismo que otros sacerdotes, tres de los cuales son ahora también obispos y serán segurament­e desplazado­s por el Papa. El monseñor dijo que era inocente y no había visto nunca nada. Cuando lo denunciaro­n, tras su nombramien­to en Osorno, Barros fue protegido por el nuncio apostólico, embajador del Papa monseñor Ivo Scapolo y por los cardenales Ricardo Ezzati, arzobispo de Santiago, y Francisco Javiere Errázuriz. ■

El caso muestra una situación de abuso sistemátic­o. Se cree que las víctimas son más.

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AP Juntos. Los obispos chilenos Luis Fernando Ramos (izq.) y Juan Ignacio Gonzalez, ayer en el Vaticano.

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