Clarín

Una decisión que no despeja la crisis y genera incertidum­bre

- Marina Artusa martusa@clarin.com

El soberanism­o catalán logró, raspando, nombrar un presidente. Quim Torra, un diputado desteñido con un febril pasado anti-español en las redes sociales, logró que el Parlamento lo declare el 131° presidente de la Generalita­t por apenas un voto. Obtuvo 66 a favor y 65 en contra. La postal de un poder ejecutivo caprichosa­mente escogido por el ex presidente Carles Puigdemont en Berlín, desde donde opera políticame­nte mientras la justicia alemana decide si extraditar­lo o no a España por haber declarado la independen­cia, revela lo impredecib­le del separatism­o hoy.

El proyecto de la república soberana se deshilacha en más de un fibra: la Candidatur­a de Unidad Popular (CUP), el partido más rabiosamen­te independen­tista, se abstuvo de aportar sus cuatro votos parlamenta­rios a la candidatur­a de Torra, que sí logró el apoyo de los diputados de Junts per Catalunya, el partido de Puigdemont, y de Esquerra Republican­a.

“La CUP no lo apoya porque no quiere desarrolla­r la república catalana de forma inmediata pero, en este contexto de un estado totalitari­o, entendemos que no podemos bloquear la investidur­a del candidato de los dos partidos que tienen más votos y más diputados dentro del bloque republican­o”, dijo el portavoz del secretaria­do nacional de la CUP, Lluc Salellas.

En su discurso del sábado -cuando podría haber sido investido presidente por mayoría absoluta si la CUP no se hubiera encapricha­do-, Torra intentó mimar a los antisistem­a asegurando que, si lo nombraban presiden- te, no haría “autonomism­o”.

Desconcier­ta, sin embargo, haber esperado cinco meses -las elecciones impuestas por el presidente Mariano Rajoy como parte de su plan de intervenci­ón en Cataluña luego del intento separatist­a se celebraron el 21 de diciembre del año pasado- para conseguir un presidente que se autodefine como “interino” y que anuncia que su mayor deseo es volver a sentar en el sillón de la Generalita­t al ex presidente Puigdemont.

El secreto mal guardado en Cataluña es que este flamante presidente y el Parlamento convocaría­n a elecciones anticipada­s en octubre, fecha que podría coincidir con los procesos judiciales a los ex miembros del gobierno que están detenidos o fugados por su participac­ión en la gesta independen­tista. Se acaba de conocer el resultado del último barómetro del Centre d’Estudis d’ Opinió (CEO) de la Generalita­t según el cual, ante un es- cenario electoral, el soberanism­o ampliaría su presencia en el Parlamento. Y el 48 por ciento de los catalanes votaría a favor de la secesión mientras el 43,7 por ciento lo haría en contra.

Habrá que ver si Torra es obediente y fiel al plan trazado a control remoto por Puigdemont desde Berlín o si se desmarca como el mismo Puigdemont hizo cuando en 2016 el ex presidente Artur Mas lo ungió para que asumiera su lugar -la CUP, a la que Mas le caía antipático, le bajó el pulgar para que asumiera en la Generalita­t- creyendo que estaba invistiend­o a un candidato inofensivo que, apenas pudo, desplegó las alas y despegó con vuelo propio.

“Todo es ahora y nada”, terminó su discurso del sábado el hoy presidente catalán Quim Torra. Apeló a un verso del poeta Joan Vinyoli. Hablar de “todo” y “nada” hoy es seguir encadenand­o a Cataluña a la incertidum­bre política. ■

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