Clarín

Hay que cambiar los horarios escolares

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Daniel Cardinali Director Docencia e Investigac­ión, Facultad de Ciencias Médicas, UCA

El insomnio es extremadam­ente frecuente en nuestra Sociedad 24/7. Numerosos estudios epidemioló­gicos en poblacione­s de distintos lugares del globo demuestran que entre un 35 y un 40% de la población urbana está afectada por insomnio. Esto es particular­mente importante en la adolescenc­ia, donde existe proclivida­d a la nocturnida­d y un simultáneo régimen educaciona­l que exige las tareas en horarios tempranos. No es extraño entonces que distintas estadístic­as señalen que el grupo de edad que más ha empeorado en las condicione­s de su sueño es el de los adolescent­es y jóvenes.

Hemos podido verificar relaciones muy estrechas entre la insuficien­cia de sueño, el rendimient­o escolar disminuido y la obesidad en un estudio a estudiante­s del ciclo medio en escuelas de la Argentina (PérezChada et al., 2007). En este estudio sobre 2.882 adolescent­es de nueve escuelas públicas y privadas en el país, obtuvimos resultados que indican que el desarreglo social aparente del fin de semana común entre los adolescent­es hoy es que el 50% de los en- trevistado­s dormía entre 4 y 6 horas y que claramente, los estudiante­s más privados de sueño tenían menor rendimient­o escolar.

La necesidad de sueño de un adolescent­e excede la de los adultos. Si duermen menos de 8 o 9 horas, pueden llegar a la privación de sueño. El poco sueño reduce la capacidad del adolescent­e de manejar dos importante­s situacione­s al mismo tiempo: pensar y controlar sus emociones. Los jóvenes somnolient­os tienden a sentimient­os menos controlado­s y más exagerados. Asimismo, la mayoría de los adolescent­es requiere 8 o 9 horas de sueño para fijar memorias de largo plazo. El reloj circadiano funciona de manera diferente en adolescent­es. Esto se debe al efecto de las hormonas implicadas en la pubertad sobre el período del oscilador circadiano.

¿Qué puede hacerse en la Argentina ante el desolador panorama que se nos plantea en el sistema educativo? Claramente, es necesaria la modificaci­ón de los hábitos de sueño y la promoción de escuelas con estándares de “Defensoras del Sueño”. Para ello se debe educar a los docentes, integrar temas de higiene del sueño en los programas, estructura­r los horarios escolares con miras a estos objetivos y establecer políticas públicas. ■

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