Wim Wenders retrata al Papa Francisco
La película sobre el Sumo Pontífice, del célebre director alemán, fue recibida con aplausos.
No habla de San Lorenzo ni aparece con Cristina ni con Macri, aunque sí con Pepe Mujica y Evo Morales. El documental Le pape Francis: un homme de parole, de Wim Wenders, es previsiblemente laudatorio con la figura máxima de la Iglesia católica, al que entrevistó en varias oportunidades, aunque Francisco siempre hable a cámara y no se escuche al entrevistador. La película comienza literalmente en el cielo. Se disipan las nubes y aparece Asís, y un prólogo en el que se habla de San Francisco de Asís - personificado por un actor- hasta que todo desemboca en el cuartel del director de París, Texas: el pensamiento y la acción de Francisco.
Hay imágenes de sus viajes globales: en Brasil, Bolivia, el Congreso de los Estados Unidos, Filadelfia, la ONU, Grecia, un hospital en Africa, en una ceremonia del Holocausto en Jerusalén. Se ve cómo la gente, en masa, lo quiere, se lo ve bajando del papamóvil a saludar, y hasta en helicóptero. Y se lo escucha fijando posiciones firmes.
El Papa habla de la pobreza, del espíritu que debe guiar a la Iglesia, brama contra la pedofilia y dice que los curas que incurran en ella “deben ser castigados” porque “es más que un crimen”. Habla de la inclusión de la mujer y en contra de las organizaciones profeministas y promachistas. Habla todo el tiempo. El único momento en el que el papa no es el Papa sino el cardenal Bergoglio, Wenders la pifia. Dice que está, en 1999, en la Plaza de Mayo, pero es la Plaza de los Dos Congresos.
La prensa recibió a la película con aplausos al finalizar la proyección, y hasta rió ante algunos parlamentos del Sumo Pontífice que, sí, llevaban al menos a la sonrisa. Quizá este trabajo documental no tenga la rigurosidad de La sal de la Tierra ni la espontaneidad de Buena Vista Social Club, pero ayuda a acercarse al Papa.
En la Competencia por la Palma de Oro hubo un enorme regreso, el de Spike Lee, con su mejor filme en años. En BlacKkKlansman toma un hecho real, la infiltración en los ’70 de un policía negro ( Joihn David Wa- shington, hijo de Denzel) en el Ku Klux Klan, en Colorado. Eso fue posible gracias a otro policía blanco (Adam Driver), que es quien pone la por Ron Stallworth. Lee se muestra con toda la carga, revulsivo, con mucho humor y hasta premonitorio con los racistas blancos gritando “¡Primero América!” –caballito de batalla de Trump-, combinando suspenso y filmando con su clásica agitación.
Otro candidato a la Palma es Hirokazu Kore-eda, cuya Shoplifters se centra en una familia, con niños en roles protagónicos y una abuela que se las sabe todas. Pero es una familia poco común, que roba en almacenes y que la trama tiene una vuelta de rosca muy pero muy atractiva.
Decepciona en la selección Asako I & II, de Ryusuke Hamaguchi, sobre la relación de una pareja a lo largo del tiempo. Otro filme que la Competencia le queda un poco grande. ■