Verde que te quiero verde
Ciertas militancias están con un problema bárbaro. La marcha para despenalizar el aborto se hace con pañuelos verdes y todo indicaría que el próximo debate sobre temas tabú será la despenalización de la marihuana.
De resultar así, el color verde estará en el centro de la polémica y se prestará a confusión. Lo adverso es que algunas voces se alzarán diciendo: ¡los pro abortistas son insacia- bles, ahora van por la marihuana legal! Y los desinformados de siempre no entenderán por qué en las marchas del aborto hay tanto olor a porro.
En fin, los del cannabis legal están que trinan: el verde era nuestro color, maldicen citando, en vez de a Bob Marley, a Joaquín Sabina: “Tenía los pies diminutos y unos ojos color verde marihuana”. Con lo de la canción buscan explicar cierta unanimidad. En España y en Buenos Aires también, el verde estaba completamente identificado.
¿Habrá tantos colores como causas nobles? Más preguntas: ¿Existe una marihuana bue- na y otra mala? ¿Hay una que cura y otra que debe ser secuestrada por Gendarmería? El mensaje resulta de lo más ambiguo. ¿Quemar las toneladas de marihuana que se queman no es quemar medicamentos para la artritis, el Parkinson, etc, etc?
El violeta define al feminismo. El rojo se lo agarraron los partidos políticos de izquierda. El azul es justicialista. Y el verde, demasiado semaforil, ante todo quiere decir “siga”. Puede que por su naturaleza autorizante fuera blando para la protesta. Pero ahora el verde explotó y hay mar de fondo. El problema, dicen, no es moco de pavo.