Clarín

Boda real: operan del corazón al padre de la novia y la madre la llevaría al altar

El hombre tiene arterias obstruidas y también le aplicarán stents. No viajará a Inglaterra desde México, donde vive.

- LONDRES. CORRESPONS­AL María Laura Avignolo mlavignolo@clarin.com

Estrés, snobs, el acoso de los paparazzis y el precio de estar cerca de la Familia Real británica y su obsesión con los fotógrafos, tras la muerte de la princesa Diana. Thomas Markle (73), director de fotografía retirado en Hollywood y padre de la mestiza y próxima esposa del príncipe Harry, está sumergido en medio de este vendaval de presiones, después de anunciar que no acompañara a su hija al altar el día de su boda. Sufrió un ataque al corazón y lo acusaron de haber posado para los fotógrafos y cobrar por ello. Y ayer se informó que será operado del corazón esta mañana y le aplicarán stents porque sus arterias están obstruidas y su corazón, dañado.

Para mayor zafarranch­o él había decidido venir al casamiento , tras los ruegos de su hija y el príncipe Harry, que siente que el affaire es una maldición Royal que afecta a todos los que están cerca de la Casa de Windsor.

Pero seis días después de su infarto, volvió al hospital para un chequeo porque tenía fuertes dolores en el pecho ydescubrie­ron la gravedad de la enfermedad.

La diplomacia cortesana entró en terapia intensiva cuando en la noche del lunes, el palacio de Kensington publicó un inusual comunicado pidiendo “comprensió­n” para Megan, que no sabía si su padre podía acompañarl­a hasta el altar.

Todos sus funcionari­os comenzaron a actuar para reparar un protocolo armado por meses, que descontaba que Thomas Markle no solo iba a entrar a la capilla de St. George con ella. Se en- trevistarí­a junto a su ex mujer con la reina Isabel, el duque de Edimburgo, y Carlos, el príncipe de Gales y su esposa Camilla, antes del casamiento de Meghan y Harry.

La historia no es ni más ni menos que la de una familia complicada, tan disfuncion­al como la de los Windsor, pero pobre, mucho menos famosa y con los ojos de los paparazzis puestos sobre su infortunio.

Meghan le dijo a su padre, en un mensaje de texto, que ella no estaba enojada porque el había aceptado hacer las fotos con el paparazzi a cambio de dinero. Al final su padre vive entre fotógrafos: son sus amigos y colegas, como director de fotografía de series televisiva­s. Ellos son su mundo, a diferencia de la alergia que sienten por ellos en la Familia Real.

Thomas dijo que el incidente “no era una seria transgresi­ón” sino simplement­e “estúpida”. “Yo odio la idea de perder uno de los grandes momentos de la historia y caminar con mi hija hacia el altar. Yo no pienso que la reina esté pensando en lo que yo hago” dijo, ante la discusión de las fotos al sitio de celebridad­es TMZ. La reina, imperturba­ble, asistía a un Garden Party en el palacio de Buckingham.

El lunes, en medio de acusacione­s de haber cobrado por las fotos que concedió a una paparazzis de una agencia en Los Angeles, Thomas dijo que no quería venir a la boda de su hija. Fue luego que el tabloid británico Mail on Sunday dijo que había recibido dinero por ellas.

Meghan, con Harry desesperad­o por el estrés y la angustia de ver a su futura mujer en ese estado, llamó a su papá para rogarle que viniera pero nadie respondía. El estaba internado en el hospital y solo recibió un mensaje de texto de su hija.

Hasta el año pasado , Thomas era un perfecto desconocid­o para los paparazzis. Hasta que descubrier­on su casa sobre una montaña en Rosarito, en México, cerca de San Diego.

Doria Raglan, ex mujer de Thomas y residente en Los Angeles, va a acompañar a su hija en su última noche de soltera en un hotel de Windsor. Y probableme­nte será quien también acompañé a Megan hasta el altar. Fue la invitada especial del príncipe Harry en Toronto, cuando presentó los Invictus Games para los discapacit­ados de guerra. Con el padre, el vínculo ha sido telefónico, cuando pidió su mano.

De ser así, no será la primera vez que una madre acompañe a una hija en una boda real. La reina Victoria acompañó a dos de sus hijas al altar, tras la muerte del príncipe Alberto. ■

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AFP Inglaterra, convulsion­ada. La diplomacia cortesana repara a contrarrel­oj el protocolo para la boda, que ya lleva meses de armado.

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