Clarín

MINUJÍN ERÓTICA

En 1973 pintó penes y vaginas, tras investigar en los pornoshops de Washington. Ahora expone esas obras.

- Mercedes Pérez Bergliaffa seccioncul­tura@clarin.com

Ahora, en una galería de Recoleta, presenta una muestra con penes de colores, que fue prohibida en 1973.

Nadie se esperaba esto de Marta Minujín, a esta altura del partido: con 75 años a cuestas acaba de inaugurar Frozen sex, una exposición llena de enormes penes y vaginas pintados en gamas de rosas, color carne, flesh, como le gusta llamarlo a ella. Pero en realidad, Marta declara que lo ve más como un asunto formal: como un erotismo pintado en la época del SIDA (aunque todavía no se lo reconocía como SIDA. Era el año 73 en Nueva York; la obra era una bandera cruzada contra el conservadu­rismo y, a la vez, un llamado de atención: sus amigos se estaban muriendo, y no se sabía bien de qué.

Estas enormes pinturas de primerísim­os planos -en la galería Henrique Faria- tienen el color de la carne enlatada, de las salchichas y de los jamones, dice Minujín. Y tienen (como todo en ella) la intención de sacudir al espectador.

Antes de la inauguraci­ón Minujín - que viene de ser homenajead­a en el Museo del Barrio, de Nueva York- recorrió las obras junto a esta cronista. Esta muestra, cuenta, fue censurada en 1973 -bajo la presidenci­a de Juan Perónen la galería de Álvaro Castagnino de Buenos Aires por presión de la Policía, pero en 1974 pudo exponerse en Washington. Y hasta vendió varias de estas obras, allí. Mientras, con Marta caminamos por la muestra y paramos ante cada miembro erecto, cada vista de atrás y de adelante: colas, piernas, penes y vaginas: bienvenido­s a la serie erótica de Marta Minujín (que algunos hasta podrían confundirl­a con un “porno soft”). En una sala complement­aria se muestran otras obras, como el Obelisco de pan dulce de 1979. “Yo acá no hago pintura, hago una declaració­n, una propuesta”, explica la artista.

-¿Qué quiere decir su propuesta? -Que los órganos sexuales son tan importante­s como la cara. Por eso, yo acá, en estas pinturas, en vez de hacer el retrato de una mujer ahí sentada en el sillón, hago el retrato de un pene, o de una vagina. Que no tienen por qué estar demonizado­s. -¿Por qué sostiene que las personas están “demonizand­o” el sexo?

-Mi idea no es el sexo, así, sino el erotismo, que es otra cosa.

-¿Y cuáles serían las diferencia­s que establece entre sexo y erotismo?

-El erotismo es un metalengua­je del sexo. Es otro lenguaje del sexo. Y se ubica en la imaginació­n de la gente. Pero no necesariam­ente tiene que remitirse al acto sexual: podría ser sugerido, por ejemplo, a través de un clima erótico. Y además, el erotismo es una gran ciencia. Y es espiritual. Es una ciencia espiritual.

-¿Por qué dice que el erotismo es algo espiritual?

-Porque no se trata de la carne, sino de la mente. La carne y la mente no son lo mismo. La carne sola es como hacer una poesía sin colores. Y las personas lo deberían comprender de esa manera. Si yo pensara de otro modo, en estas pinturas pondría pelos, profundida­d… Pondría otra cosa.

-¿Y estas pinturas son mentales, eróticas o porno?

-¡Nooooo! Son mentales. Entonces Marta Minujín se para frente a la foto puesta como documentac­ión complement­aria de las pinturas, en una vidriera: es la foto de una vagina gigante. Y comenta, recordando: ¡Esta era buenísima…! Pero ya no la tengo. Se vendió o se quedó en el camino. No recuerdo lo que paso. -¿Por qué decidió hacer esta serie sobre el erotismo?

-Por un lado, porque por ese tiempo había comenzado a aparecer el SIDA en Nueva York, aunque no se sabía qué era ni lo que estaba pasando. Mis amigos artistas, personas a las que conocía, comenzaban a morirse de maneras horribles… Después, sí, se descubrió lo que era. Por otro lado veía que hay retratos de reinas, de reyes… ¿Y por qué los órganos sexuales no están retratados…? Entonces se me ocurrió retratar las relaciones sexuales y los órganos sexuales. Dignificar los órganos sexuales que estaban siendo demonizado­s. -¿Cómo se organizó para esta serie? -Estuve investigan­do un tiempo en Washington por todos los pornoshops. Y veía gente rarísima, como quien busca en una librería.. Bueno, estaban todo el tiempo ahí, todo el tiempo ahí... Obsesivos. Todo el tiempo ahí. -¿Recorrías los pornoshops y veías gente ansiosa?

-Sí, sí, pero no era que querían sexo total sino que buscaban. Es como una curiosidad.Cierta forma de abstracció­n de la perversión.

-¿Cómo sería la perversión abstracta? -La gente puede ser perversa en su pensamient­o pero no en su acción. En la mente puede haber muchas cosas pero no tenes necesidad de llevarlas a la práctica. Ese es el tema de esto: no es que yo incite a llevar algo a la práctica, sino que es algo que va mucho más allá. Es el erotismo. Y sin mente no podes ser erótico.

-¿El arte latinoamer­icano está explotando? ¿Está en un buen momento? -No, no está explotando para nada. En el MOMA ahora, había una piecita así de chiquita con ¡Tarsila do Amaral! -¿Entonces es una ilusión?

-No lo sé, pero yo no veo arte argentino por ningún lado cuando viajo. Por ningún lado.

-¿Y por qué eso es así? -Fundamenta­lmente, estamos muy lejos. Somos como el arte australian­o. La gente no quiere venir porque son doce horas de avión. Sólo los que se van a vivir afuera pueden hacer más cosas. Ahora va a venir de Art Basel (la movida de arte más importante del mundo), va a venir un artista como Maurizio Cattelan, pero eso no quiere decir que el arte argentino se valorice, porque en realidad no cuesta nada. Al lado de cualquier artista mexicano, que venden en un millón y medio, dos millones de dólares… -Después de tantas décadas, ¿en qué dirección se fue moviendo su carrera? -¿Sabés que pasa? Que si paro me muero. Pero además creo que tengo una misión y es la de estar constantem­ente sacudiendo a la gente. Mis obras son sacudones. El arte es para la gente. Pero no creo que pueda superar la obra del Partenón de libros prohibidos, no creo que la supere.

-¿Quiénes fueron los modelos de estas pinturas eróticas?

Minujín sonríe.

-Mi marido. Mi marido y yo. ■

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DAVID FERNÁNDEZ Formas y colores. Minujín, en la galería donde expone. Quiso “dignificar los órganos sexuales que estaban siendo demonizado­s”.
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DAVID FERNÁNDEZ El Obelisco de 1979. ¿Una obra con connotacio­nes eróticas?

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