Clarín

Pedofilia: presión del Papa a obispos chilenos para que renuncien

En su encuentro con 34 prelados, usó un pasaje de San Pablo que alude a la necesidad de dar un paso al costado.

- Julio Algañaraz jalganaraz@clarin.com

¿Qué quiso decir el Papa? ¿A quién hablaba Francisco? Causó sorpresa y un cierto impacto, hace dos días, que Jorge Bergoglio, de 81 años, haya evocado su proprio caso al decir en una de las misas mañaneras que celebra en la casa de Santa Marta, donde se aloja, que todos los obispos saben que en algún momento deben tomar la decisión de retirarse.

Francisco había preparado una afilada homilía mientras en el Vaticano 34 obispos de la Conferenci­a Episcopal chilena (tres de ellos son eméritos, o sea, retirados), participan de un dramático encuentro convocado por el Papa argentino, a raíz de las “heridas devastador­as” causadas a la Iglesia trasandina por los escándalos de abusos sexuales y el comportami­ento “non sancto” de obispos y hasta cardenales.

La purificaci­ón y renovación de la Iglesia exige una purga drástica que puede incluir a una docena de obispos. El último martes, el Papa distribuyó unos temas de meditación sobre la crisis y su superación a los episcopale­s pidiéndole­s que se dedicaran a rezar y meditar, en una especie de jesuíticos ejercicios espiritual­es.

La segunda reunión de las tres jor- nadas del encuentro comenzó a la tarde y a los periodista­s se les reiteró que el ambiente es de “total confidenci­alidad”: nadie debe decir una palabra. Tampoco el Papa, que no habló públicamen­te al comienzo ni lo hará al final de la cita.

Sin estas aclaracion­es sobre el clima que se vive aquí en el Vaticano no se entiende bien la reflexión de Bergoglio sobre un pasaje bíblico de San Pablo, en el que se refiere a cuándo es el momento de “dejar el rebaño al cuidado de otros”.

“Cuando leo esto”, explicó Francis- co, “pienso en mí mismo porque soy un obispo y tendré que retirarme”. Este enfoque no es del todo exacto porque el obispo de Roma no es como los otros. Su retiro natural es la muerte. La de obispo de Roma (de cuyo título proviene el de Papa de la Iglesia universal) es una condición vitalicia, para toda la vida. En los últimos dos años, ante la avalancha de conspiraci­ones y críticas de sus adversario­s y enemigos de la derecha eclesiásti­ca, Bergoglio cortó por lo sano y dijo varias veces que no pensaba renunciar.

Es claro que el Pontífice puede tener que retirarse en vida si sufre una enfermedad fulminante o tan grave que le impida el ejercicio del pontificad­o. El caso de Joseph Ratzinger, Benedicto XVI, que renunció en febrero de 2013 alegando que se sentía con pocas fuerzas físicas, ha causado un cimbronazo histórico porque, al menos en los últimos 600 años, los Papas llegaban hasta el final de sus días pese a que el cuerpo y la mente ya no les permitían seguir.

En su homilía en la que evocó el proprio retiro, Francisco indicó: “Pienso en los obispos, en todos los obispos”. El Papa aludía así visiblemen­te a los episcopale­s chilenos, invitando a prepararse a aquellos a los que, tras la reunión de emergencia en Roma, les será comunicado el pase a retiro. “Que el señor nos dé la gracia a todos nosotros para ser capaces de poder partir de esta forma, con este espíritu y fuerza”, concluyó.

La última jornada, mañana, de la conferenci­a de “emergencia espiritual” del Papa con los obispos chilenos se dividirá en dos sesiones. El segundo encuentro estará dedicada a las conclusion­es finales y tal vez a algún anuncio “confidenci­al”.

Entre los participan­tes se encuentran los cardenales Francisco Javier Errázuriz y Ricardo Ezzati, arzobispo de Santiago. Es Errázuriz el que despierta más expectativ­as, pues durante años fue la figura central de los conservado­res que controlaba­n la Iglesia chilena. En los pasillos vaticanos se murmura que habrá llegado el momento de mandar a casa al cardenal, considerad­o junto con el nuncio apostólico Ivo Scapolo el mayor responsabl­e de haber dado informació­n falsa al Papa sobre los casos de abusos que han hundido el prestigio de la Iglesia chilena, convirtién­dola en una institució­n cerrada y opaca que privilegia­ba el encubrimie­nto de decenas de casos de pedofilia para “evitar el escándalo”. ■

“Cuando leo esto, pienso en mí mismo porque soy un obispo y tendré que retirarme”, dijo el Papa

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AP Ya es hora. La palabra de Francisco fue interpreta­da como una sugerencia de renuncia para los obispos.

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