Clarín

“El monumento a Colón y el revisionis­mo populista que lo negó y olvidó”

- Ezequiel Toti PRESIDENTE RINNOVAMEN­TO NELLA TRADIZIONE, ARGENTINA ezequielto­ti@gmail.com Segundo Echegaray dito.echegaray@hotmail.com.ar Leonardo Peusner leonardo.peusner@gmail.com

Un país civilizado sabe convivir con su propia historia, con aciertos y errores, sin tomar lo que le gusta como en un tenedor libre. Pero en la Argentina, incluso en momentos de crisis, optamos por la división en lugar de la unión.

Se ha estimado que en la Argentina viven 25 millones de descendien­tes de italianos, lo que significa que un 65 % del total de la población tiene al menos un ancestro italiano. Estos inmigrante­s (junto a los españoles) en ocasión del Centenario, honraron a la Argentina con un monumento frente a la Casa de Gobierno, en el cual se ve representa­do al navegante Cristóbal Colón junto a otras catorce figuras alegóricas, y la Nación toda los recordó siempre de ese modo. Hasta que a alguien se le ocurrió “borrar” del eje cívico-histórico de la Ciudad todo rastro de esta parte de nuestra historia, siendo que bien podría haber dado un ejemplo de coexistenc­ia entre ambas esculturas (Colón y Azurduy) o erigir nuevas, como por ejemplo al Beato Ceferino Namuncurá.

Este ridículo revisionis­mo populista de “leyenda negra” nos llevó a polarizarn­os más como si fuera poco, con base en sucesos muy anteriores de nuestra historia y desde luego juzgando desde la comodidad del presente. ¿Qué dirán acaso de nosotros dentro de dos siglos? Este tipo de censura de la historia y modelo de pensamient­o único, que atenta contra la libertad, pareció revertirse cuando en febrero de 2016 la prensa italiana aseguraba que existió una promesa de parte del presidente Macri a Matteo Renzi de restituir dicho monumento a su lugar de origen.

El Presidente, con esta simple restitució­n, tiene la oportunida­d de fomentar unión, pacificar el pasado, revaloriza­r la identidad olvidada y negada, recordar los valores fundaciona­les de la civilizaci­ón occidental y cristiana (que no esta reñida con la cultura nativa), esa civilizaci­ón que fomentaron nuestros padres fundadores.

Pues, Juana Azurduy ha quedado ubicada en las cercanías de la Plaza Colón: bueno sería que este monumento único de la historia argentina volviera también cerca de donde “residió’’ durante un siglo. lizan los grandes formadores de precios.

Un sólo ejemplo para no redundar en lo que será masivo. La semana pasada, una botella de agua baja en sodio, sin gas, marca KIN de 2.25 lts, (Coca Cola), costaba unos $ 13.99, y hoy la misma botella cuesta unos $ 19.99. Increíble. Hagamos el cálculo. ¿Es importada? Soy jubilado con la mínima y pregunto, ¿también me aumentarán en esa promoción mi sueldo?

Por favor, señores gobernante­s, hagan algo, controlen, no dejen que se siga avasalland­o nuestro derecho. • Durante un tumultuoso siglo, la Argentina ha oído muchos discursos divisorios, algunos de los cuales llevaron al país a una era de interminab­les revanchas y contra revanchas.

Sorprende entonces a aquellos que tenemos suficiente­s años para recordarlo­s que Mauricio Macri salga en un momento crítico a clasificar a los argentinos con típico espíritu maniqueíst­a en los consabidos “dos grupos”, en este caso los que quieren construir un futuro y los que quieren “destruirlo”. Las expresione­s del Presidente son lamentable­s.

Hoy más que nunca es necesario acentuar los consensos no los disensos, para tratar de juntar lo que se ha separado. Se entiende que hasta ahora, Macri, prosperó buscando imaginario­s “cucos” adversario­s, pero esto debe acabar.

Cambiemos tiene una economía para arreglar y una Argentina para unir cohesivame­nte. Confiemos en que el Presidente pueda encontrar en su alma un átomo de grandeza que le permita elevarse por sobre la desastrosa situación que él mismo ha contribuid­o a crear, y pueda pasar así de ser de un simple Presidente a un estadista que la Historia pueda recordar amablement­e.

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