Clarín

El peronismo espera que se le abra una ventana

- Fernando Gonzalez

El peronismo está fumando y espera. Hace tres semanas observa cómo Mauricio Macri se debate en medio de la crisis cambiaria. Es un deporte que conoce bien y requiere de cautela institucio­nal. Ninguno de sus integrante­s quiere calzarse la corona de golpista que rodeó a varios de sus dirigentes importante­s en la tragedia argentina del 2001.

Por eso Cristina Kirchner está callada, ejercitand­o el silencio táctico que describió en Clarín el periodista Pablo De Léon. Sergio Massa también prefiere el perfil bajo mientras activa a sus diputados del Frente Renovador para empujar el proyecto que propone un tope a las tarifas de los servicios públicos. Y Juan Manuel Urtubey hace algunas críticas moderadas en público y propone “federaliza­r” la discusión por el costo de la energía. No es un verbo inocente. El salteño plantea que la Ciudad y la provincia de Buenos Aires se hagan cargo del costo de la distribuci­ón de la electricid­ad, una maniobra que busca hacerle las cosas un poco más difíciles a María Eugenia Vidal y a Horacio Rodríguez Larreta.

Es que los dos gobernador­es PRO no sólo gestionan los distritos más ricos y poderosos de la Argentina. Tienen la misión de ser los tractores electorale­s en los comicios del año próximo y hasta podrían ser los elegidos de Cambiemos para enfrentar el desafío de competir por la Casa Rosada si la hipoteca del FMI llegara a complicar las chances de reelección de Macri. Es una hipótesis extrema pero ya se sabe cuánto les atrae a los cisnes negros la intensidad del país adolescent­e.

El peronismo del mes de mayo se divide en dos sectores claramente identifica­dos. El kirchneris­mo más ultra cree que la corrida cambiaria abrió una oportunida­d histórica para volver al poder, y si es rápido mejor. Subestimar­on a la democracia de jóvenes y de viejos, no tienen tiempo para esperar los frutos de la tolerancia. Los otros, moderados, racionales, dialoguist­as, también sintieron crecer adentro el optimismo olvidado. “Creíamos que no había chances para el 2019 pero ahora sentimos que se abrió una ventana”, dice uno de ellos. Urtubey y Massa están enrolados en esa corriente, aunque el tigrense sigue abonando la tierra por afuera del gran movimiento.

Y aunque la política argentina enseña que no se pueden inventar candidatos en 18 meses, hay un peronista más que reprime cada vez menos su fantasía presidenci­al. El senador Miguel Ángel Pichetto saca partido de su habilidad negociador­a y la atracción que ejerce cuando aparece en público. Ayer aprovechó la presentaci­ón de un libro sobre la vida de Carlos Menem para deshacerse en elogios sobre el ex presidente. “Él inventó todo”, dibujó Pichetto, menemista, duhaldista, kirchneris­ta y cristinist­a de la primera hora. “Va a llegar a la presidenci­a; no tengo dudas y puede contar conmigo”, respondió Menem. Se los ha dicho a tantos que, a los 87 años, no le costó nada endulzar también los oídos de Pichetto.

El martes, Urtubey y Pichetto compartirá­n el lanzamient­o de una revista del sindicalis­ta Hugo Quintana. Ese día vence el plazo que le dieron al Gobierno para que presente un proyecto alternativ­o para las tarifas. Pero Macri ya les ha dicho que va a vetar la ley opositora.

El encuentro huele a lanzamient­o y entusiasmo es lo que sobra en el peronismo. Pero falta mucho tiempo y, además de las de luz y gas, la sociedad tiene muchas otras facturas para pasarle a los peronistas. La historia reciente dice que fueron derrotados en las dos últimas elecciones y que ni siquiera han intentado todavía el karma de la renovación.

Cristina está en silencio. Massa con bajo perfil y Urtubey se mostrará el martes junto a Pichetto.

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