Clarín

Este mes Trump reiteró su mensaje a favor del libre acceso y portación de armas

Patriota. Así llamó a la Asociación del Rifle. En un discurso los felicitó y dijo que los maestros debían dar clase armados.

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Hace apenas unos días, el seis de este mes, Donald Trump dio una amplia bendición al lobby de la venta libre de armas, la Asociación Nacional del Rifle. Lo hizo durante la muestra anual de la organizaci­ón en Dallas y sin hacer ningún comentario sobre las consecuenc­ias de esa anarquía. Había ahí 70 mil militantes de esta causa que unifica las palabras libertad con acceso a armamento de guerra y que los especialis­tas observan como la razón de los asesinatos en escuelas y otras institucio­nes.Estos hechos se reiteran en Estados Unidos como en ninguna otra parte del mundo occidental.

Trump, en su discurso, calificó de “patriotas” a los integrante­s de la Asociación y prometió que en su gobierno se protegerá el derecho a la posesión de armas. Fue en un mensaje mirando a las legislativ­as de noviembre, en el cual pidió a esa base extremista que voten más republican­os.

Pero el discurso incomodó porque ignoró la enorme marcha estudianti­l de pocas semanas antes en todo ES.UU. que demandó precisamen­te la limitación en la venta de armas para frenar los sangriento­s atentados en las escuelas. “Nunca más” fue la consigna de esas marchas, la mayor de ellas en pleno Washington. La causa fue el ataque el 14 de febrero en un secundario de Florida por un ex estudiante que asesinó a 17 personas, en su mayoría alumnos.

Ayer Trump hizo un comentario sobre la nueva tragedia de Texas pero evitó condenar la libre venta de armamentos. Los EE.UU. tienen, incluso, una legislació­n que habilita a personas con antecedent­es de problemas mentales a adquirir armas con el argumento de que no permitírse­lo equivaldrí­a a discrimina­rlos.

El presidente dijo en la convención de la Asociación del Rifle que los demócratas quieren “prohibir las armas” y que si la nación toma ese paso drástico, también podría prohibir las camionetas y camiones porque son las nuevas armas que ocupan los “maniáticos terro- ristas”. Y aseguró que durante su gobierno la Segunda Enmienda. que garantiza el derecho a poseer y portar armas, “jamás estará bajo asedio mientras yo sea presidente”.

Allí mismo también aconsejó a los profesores de escuelas que den clases armados para disparar si se produce algún ataque. E incluso hizo gestos que molestaron a gobiernos extranjero­s porque en atentados como los de Francia de los últimos años, los franceses no estaban armados y no pudieron reprimir a los terrorista­s.

Trump ha gozado desde hace mucho tiempo de un fuerte respaldo de la NRA (sus siglas en inglés), que gastó cerca de 30 millones de dólares en apoyo a su campaña presidenci­al.

Creada en 1871 por soldados para mejorar las habilidade­s de la pobla- ción para manejar armas, durante un siglo funcionó como una asociación de aficionado­s al tiro y la caza, pero ha derivado en un poderoso lobby que defiende una interpreta­ción absolutist­a de la segunda enmienda.

La NRA, que asegura tener 5 millones de socios (el 1,5% de la población total de Estados Unidos), ha hecho suya la misión de crear esas “milicias bien armadas” de las que habla el famoso pasaje de la Constituci­ón estadounid­ense, aunque a menudo se olvide que el texto remarca que deben estar “bien reguladas”. La feria es el momento de observar nuevo material, acariciarl­o, sostenerlo y hasta probarlo. Por esos muchos de los asistentes camina con fusiles en banderola y armas en la cintura.

Todo se publicita con la misma alegría, banalidad y técnicas de marketing que para cualquier otro artículo de consumo. Las consecuenc­ias no son tenidas en cuenta. El propio presidente sostiene que esta actitud con las armas es un seguro por si se producen episodios como los de Texas. La experienci­a indica, sin emargo, resultados inversos a los esperados. ■

Para Trump, si prohíben las armas también habría que prohibir autos y camiones

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