Clarín

El milagro y un sueño cumplido

SOFIA LIRIA

- Nahuel Gallotta policiales@clarin.com

Tiene 13 años y sobrevivió a un tiro en la cabeza durante un robo. Pudo conocer La Bombonera.

Pablo Liria, apoyado sobre una de las entradas de La Bombonera, dice que acaba de vivir uno de los mejores momentos de su vida. Su hija Sofía, de 13 años, le muestra la camiseta autografia­da por sus ídolos y las fotos que se sacó con Fernando Gago, “Wanchope” Ábila, “Bebelo” Reynoso y Walter Bou, entre otros futbolista­s.

“La vi tan feliz con los jugadores... fue imposible no recordar todo lo que pasamos juntos”, comenta, emocionado. Lo que pasaron juntos comenzó a principios de diciembre pasado, cuando Sofía tomaba un helado en un comercio de Ituzaingó y recibió un disparo en la sien durante un intento de robo.

Los médicos del hospital Posadas recomendar­on que fuera un sacerdote. Casi no había esperanzas de vida. Y una de esas madrugadas, Pablo le habló al oído. Tocándole la mano, le dijo que él estaba ahí, que se iba a quedar el tiempo que fuera necesario, que su hermano Mateo la estaba esperando en la casa.

Después le cantó su canción preferida de Boca. Y ahí, con el “Yo soy de Boca, señor/ cantemos todos con alegría...”, el milagro: de la nada, la fle- cha del monitoreo se disparó. Las esperanzas renacieron. Despertarí­a cuatro días después. Y el 5 de enero regresaría a su casa.

Clarín contó la historia y entonces el departamen­to de Prensa del club la invitó a conocer La Bombonera, uno de los sueños de Sofía. Pasaron más de cuatro meses de aquel primer contacto. El viernes último fue el día tan esperado.

“Es que la quería traer bien; para que lo disfrute, que lo viva como cualquier nena de su edad”, explica su papá. “Cuando recibimos la invitación, Sofía no movía un brazo. A veces, al girar, se caía. Tenía la cicatriz a la vis- ta, el pelo no había crecido. Por eso decidimos esperar. Ahora está bastante bien, el psiquiatra le dio el alta. Queríamos que se recuperara y que fuera un momento feliz, como lo terminó siendo”. Ahora quiere conocer a Trueno, su rapero preferido.

Además de estar con sus ídolos, Sofía pudo entrar al vestuario, al cam- po de juego y tomarse fotos con la Copa Libertador­es y el trofeo de la Superliga 2018 obtenida recienteme­nte. No fue sola. La acompañó una amiga del colegio. La misma que, en diciembre pasado, en el marco de los festejos por el día del hincha de Boca, y mientras la víctima estaba internada, asistió a La Bombonera con una bandera que decía “Fuerza, Sofía”.

No fue la única que se preocupó por ella. Sus vecinos de Villa Udaondo, en Ituzaingó, no bien se enteraron de que Pablo tuvo que dejar su trabajo para acompañarl­a en el hospital, se organizaro­n para colaborar. Hicieron un bingo y armaron un campeonato de fútbol. Recaudaron 25 mil pesos. Además, una vecina regaló una cadenita de oro que le había dejado su mamá, de recuerdo. Dos nenes tocaron timbre y dejaron 300 pesos más. El carnicero donó un costillar, para rifar. La panadera puso su granito de arena con las facturas, la yerba y el azúcar para todas las tardes de la internació­n.

Hoy la vida de Sofía se parece mucho más a la de antes: entra al colegio a las 7.30 (cursa 2° año) y se retira a las 10.30. De ahí se dirige a la clínica, donde hace kinesiolog­ía y visita a su psicopedag­oga. “Primero quería ser maestra jardinera o veterinari­a. Pero ahora me gustaría estudiar Terapia Ocupaciona­l”, le cuenta a Clarín, con la camiseta de Boca puesta.

El cambio nació a partir de la rehabilita­ción, de conocer a las personas con las que se sigue tratando. Hace unas semanas fue al cine con sus

Por el caso, ocurrido hace cinco meses, hay dos sospechoso­s, pero aún continúan prófugos.

amigas. Ya se baña y se cambia sola. El sábado tuvo una comunión y bailó con su papá. Ya perdió el miedo de volver a salir sola. “Los médicos me dicen que es un milagro. Entró a la clínica en camilla. Nadie puede ex

plicar cómo mejoró tanto. Yo le tenía fe, pero tenía miedo. Los médicos me habían dicho que iba a ser un proceso muy largo. Llegué a creer que iba a estar en silla de ruedas de por vida”.

Su nacimiento, el día que se despertó en el Posadas y hoy. Esos, resume Pablo antes de volver para Ituzaingó, fueron los mejores momentos con su hija. Sofía es de Boca por su papá. Mamá es de Huracán. Juntos, solían mirar los partidos por la tele. Cada vez que cobraba, le regalaba una camiseta. La pasión por el fútbol, y por Boca, la comparte con ella y no con su hijo varón, que es más amante de los autos y la Play.

Por último, comparte el mensaje que le mandó Sofía hace unos días, en su cumpleaños: “Felicidade­s para el que nunca me dejó caer. Para el que no durmió por cuidarme tanto. Para el que sueña con que se haga justicia (hay dos jóvenes identifica­dos, prófugos). Me pone muy contenta estar acá para compartir mi vida con vos. Solo nosotros sabemos lo que vivimos. Prometo estar siempre a tu lado”. Y Pablo, emocionado como si lo leyera por primera vez, dice que ese mensaje justifica todos los momentos duros que pasaron. Porque, ahora, todo es felicidad.

 ??  ?? Chica coraje. Sofía Liria (13), el viernes último, con La Bombonera detrás. Fue con su padre y una amiga.
Chica coraje. Sofía Liria (13), el viernes último, con La Bombonera detrás. Fue con su padre y una amiga.
 ??  ?? Emoción. El momento en que Sofía pisa el césped del templo xeneize.
Emoción. El momento en que Sofía pisa el césped del templo xeneize.
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