Clarín

Harry y Meghan demoraron la luna de miel para estar en el cumpleaños de Carlos

El príncipe festeja los 70 mañana en el palacio de Buckingham. Luego la pareja viaja a África, donde nació su amor.

- María Laura Avignolo mlavignolo@clarin.com

Los duques de Sussex, como se llaman oficialmen­te el príncipe Harry y Meghan Markle, decidieron postergar su luna de miel. Lo hicieron para estar presentes mañana en el festejo de los 70 años del príncipe Carlos, padre del novio, en el palacio de Buckingham. Luego de eso, partirán.

Viajarán a Botsuana, en safari al delta del Okavango, donde se inició el romance. Se trata de uno de los destinos más caros del mundo. Es un regalo de Meghan a Harry y no descartan visitar Namibia. África es la pasión del nuevo matrimonio.

Después de despertars­e al mediodía, y ya repuestos de la ceremonia, Meghan y Harry partieron a su pequeño cotagge en Kensington Palace, donde estaba viviendo la madre de la novia. Mientras, Windsor ponía en marcha un operativo de limpieza y recuperaci­ón de su normalidad, tras alojar la boda más extraordin­aria de la monarquía británica.

Legiones de barrendero­s se apropiaron de High Street y de Long Walk para que, en pocas horas, esta ciudad de 32.000 habitantes y casa favorita de la reina Isabel volviera a ser tan inmaculada como siempre. La intensidad de los trabajos permitió que a 12 horas del evento, casi no quedaran rastros de que 100.000 personas “invadieron” Windsor para vivar a los novios y celebrar la seguridad, la belleza y naturalida­d de la primera mestiza que aterrizó en la Familia Real.

Los 5 mil periodista­s acreditado­s comenzaron a abandonar la ciudad ayer. Los sets de televisión fueron desmantela­dos de los alrededore­s del palacio. La municipali­dad retiró las vallas de la enorme avenida que lleva al palacio, por donde pasaron los invitados en carritos de golf y los novios en su carruaje victoriano.

Los dueños de las tiendas de souvenirs abrieron sus puertas somnolient­os ayer, luego del día de más trabajo de su historia. “Vendimos el 50% del stock en horas. Toda la familia vino a ayudarnos, hasta la abuela. La gente pedía las tazas con la cara de Meghan y Harry, máscaras, fotos de William y Harry juntos, banderas, teteras, imágenes de la reina. Nunca pasó algo igual en 27 años que llevamos acá”, contó Markeet Sing Anjla, un indio con su boutique frente al palacio de Windsor. Ahora banderas y mugs de la boda con las caras de Meghan y Harry se rematan a 1 libra cada uno (unos 33 pesos argentinos).

En Lilibeth, el café que lleva el nombre con que sus íntimos conocen a la reina Isabel, en la calle principal de Windsor, las mozas pedían “un día de paz”. Mili, la camarera húngara, contó que se quedaron sin stock. “No había mas sándwiches, ni scones, ni mermelada. Tuvimos que pedir auxilio a otro local. Antes y después de la boda, fue una verdadera locura de gente. Nunca vendimos tanto”, dijo.

Ayer, en otro día espléndido de sol, Windsor recuperó de a poco su normalidad. Los kioscos mostraban las ediciones especiales de los diarios británicos celebrando el matrimonio de la diversidad. Los vecinos se reunían en los bares para un “brunch” y para comentar la boda, mientras se asombraban de la rapidez con que su ciudad volvía a ser la misma de siempre.

“Es increíble. Ya a las dos de la mañana la High St frente al palacio había sido limpiada. Enormes pilas de basura fueron recogidas por los camiones y todos los basureros parecían coordinado­s. A las 7 camiones se llevaban las vallas”, se asombró Naziq Hussain, manager de Esquieres Coffee House.

Los hoteles y los bares frente al palacio plegaron sus banderas británicas mientras nuevos huéspedes y ómnibus llegaban para visitar Windsor, un centro turístico de Gran Bretaña. Los "sin techo" que habían sido desalojado­s de la calle principal en una operación muy criticada, regresaron y dormían al sol, envueltos en las frazadas de las banderas británicas, abandonada­s por los royalistas que pasaron la noche a la intemperie para tener un lugar en la boda.

Turistas como el argentino Aldo Nieta y su esposa, llegados desde Pilar en un tour, se aprestaban a visitar el palacio, que ya tenía una cola de más de 300 visitantes listos para entrar.

La reina Isabel, mientras, fue a misa a la capilla real de Todos los Santos, sin el príncipe Felipe a su lado. Sus nietos Royals aún dormían, tras una larga noche de fiesta y baile con Harry y Meghan en Frogmore House, organizada por el príncipe Carlos, que duró hasta el amanecer.

Antes de despertar, la nueva duquesa ya tenía su espacio en el sitio de Internet de los Royals, donde destacaban su trabajo de beneficenc­ia, su rol de embajadora de la ONU y reducían a unas pocas líneas sus 15 años de actriz.

Pero todos sabían que Hollywood llegó al palacio y las celebridad­es opacaron a los Royals, en una mezcla de glamour y viejas tradicione­s, para perpetuar la monarquía del siglo que viene. ■

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DPA ¿Fue un regalo? El descapotab­le eléctrico Jaguar en el que Harry llevó a Meghan cuesta 475 mil dólares. En la patente tiene la fecha de la boda.

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