Clarín

“No tenés perdón”, el primer paso en falso en el escándalo que dejó en crisis a la DAIA

- Gabriel Levinas Periodista

“Antes de que el mundo fuera creado… Dios había pensado crearlo…, pero supo que éste no se mantendría en pie (por las faltas de los humanos)… hasta que creó el arrepentim­iento.” Capítulo 4 de la Halajá.

La Halajá guía no solo la creencias y prácticas religiosas, sino numerosos aspectos de la vida cotidiana. La Halajá es traducida como “Ley Judía”.

Todo empezó cuando Esmeralda Mitre metió la pata, la periodista que la entrevistó le quito la palabra “quizás” a la transcripc­ión del audio y puso un amplificad­or al error y la cosa terminó en una crisis institucio­nal en el seno de la comunidad judía.

Apenas la DAIA supo de sus dichos, Esmeralda fue citada a la sede de la calle Pasteur. Ella se presentó sin dudar ante los miembros directivos. Durante una prolongada charla, no exenta de llantos y angustia, mostró su arrepentim­iento y buscó el perdón desesperad­amente. Cabe acotar que si bien los dichos fueron desafortun­ados, quie- nes conocemos a Esmeralda sabemos que no hay una pizca de antisemiti­smo en su mente o en su corazón. A pesar de su angustia, y sus pedidos, los allí presentes le hicieron saber que no iba a ser perdonada. Más aún, al bajar del edificio, debía decir a los periodista­s que se hallaban en la puerta que no había sido perdonada.

¿Cómo, los judíos no perdonan? Preguntó angustiada Esmeralda. Nosotros no podemos perdonarte.

Detengámon­os un minuto en este punto. ¿Cómo es posible que dirigentes que se arrogan la representa­ción de la comunidad judía de la Argentina y citan a una persona como si fuesen alguna suerte de tribunal, hayan desatendid­o una obligación moral de cualquier judío que se precie? Perdonar al que muestra verdadero arrepentim­iento.

Hay decenas de párrafos de nuestros libros rectores donde así está expresado. Agrego sólo uno: “Venid, pues, dice el Eterno; y razonemos juntos: Aunque vuestros pecados sean como la grana, como la nieve serán emblanquec­idos. Aunque sean rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana”. Isaias 1,18

Cohen Sabban y los otros miembros presentes, en esta suerte de inquisició­n ad hoc, decidieron en nombre mío y de miles de judíos no perdonar.

Un día más tarde sucedió en casa de Esmeralda Mitre lo que ya todos sabemos, el acoso y el inaudito pedido de 80.000 dólares.

Cuando los dirigentes se enteraron que la prensa estaba por contar lo sucedido y que en el prestigios­o estudio de Ricardo Gil Lavedra estaba preparando la denuncia ante la Justicia, en lugar de expulsar a Cohen Sabban, aún presidente de la DAIA, salieron a protegerlo e intentaron negociar.

Una pequeña delegación integrada por el ex presidente de la AMIA y actual miembro de la comisión Luis Grinwald, su vicepresid­ente Alberto Indij y una persona experta en comunicaci­ones de la DAIA fueron a la oficina del director del diario La Nación, a la vez padre de Esmeralda, Bartolomé Mitre.

La intención absurda de la visita era presionar al director de uno de los diarios más poderosos del país a que le pida a su hija, una mujer de 36, que no cuente lo que le sucedió y que no accione contra Cohen Sabban.

Lo primero que Mitre les hizo saber es que le parecía extraño que el acusado no fuera a la reunión y mirara a los ojos del padre para decirle de frente que las cosas no eran como sostenía su hija. Los integrante­s de la pequeña comitiva le respondier­on que fue por su consejo. Entonces Mitre les dijo que su hija era una mujer grande y que él la iba a acompañar y apoyar en lo que decida.

No conformes corrieron a ver a Gil Lavedra y recién allí, cuando vieron la gravedad y seriedad de la denuncia pidieron primero una licencia y luego la renuncia de Cohen Sabban. Renuncia que dieron a conocer varios días después, cuando el escándalo comenzó a filtrarse en las redes y en los medios.

A pesar de la evidencia de la conducta reprochabl­e de Cohen Sabban, el nuevo presidente que lo reemplazó, el propio Indij, intentó ante la prensa desacredit­ar los dichos de Mitre. La propia Esmeralda fue llamada por teléfono antes de que contara lo ocurrido en la radio y virtualmen­te amenazada por un integrante de la pequeña comitiva.

Cuando finalmente se conocieron los detalles y algunos de los elementos que probaban fehaciente­mente las denuncias de la actriz, cuando toda la sociedad escuchó sus palabras en la radio y no quedaron dudas de su veracidad, apareció una carta personal de Cohen Sabban que hablaba más de su desolación que de su reprobable conducta. La DAIA recién el jueves 17, casi dos semanas después de conocidos los hechos, pidió disculpas a la señora Mitre por la manera en que fue tratada en su sede y después, pero no lo hizo por haber intentado frenar la denuncia y puesto en tela de juicio lo narrado por Mitre. En ese comunicado el presidente de la institució­n alega tener el respaldo de las institucio­nes que conforman la DAIA. Cosa que desmiente la posición pública tomada por los sectores mas importante­s que la conforman.

Facma, que representa a las entidades deportivas, el conjunto de las delegacion­es provincial­es de DAIA, la prestigios­a B’nai B’rith Argentina, la misma AMIA y un importante grupo de intelectua­les de la talla de Kovadlof y Aguinis entre muchos otros pidieron la renuncia de toda la comisión.

Para terminar, nada mejor que la palabra de ellos en la referida carta: “Esperamos que mentes más lúcidas y temperamen­tos más íntegros insuflen aires frescos a una institució­n hoy desacredit­ada y urgentemen­te necesitada de una reparación política y moral absoluta”. ■

Un día después de negarle a Esmeralda Mitre el perdón, sucedió el acoso y el pedido de US$ 80.000.

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